Minga: carta a los radicales

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LA FUERZA ES LA NEGACIÓN DE LA DEMOCRACIA

Dada la parálisis que está afectando al sur del país, las acciones de los pueblos indígenas del Cauca y la lenta sumatoria de más actores al llamado de la minga indígena, se está generando todo un debate sobre la forma en que se debe proceder para “solucionar” las cosas. Como en todo paro -cada vez más habituales en nuestro país-, surgen crisis, confrontaciones y debates. En el paro que está sucediendo en este momento, por su prolongación y efectos adversos a algunos sectores del país, se escuchan cada vez más voces tendientes a usar “la fuerza”, “la autoridad de Estado” y “el principio de autoridad”, entre otras denominaciones, que apuntan a una sola cosa: desalojar por la vía de la fuerza física a quienes hacen los bloqueos. 

Dicha posición obedece a una concepción de Estado que, entre otras cosas, se puede denominar conservadurismo, pues invocando argumentos de derecho, se pide que el Estado, como ese gran Leviatán hobbesiano, salvaguarde el orden público e impida todo tipo de desorden de facto.  Es una postura ideológica respetable y hace parte del pluralismo que debe existir en una sociedad. Sin embargo, su aplicación genera, por lo menos en nuestra sociedad, consecuencias que profundizan la crisis y no la solucionan.

Tales posiciones de origen conservador se pueden ubicar en el ala radical de dicho sector ideológico. Se asume que el principio de autoridad en su uso debe acallar protestas y bloqueos por más legítimos que sean. Exministros como Fernando Londoño Hoyos, Francisco Lloreda Mera y voceros de gremios como la SAC y FEDEGAN, desde sus tribunas exigen la autoridad por encima del diálogo, dado que al Estado ya es costumbre que año a año lo estén extorsionando [1]. Se debe hacer respetar la autoridad y en palabras  de uno de ellos, hay opciones de fuerza, así:  “Pero, cuando algún recalcitrante la desafía en daño de los demás, se recuerda que el derecho es coercible. Y, por eso y para eso, existen el derecho penal, los bastones de mando, los fusiles, las cárceles”[2]

pacificocolombia.org

Aunque parezca que esa visión ideológica del uso de la autoridad es de unos pocos, no es así y asombra ver que cada vez, en círculos de debate y en lugares públicos, el comentario por medio de algunos ciudadanos, de manera normal, de señalar que a los indígenas hay que enviarles el “ESMAD”, institución insigne del uso de la “fuerza legítima” contra la protesta y además hay que judicializarlos.  Se enuncian varios argumentos, la crisis de los productores y  del empresariado, el dinero que se pierde por cada día de bloqueo, la ausencia de alimentos, de combustible, el deterioro de las vías, en conclusión: la economía se perjudica y eso afecta a todos. Por otro lado, el gobierno a través de sus ministros no ayuda a calmar las aguas, sino que emite comunicados y acusaciones de infiltraciones, de muertos, secuestros y todo un lenguaje propio del belicismo y de ver al “otro”, al que protesta, como “enemigo interno”. 

En el marco de todo lo anterior, cabría formular un llamado a esos radicales a que observen la realidad con los ojos de soluciones efectivas y definitivas, y no a seguir con vías ritualistas del derecho, que podrán acallar y despejar, con el uso de gases y bastones, las reclamaciones de manera temporal, pero no garantizan que se sigan año a año haciendo paros. Solucionemos de raíz las cuestiones; eso exige un diálogo profundo y partir de unos reconocimientos, en el marco de la confianza. ¿Con qué criterio se le puede exigir a los grupos indígenas, étnicos y populares que sus reclamos no tienen cabida, si en departamentos como el Cauca, hay escenarios miserables? Cabe destacar que es el tercer departamento con más pobreza extrema y monetaria de Colombia [3],tiene el índice de Gini en concentración de tierra altísimo, con más del 0.8[4] y es, junto con Nariño, la región con más cultivos ilegales [5] ¿En treinta años cuantos paros se han dado? Han sido bastantes, y no hay solución de raíz. Ustedes, los conservadores son los que más han gobernado este país, y ni con autoridad ni con políticas públicas han solucionado las cosas. Háganse una autocrítica: ¿no será que están abordando desde una óptica equívoca la problemática? Todos por unos días nos vemos afectados por el paro, pero los que protestan llevan décadas en estas. Yo estoy dispuesto a sacrificar mi comodidad rutinaria porque cuando se vive en sociedad hay que hacer sacrificios. Hagan ustedes también uno: sacrifiquen algo de ideología y ayuden a dar soluciones definitivas que solo se dan en el marco del diálogo el reconocimiento del “otro” como legítimo, igual y respetable. Hay muchos datos estadísticos para dar y legitimar las posiciones, pero esto no se trata de un ejercicio matemático; se trata de dejar la costumbre gubernamental de hacer las cosas a medias y solucionar incendios de manera temporal.

Es cierto que frente a las vías de hecho hay bastante debate pero, como se dijo en el Congreso en el siglo pasado, esto no es Dinamarca sino Cundinamarca. Los gobiernos de turno no han sido capaces de oír las reclamaciones respetuosas; acá solo se presta la atención debida cuando los ciudadanos hacen paro. La responsabilidad no es del ciudadano que acude esa práctica; es del Estado que ha demostrado que solo así se accede a prestaciones sociales.  No se trata de hacer apología a las turbas y a la sedición sino de comprender que el uso constante de la fuerza y de no oírnos como sociedad ha sido la causa de demasiada violencia. Hoy son los indígenas, mañana los camioneros, luego los maestros, después los campesinos, los estudiantes. Es un círculo vicioso y hay que pararlo; no es la fuerza sino a punta de democracia plena, algo que se ha negado siempre, pues el poco dialogo que se ha dado ha sido hipócrita para acallar las noticias, despejar las vías y demostrar que el presidente de turno sí sabe cómo lidiar con paros, que es fuerte y no da el brazo a torcer. El mismo teatro en cada paro.

A los radicales de lado y lado, a los que piden como lobos la fuerza que trae la sangre y a los otros, a los que piden por el cielo y no ceden, solo me queda decirles que ambos se perpetúan como antagonistas si no sacrifican y si no dialogan en democracia y en confianza.

[1] La minga extorsiva. Columna de Francisco Lloreda Mera. Exministro de Educación. Publicada el 24 de marzo de 2019. Disponible en https://www.elpais.com.co/opinion/columnistas/francisco-jose-lloreda-mera/la-minga-extorsiva.html
[2] Dialogo o autoridad. Columna de Fernando Londoño Hoyos. Ex ministro del Interior y de Justicia. Publicada el 25 de marzo de 2019. Disponible en: https://www.las2orillas.co/dialogo-o-autoridad
[3] Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE. Boletín técnico, pobreza monetaria en el Cauca. Publicado el 6 de abril de 2018. Disponible en:https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/condiciones_vida/pobreza/2017/Cauca_Pobreza_2017.pdf
[4] Socialización de resultados técnicos UPRA. Dirección de Ordenamiento de la Propiedad y Mercado de Tierras. Disponible en:https://www.upra.gov.co/documents/10184/23342/Proyectos+Distribuci%C3%B3n+de+la+Propiedad+de+la+propiedad.pdf/d78e382c-77ac-4d60-9cfd-da42fb5be8b9
[5] Informe de monitoreo de territorios afectados por cultivos ilícitos 2017. Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Publicado en septiembre de 2018. Disponible en: https://www.unodc.org/documents/crop-monitoring/Colombia/Colombia_Monitoreo_territorios_afectados_cultivos_ilicitos_2017_Resumen.pdf

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