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Si los venezolanos somos incapaces de acordar condiciones mínimas que faciliten nuestro progreso, seguiremos saliendo quizás en mayor proporción que como hasta ahora lo hemos hecho.
Eduardo Stein es el representante especial conjunto del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados y la Organización Internacional para las Migraciones para los refugiados y migrantes de Venezuela. En un reciente acto atinente a esa materia afirmó que, para diciembre del 2022, en 17 países nos encontraríamos fuera de nuestras fronteras 8.9 millones de refugiados y migrantes, de los cuales un millón sería lo que Colombia llama retornados.
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Si consideramos que la población venezolana ronda los 30 millones de habitantes, estamos hablando del 29,6% de la misma la que habría salido del país a consecuencia de las prácticas políticas y económicas desarrolladas estos cuatro lustros y en especial desde que el señor Maduro asumió el control del país, lo que ha sumido a Venezuela en la tragedia que hoy presenciamos.
Es un hecho cierto que esa situación solo podremos revertirla los venezolanos, con nuestra inteligencia y con ponderación, pero también es una realidad que ello será mucho más factible si los países impactados por nuestra presencia y aquellos que consideran que existe en nuestra tierra un problema suman esfuerzos.
No está previsto que en Venezuela se realicen nuevas elecciones hasta algún día del año 2024. Las mismas serían de carácter presidencial y, en los actuales términos de la Constitución, permitirían al señor Maduro aspirar a una reelección. Esa situación pudiere verse alterada si el referendo revocatorio permitido en nuestra legislación avanza, aún cuando es lo cierto que las condiciones – objetivas y subjetivas – para que ello ocurra son muy cuesta arriba.
Ante esa circunstancia – o como alternativa a la misma – muy bien pudieren los factores políticos venezolanos, todos ellos, buscar la forma y manera de consensuar decisiones de toda índole que permitan la reinstitucionalización del país y la reactivación de la vida productiva interna, todo ello con el objetivo de mejorar las condiciones de vida del venezolano y con ello morigerar el fenómeno migratorio que nos afecta y que, a la larga, irá en perjuicio de nuestro desarrollo.
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Si los venezolanos somos incapaces de acordar condiciones mínimas que faciliten nuestro progreso, seguiremos saliendo quizás en mayor proporción que como hasta ahora lo hemos hecho.
La tragedia venezolana reflejada en la migración sólo la expresa una palabra, dolorosa – DERROTA -, la de todos y cada uno de los contendientes pero también de los espectadores.
La dirigencia amiga de Venezuela, independientemente de su posición ideológica, debería estar tan interesada en resolver nuestra situación como lo estamos nosotros. Ella debe incidir en los actores políticos venezolanos para que se reinstale, con compromiso de acuerdo, la Mesa de Negociación de México. Mientras más tiempo pase sin que eso ocurra, mayor será el número de migrantes que de nuestro país saldrá a impactar al país que elija como destino.
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*Gonzalo Oliveros Navarro, Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia. Director de Fundación2Países @barraplural
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