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En una reciente reunión en la cual se trató el tema de la migración venezolana en Colombia, uno de los asistentes -luego de escuchar las intervenciones de los participantes venezolanos que en la misma interveníamos- utilizó la expresión “queja” para referirse a ellas, a lo que respetuosamente acoté que no tenían ese objetivo sino que eran en efecto observaciones.

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Debe saberse que la gran mayoría de los venezolanos que estamos dedicados a la atención de nuestros migrantes en Colombia estamos muy claros respecto de cuál es la situación de este país que nos sirve de refugio y no sólo la económica sino también la política.
Colombia no ha sido un país naturalmente receptor de migrantes; por el contrario, de él -producto de la situación interna que ha atravesado- muchos de sus nacionales han tenido que salir. El efecto demográfico que ello ha originado lo hemos revertido los venezolanos con la llegada a su territorio. Eso implica que Colombia ha sido impactada por un flujo de personas impensado que le ha obligado a adoptar políticas públicas, inicialmente pensadas para el corto plazo pero que, ante la fuerza de las circunstancias, ha debido repensar para mayor lapso de tiempo y de allí la extensión de permanencia de nuestra presencia que por diez años prevé el Estatuto de Protección diseñado por el gobierno del señor Presidente Duque.
Como toda gestión humana, la misma está sujeta a aciertos, errores y omisiones. Quienes en esta nación trabajamos el tema migratorio reconocemos los primeros y advertimos los dos últimos no como queja –que es equivalente a molestia o disgusto- sino como observación que busca aclarar lo que puede confundir o hacer dudar.
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Reconocemos que la dirigencia nacional ha consultado a las personas más capacitadas en materia migratoria por la circunstancia de que han estudiado en las mejores universidades locales y del exterior el tema que nos ocupa, así como lo ha hecho con especialistas internacionales que conocen por trabajo diario el mismo fenómeno pero respecto de otras idiosincrasias. Ese conocimiento los venezolanos aspiramos complementarlo proponiendo al Estado políticas públicas aplicables a quienes han llegado por la circunstancia de que conocemos a quien lo hizo y además, de alguna manera –quizás hasta por práctica interna en nuestro país- porque algún conocimiento en el terreno tenemos en materia migratoria.
Estamos convencidos que nuestra migración respecto de los países iberoamericanos y especialmente Colombia es diferente a la que se observa entre el oriente y África respecto de Europa. La sola circunstancia que hablemos el mismo idioma y tengamos indiscutidas raíces históricas y religiosas comunes hace una diferencia importante que debe ser apreciada cuando se trata de la construcción de políticas migratorias.
Los venezolanos agradecemos a Colombia su gesto para con nosotros como consecuencia de nuestro arribo a su territorio y eso lo hacemos –entre otras maneras- coadyuvando en la construcción de las políticas que nos sean aplicables para así lograr el objetivo mayor cuál es constituir a esta tierra de Nariño y Caldas como la referencia en materia de políticas migratorias del siglo 21, de manera que en el futuro vengan a estas tierras a observar lo que entre todos pudimos construir. Ese es el sentido de nuestras observaciones.
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*Gonzalo Oliveros Navarro, Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia. @barraplural