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Los días de tormenta y oscuridad producen temor. Los hemos tenido. Podemos acogernos a vivir simplemente o se abre la Esperanza y llegan días mejores.
“La gloria y la dignidad del hombre se basan en el hecho de que es él el que elige y no eligen por él, de que puede ser su propio amo (aunque a veces esto le llene de temor y de una sensación de soledad), de que no está obligado a comprar seguridad y tranquilidad al precio de dejarse encerrar en un limpio casillero de una estructura totalitaria que pretende arrebatar la responsabilidad, la libertad y el respeto a uno mismo y a los demás, de un solo golpe”. Isaiah Berlin.
Dos temas fundamentales estarán presentes en la próxima campaña electoral colombiana, orientando posiciones muy distintas en las opciones políticas y en el futuro de esta nación, ya que se trata de definir el próximo gobierno nacional, como bien se sabe. Estamos pues a menos de un año de la primera vuelta y algo más de la segunda, si no hay definición en la primera.
Miedo y Esperanza implican concepciones diametralmente opuestas como opciones políticas. Son temas de fondo que implican, por tanto, caminos diferentes. Son formas de ver los problemas nacionales y sus posibles soluciones, muy distintas y aún más que eso, formas de concebir y dimensionar los problemas a resolver, su prioridad y su resolución.
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Usualmente, la política del Miedo oculta muchas cosas, quizás porque su prioridad está en la respuesta al Miedo luego de producirlo y exacerbarlo …y entonces su gran respuesta es Seguridad, que se constituye en la suprema política y todo y todos se subordinan a ella. La política del Miedo es una abdicación de la libertad. El temor puede ser real, pero ante una sociedad tan comunicada, tan bombardeada por noticias, de las reales y de las falsas, crear un clima de amenaza y terror no es tan difícil y a veces los opositores a estas pretensiones también ayudan. Su propuesta es responder a la violencia con violencia y considerar a las víctimas daños colaterales, para asegurar el dominio de las élites tradicionales en el poder. Es una vieja fórmula.
La política del Miedo lo que ofrece preponderantemente es Seguridad, entendida como una función de control, en donde los derechos fácilmente se desconocen o suspenden y el ejercicio de la libertad es sospechosa.
La política de la Esperanza es la política de los derechos, de su reconocimiento preponderante y de su ejercicio. El Orden se concibe como garantía de las libertades y no como su negación. Es la política del cambio, en el sentido de que no hay ataduras con el pasado o con intereses poderosos u oscuros y el propósito es lograr un mejor futuro de toda la ciudadanía en su pluralidad.
De alguna manera es lo que está consagrado en la Constitución del 91, cuyos 30 años estamos celebrando. Y es que la Carta Política debe entenderse como un programa para no caer en la ilusión en cuanto la sola consagración normativa es suficiente, aunque nos hace iguales a los desiguales. Esto significa que todavía hay camino para recorrer en materia de garantía y ejercicio de derechos.
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Pero volvamos a lo que Hannah Arendt (1906-1975) considera el verdadero sentido de la política: la Esperanza venciendo al temor, al Miedo. En la concepción de esta gran filósofa política, la política no se encarga simplemente de satisfacer necesidades materiales sin desarrollar libertades y esperanzas. Tampoco pretende la política de la Esperanza olvidar la seguridad, pero la considera subalterna del ejercicio y garantía de las libertades y de su consagración en derechos. La Esperanza pretende cerrar brechas de desigualdad económica y social sin meter Miedo a los que tienen o a los que no tienen.
La política de la Esperanza pretende crear e impulsar oportunidades para garantizar ciudadanías efectivas. Dignificar la política para que sea el espacio de la palabra, la reflexión colectiva y los consensos mínimos. Eliminar exclusiones para que todos y todas encuentren su lugar social de aporte y reconocimiento. Es preocuparse y actuar por el oasis para no volverlo desierto.
Utopías, dirían algunos, claro, es que no tienen lugar todavía por eso hay que proponer buscarlas y colocarlas en su lugar terrestre.
Los días de tormenta y oscuridad producen temor. Los hemos tenido. Podemos acogernos a vivir simplemente en ellos, guarneciéndonos de ellos y sin ver la luz, porque renunciamos a ella y tener un guardián protector a quien le entregamos nuestra libertad. O se abre la Esperanza y llegarán días mejores.
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Recurro nuevamente a Hannah Arendt y recojo de su brillante pensamiento lo siguiente: “Mientras Don Quijote cabalgue dispuesto a conjurar la posibilidad de un mundo mágico e ilusorio fuera del mundo real, no será más que un loco; quizás un loco feliz; noble tal vez, si acomete la empresa de introducir mágicamente en el mundo real un determinado ideal. Pero si se lanza sin ese ideal y sin otra transformación imaginaria del mundo que no pase por transformarse él mismo en alguna posibilidad vacía que pudiera ser, entonces simplemente será un <<necio soñador>>, además de oportunista, abocado a destrozar su existencia para poder vivir mejor”.
Recobrar la Política es darles Esperanza a los ciudadanos. O como dijo García Márquez en su conocida admonición: una segunda oportunidad sobre la Tierra. Pasar de la Tierra Oscura del Miedo a la Tierra de la Esperanza mediado por una política resignificada y recobrada.
*Víctor Reyes Morris, sociólogo, doctor en sociología jurídica, exconcejal de Bogotá, exrepresentante a la Cámara, profesor pensionado Universidad Nacional de Colombia.
Escribe José Ingenieros, el pensador argentino: “Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia tal excelsitud inasible, afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso de un ideal. Es ascua sagrada, capaz de templarte para grandes acciones. Custódiala; si la dejas apagar no se reenciende jamás. Si ella muere en ti, quedas inerte: fría bazofia humana. Sólo vives por esa partícula de ensueño que te sobrepone a lo real. Ella es el lis de tu blasón, el penacho de tu temperamento”. Recobrar la política es darles esperanza a los ciudadanos, como dice el profesor Reyes. Tarea para idealistas, es decir para visionarios, para aquellos que ven más allá, para los que saben que pese a las dificultades del presente saben que ese presente puede se superado. El hombre es lo que elige ser en la acepción de Isaiah Berlin. Valentía de los que en estos momentos de confusión y desesperanza son capaces de sobreponerse al miedo y la desazón y creen en el ideal. Valentía, sin ninguna duda.