María Emma Mejía, la candidatura frustrada para UNODC

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Security Council meeting Children and armed conflict Report of the Secretary-General on children and armed conflict (S/2017/821) Letter dated 20 October 2017 from the ChargŽ dÕ affaires a.i. of the Permanent Mission of France to the United Nations addressed to the Secretary-General (S/2017/892) Remarks by the Secretary-General

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La Cancillería de Carlos Holmes Trujillo respaldó la postulación de María Emma Mejía para la jefatura de la Oficina de Naciones Unidas para las Drogas y el Crimen – UNODC –  No fue la seleccionada. El fracaso de la diplomacia colombiana no se debió a la falta de credenciales de la candidata sino del Gobierno.

El Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, eligió un director para UNODC, con sede en Viena, en noviembre de 2019. Se trata de Ghada Fathi Waly, una exministra egipcia, con amplia experiencia en política anti-drogas y conocido liderazgo en el enfoque de salud pública.

Hasta pocos días antes del anuncio, en el Palacio San Carlos, se alcanzó a creer que el puesto era de Colombia. El gobierno anterior había decido apoyar la aspiración de María Emma Mejía luego de que Rafael Pardo, el candidato favorito, entonces al frente del Plan Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos, sufriera quebrantos de salud.

Cuando Iván Duque llegó a la presidencia, le ofreció a María Emma Mejía la embajada en Portugal, que ella rechazó. Pero, para sorpresa de muchos, el Gobierno no le retiró su apoyo para UNODC. Es más, trabajó con intensidad para lograr el nombramiento.

A pesar de que los directivos de la ONU operan de manera independiente de los gobiernos – o, al menos, eso se exige de ellos – , los gobiernos intervienen para patrocinar a sus nacionales por cuestiones de prestigio. Anhelan que sus candidatos se conviertan en vitrinas de políticas exitosas implementadas en sus países.

María Emma Mejía tenía todo para tenerlo: había sido canciller y embajadora ante ONU y conoce los laberintos ‘onusianos’ a perfección. En 1996, ella había firmado el acuerdo entre Colombia y Naciones Unidas para la instalación de la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos aquí.

En Viena, su nombre había cogido tracción porque Colombia se había convertido en un país estrella para UNDOC. La apuesta por la sustitución, derivada de la negociación del Acuerdo de Paz, había sido recibida con agrado. En círculos de UNODC, se hablaba de solo dos países – Colombia y Tailandia – con experiencias positivas de sustitución. Colombia, además, había liderado la convocatoria a un sesión especial de Naciones Unidas para revisar la fallida estrategia de guerra contra las drogas (UNGASS 2016) a la cual asistió el entonces presidente Santos.

El viraje del Gobierno en materia de sustitución dejó la candidatura de María Emma Mejía sin piso. Los ataques a UNODC no se hicieron esperar al punto que, días atrás, la Cancillería le comunicó a UNODC el rompimiento del convenio para la asistencia técnica, los proyectos productivos y la verificación del PNIS, como lo describí en Más trizas a la paz: Gobierno rompe convenio con UNODC y FUPAD, candidato del Gobierno para sustituir a UNODC.

Si la candidatura de María Emma Mejía hubiese resultado exitosa, me pregunto qué le contestaría la mujer que le abrió las puertas de Colombia a las Naciones Unidas al gobierno que quiere cerrárselas.

Laura Gil, politóloga e internacionalista, directora de La Línea del Medio, @lauraggils

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