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Las medidas de aislamiento en Bogotá han servido para más cosas que comprar ventiladores.
Desde hace más de cien días, cuando comenzó el proceso de aislamiento, el foco de la noticia ha variado semana a semana. Después de casi dos meses de preparación en los hospitales de Bogotá esperando el ‘pico’ de contagios, éste parece acercarse. Entonces, el tema de conversacion pública ya no es tanto el número de casos positivos, sino cuántas camas de unidades de cuidado intensivo tiene la ciudad para resistir al problema.
Más allá de que se vea desbordado el sistema de salud, el asunto de la ocupación de las Unidades de Cuidado Intensivo (UCIs) también tiene que ver con otro temor: el de tener que volver a una cuarentena estricta. Después de que el Gobierno nacional tomara la decisión de ir permitiendo la reactivación de algunos sectores del aparato productivo y de que muchos bogotanos volvieran a trabajar en fábricas y oficinas, así como a salir a la calle, un encierro generalizado resultaría traumático y, sobretodo, después de conocerse las altísimas cifras de desempleo.
La Veeduría Distrital es una entidad de control preventivo que tiene entre sus competencias la evaluación de las políticas públicas de la administración de la ciudad, desde la mirada de la ciudadanía. Frente a las medidas adoptadas por el Distrito para contener la propagación del Covid-19, empezando por el simulacro vital de finales de marzo y las otras medidas tomadas posteriormente, es necesario hacer un balance para que los propios ciudadanos sean conscientes de los resultados de su esfuerzo y disciplina.
Como veedor distrital, siento la necesidad de darle otra perspectiva a una percepción ciudadana que se ha afianzado: que más de cien días solamente se justificaron para detener el contagio mientras se adquirían unos ventiladores. En realidad, estos cien días han servido para más que eso. Además de que las camas UCI destinadas a Covid en la ciudad pasaron de 290 a 988 entre marzo y junio, se han registrado avances en el sistema de salud que, a pesar de no tener un carácter noticioso, ponen a Bogotá en un mejor lugar que el que estaba hace tres meses.
Al inicio de la cuarentena, la Secretaría Distrital de Salud no contaba con equipos de Atención Médica Domiciliaria (AMED) para la atención de pacientes sospechosos o positivos para el virus. Hoy, hay 131 de esos equipos que, según los reportes de esa cartera, han realizado más de 76.000 visitas domiciliarias y tomado 73.331 muestras.
El servicio médico de la ciudad ha fortalecido sus competencias frente al Covid mediante las capacitaciones ofrecidas por el Distrito o por que se ha ganado tiempo para conocer acerca del tratamiento de la enfermedad.
El Laboratorio de Salud Pública de la ciudad fue el primero en Colombia autorizado para procesar pruebas. Este laboratorio y otros bajo su liderazgo pasaron de procesar 200 a 5.000 muestras diarias.
El Banco Distrital de Sangre del Instituto Distrital de Ciencia, Biotecnología e Innovación en Salud es la única institución autorizada para realizar tratamientos con plasma de personas convalecientes de Covid-19. El 19 de junio, se realizó la primera donación de plasma de un paciente recuperado de la enfermedad.
La cuarentena también le ha permitido a los bogotanos avanzar en conocimiento del virus y medidas de autocuidado, ligadas a la cultura ciudadana. La última encuesta realizada por el Distrito señala que el 92% de los bogotanos encuestados asegura usar el tapabocas y la mitad se lava las manos con frecuencia. Aún no hemos ganado la batalla pero, además de dotar las UCI, ciudadanos, miembros del servicio médico y científicos hemos ganado tiempo y aprendizajes para hacerlo.
En contraste con los buenos resultados atrás descritos, nos parece que en estos cien días la administración distrital no ha ofrecido una respuesta extraordinaria a los problemas de salud mental de los bogotanos. Estos se han incrementado exponencialmente por cuenta del encierro.
Ese tema, que no surge en los debates, en los noticieros, ni en los discursos institucionales, tampoco está presente en la mirada ciudadana. Pero, así como el encierro ha sido traumático, la salida de él también podrá serlo. Y el cuidado de la salud mental también requerirá, como las cifras de recuperados y camas UCI, de la mirada ciudadana.
*Guillermo Rivera, ex ministro del interior, veedor distrital y ex representante a la Cámara. @riveraguillermo
La alcaldesa caracterizada en un comienzo por su desición en la defensa de lo social parece haber caído en el bando contrario al que tanto pregona como adalid de los menos favorecidos, que representan el grueso de su electorado, hoy funge como cabeza del nuevo cartel de la contratación heredado de Peñaloza hospital San Juan de Dios y su séquito, para despojar a Bogotá y al país del valor patrimonial y de cobertura popular en salud, contratando la demolición de lo que sería el bastión de la salud por fuera del corrupto negocio de la ley 100, al igual que Duque, le mintió a Bogotá y de un solo plumazo asesino la esperanza de lograr llevar a feliz termino múltiples convenios y proyectos de investigación liderados por la universidad nacional en un avance que había detenido la máquina corrupta de Peñaloza.
Gran decepción de un importante prospecto político alternativo para el futuro, y una gran pérdida para Bogotá y el país, que ha caído en manos de la ciega avaricia de contratos.