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Lo primero es desocupar los territorios para explotar los 600 mil millones de m3 de gas que reposa en alta mar e importarlo a Europa, tan necesitada de buscar otros proveedores diferente a los rusos, con el terreno limpio se hará realidad el viejo sueño de un canal alternativo al del Suez de 260 km abierto por el Mar Rojo y desde la Franja, lo que permitirá al país convertirse en “Epicentro de Comercio y Energía”, ahora y para completar el collar los proyectos saudíes de turismo levantados sobre cementerios de niños sellarán la alianza entre Riad y Tel Aviv. Pero nada será posible si no se eliminan o destierran a los “intrusos”. No son niños: son futuros terroristas; no son madres: son informantes y estafetas; no son hospitales: son centros de recuperación de los guerrilleros; no son hombres: son sospechosos; no son universidades ni escuelas: son centros de adoctrinamiento; no son animales: es comida para los terroristas; no son servicios básicos: son insumos para alimentar a los asesinos; no son Save the Children, Médicos sin Fronteras, ONU, Colombia, Chile, Brasil, Bolivia y millones que marchan a diario a lo largo y ancho del planeta: son activistas; no es un pueblo: son animales humanos. No es La Torá: son business. Maten a los niños, asesinen sus padres, violen las jóvenes, quítenle el biberón a los bebés, que ardan sus casas, bombardeen hospitales, escuelas, campos de refugiados y corrales, contaminen sus fuentes de agua, báñenlos con fósforo blanco. Entonces y cuando los indeseables hayan fenecido y huido, iremos todos a McDonald’s, comeremos una BigMac con cuádruple ración de carne y brindaremos con Coca Cola Zero: cero palestinos.
*Roque Monteiro. comunicador social – periodista retirado, fotógrafo sin cámara, autor de varias novelas, cultivador de yuca y viajero incansable. Miembro del colectivo Psicolombianos de Diván.