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Qué raro y esperanzador fue, encontrar en el emblemático sitio a unos muchachos que a penas salen del cascaron, asumiendo la importante responsabilidad de contar el cuento bien contado.
Aquella mañana del 12 de noviembre de 2021 en la Quinta de San Pedro Alejandrino de Santa Marta no quiso salir el sol, el cielo se mantuvo encapotado con amenazas de lluvia que nunca llegaron. Se trataba de un firmamento cuya única intención consistía en conjugarse con la tristeza que los de esa casa grande sentían por el fallecimiento de su más brillante custodio, el dragoneante Luis Eduardo Pinto Fuentes, considerado el historiador que más conocía sobre la vida y obra de Simón Bolívar. A propósito de su muerte, el entonces presidente venezolano Hugo Chávez dijo “La Quinta de San Pedro Alejandrino sin el dragoneante Pinto, es como un cuerpo sin corazón”.
Pues bien, transcurre el mes de mayo de 2024 y las noticias son alentadoras para la memoria de Simón Bolívar y en consecuencia para el legado del estimado dragoneante. Hace poco pude constatar que jóvenes de los grados décimo y undécimo de colegios públicos de Santa Marta, hacen sus prácticas escolares con énfasis en turismo en la reconocida Quinta. Despliegan gran conocimiento sobre la historia del lugar, datos biográficos de Simón Bolívar, su último tiempo en Santa Marta y lo concerniente a su vinculación con distintos próceres de la independencia.
A mi me correspondió recibir una espectacular charla de Sharol, una estudiante de 15 años, que cursa décimo grado de la IED Once de Noviembre. Y aunque no tenía la entonación, elocuencia, y amplitud de detalles en la narración que nos ofrecía Pinto, si contaba mientras hablaba, con un fuego especial en su mirada. Demostraba un cúmulo de conocimientos que permitían dibujar su amor por lo que hacía y lo embebida de historia que estaba. Su entrega era total y absolutamente respetuosa con la memoria libertadora y con la atención al visitante.
Confieso que, al verla de corta edad, con su cara sudada, enfundada en su cuadriculado uniforme escolar dispuesta a orientarme, me generó inmediata simpatía, recordé a mis hijos con sus compromisos académicos. No tenía grandes expectativas con la información que me pudiera suministrar, pero después de escuchar su exposición salí muy emocionado de la visita y con ganas de conocer más de las gestas del libertador.
Qué raro y esperanzador fue, encontrar en el emblemático sitio a unos muchachos que a penas salen del cascaron, asumiendo la importante responsabilidad de contar el cuento bien contado sobre la vida y obra de Simón Bolívar, el más grande hijo de América. No solo es aprenderse un discurso, se debe tener también respuestas adecuadas a las inquietudes y además, contar con conocimientos básicos de atención al cliente.
Por favor, cuando vayan a Santa Marta, no dejen de pasar por la Quinta de San Pedro Alejandrino, un lugar sobrecogedor en donde la belleza de la naturaleza campea, con gigantes y centenarios árboles de Samán, Ceiba y Tamarindos, testigos silentes de la historia. Son más de 150 especies, muchas de ellas en vías de extinción pertenecientes al jardín botánico del lugar y que se hermanan con aves e iguanas de aspecto multicolor que como si estuvieran en una fiesta eterna, deambulan tranquilas por el predio.
Pero en donde además pueden encontrar a otra especie en vía de extinción, niños y niñas estudiosos, alejados de redes sociales y juegos electrónicos, con madera para ser destacados historiadores, que ayudan a dejar por lo alto a su terruño valorando y sacándole provecho a sus raíces.
Felicidades niños y niñas de Santa Marta en la Quinta, qué bien lo hacen. También destaco a la institucionalidad que tuvo esta importante iniciativa, el desarrollo territorial comienza cuando reconocemos y ponemos al servicio de la gente nuestro patrimonio (recursos naturales y tradiciones) de forma sostenible, y que bueno que empoderen desde ya a las nuevas generaciones.
*Rodney Castro Gullo, Abogado, escritor y columnista. @rodneycastrog