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El Registrador Nacional, sin vergüenza y con gran satisfacción, dijo que se sentía un ganador.
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Cuando culminó la Comisión Nacional de Garantías Electorales, convocado por el gobierno nacional, el día 22 de marzo, ALEXANDER VEGA ROCHA, Registrador Nacional, después de presentar un informe amañado, ocultando convenientemente las razones de su fracaso, el mismo que nos pudo llevar a un desorden peligrosísimo para nuestra frágil democracia, salpicó con agua sucia a los jurados de votación y los inculpó por su actuar delictivo, supuestos bandidos que debe investigar la Fiscalía. A la manera de Poncio Pilatos, se descargó de sus culpas, y dejó toda la responsabilidad en los jurados de votación, después de haber ocultado lo que verdaderamente ocurrió. Sin vergüenza y con gran satisfacción, dijo que se sentía un ganador.
La Registraduría Nacional del Estado Civil tiene que lidiar con muchas desconfianzas y suspicacias, porque en las elecciones se define quienes serán los que manejarán el poder público en Colombia en un periodo de tiempo determinado.
A pesar de esta ingrata realidad, siempre la Registraduría, en todas las encuestas de opinión, ocupó los primeros puestos entre las entidades que más confianza le generaban a los colombianos. Ésta era una realidad indiscutible. El Registrador, que irresponsablemente se siente un ganador, con su actuar le ha dado un golpe mortal a una institución que necesita de toda la confianza para su supervivencia. La única manera de poder brindar esa confianza es ofreciendo transparencia, claridad, equilibrio, honestidad y respeto por el ordenamiento jurídico establecido.
Desde que llegó el Registrador Nacional, lo único que ha habido es opacidad, mentiras y violación flagrante de la Constitución y la ley.
Desde hace mucho tiempo en un denuncio penal que presenté en contra de ALEXANDER VEGA ROCHA, demostré con documentos contundentes e irrefutables, en el cual mencioné nombres y apellidos concretos, la destitución de 398 funcionarios de la Registraduría, actos administrativos con los cuales se violaron importantes sentencias de la Corte Constitucional, que hicieron tránsito a cosa juzgada constitucional. Igual número de funcionarios fueron nombrados, unilateral y arbitrariamente, violando el artículo 266 de la Constitución Nacional que expresamente dice: “La Registraduría Nacional estará conformada por servidores públicos que pertenezcan a una carrera administrativa especial…” y de manera explícita y clara sin dejar resquicio para la interpretación, estableció que el ingreso a la carrera administrativa No tendría EXCEPCIONES señalando que para el acceso a la carrera especial de la Registraduría “… se ingresará EXCLUSIVAMENTE por concurso de méritos…”. Estoy seguro que son muchos más de 368 los perjudicados.
El Registrador que, después de semejante fracaso se siente un ilusorio ganador, desde su llegada al cargo, ha pasado los linderos del Código Penal, de manera permanente y sostenida, ha nombrado a funcionarios que le indicaron muchos poderosos del país, en todas las ramas del poder público y por supuesto no descuidó al cuarto poder, para ocultar sus fechorías.
ALEXANDER VEGA ROCHA entró a ocupar su cargo el 6 de diciembre de 2019. Eso quiere decir que lleva más de 800 días fungiendo como Registrador Nacional. Si ha nombrado a 398 funcionarios y ha destituido a 398 ilegal e inconstitucionalmente, es fácil deducir que cometió irregularidades en el nombramiento y destitución de 796 funcionarios, lo que demuestro con pruebas documentales fehacientes. Sin duda, en todas estas actuaciones, ha cometido el delito de Prevaricato por Acción, a una tasa aproximada de un delito por cada día de funciones. Éste es un verdadero record: con esos resultados, cualquier delincuente respetable podría sentirse un ganador.
Pero éste no es el único delito. Cuando me destituyó, le presenté un derecho de petición para que me entregara los documentos que demuestran que yo ingresé por concurso público de méritos, pero me respondió negando, la existencia de ese legítimo concurso. Su mentira pasó por alto un detalle: en la misma página web de la Registraduría encontré un documento del año 2009 que dice: “Culminó con éxito el concurso de méritos de 64 Delegados Departamentales ordenado por la sentencia C-230ª de 2008 y hecho mediante convocatoria No. 003 del mismo año”. Allí mismo dice que solo pasamos 43 concursantes y expone la lista de las personas que pasamos el concurso, en donde claramente está mi nombre y el de 14 Delegados más a quienes impunemente y delictualmente nos destituyó. Afortunadamente, yo sabía con el personaje al que me estaba enfrentando y tuve la precaución de guardar esos documentos. Una vez se dio cuenta que lo denuncié por el delito de Ocultamiento de Documento Público, desmontó de la página esa información, para borrar la prueba. Ya era demasiado tarde para sus innobles propósitos, porque guardé, con mucho celo esa prueba así éste no se la única prueba con la que demuestro la existencia real de ese concurso.
Al Registrador Nacional lo denuncié por otros delitos, que no nombro para no volver pesado este escrito y porque con la demostración de estos dos es suficiente para conocer el verdadero talante del Registrador Nacional.
El Registrador, con esa cantidad de nombramientos, se ha convertido en el Registrador más poderoso en la historia de esa institución. Para poder cometer sus delitos, sus arbitrariedades y sus abusos, creó un imperio inexpugnable complaciendo a los poderosos del país, con el convencimiento pleno de que la justicia no lo tocará. Tiene un problema: construyó su poder con los ladrillos del delito.
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Al denuncio penal en contra de ALEXANDER VEGA ROCHA, también aporté la siguiente información: 1) las 167 tutelas originadas en los despidos injustos y arbitrarios; 2) las más de 100 acciones de nulidad y restablecimiento, con nombres y apellidos y ha más; 3) Las más de 110 audiencias de conciliación ante la Procuraduría; 4) Los costos de la restitución de más de 24 funcionarios ilegalmente destituidos; 5) la infinidad de derechos de petición originados por el abuso del Registrador Nacional.
Todas estas acciones le han ocasionado un gran desgaste administrativo a la Registraduría, lo que ha convertido a la oficina jurídica de la institución en una dependencia extremadamente robusta. Ha tenido que pagar varias indemnizaciones; tengo los montos de esos gastos y el costo de ese ejército de abogados que paga con nuestros impuestos para responder a todas estas acciones judiciales y el de la gran cantidad de periodistas que lo asesoran para ocultar sus fechorías. Es triste ver como este funcionario, para ocultar sus desmanes, delinque, despide, oculta, miente y nosotros somos los que pagamos sus abusos. Definitivamente, tiene razones suficientes para sentirse un ganador.
Pero el gasto más grande vendrá cuando empiecen a salir esa infinidad de demandas que por cientos y cientos de millones deberá pagar la Registraduría. No ha habido una administración más desastrosa, más irresponsable y más delictual que la administración de un Registrador que, a pesar de la catástrofe, con el ego inflado se declara irresponsablemente ganador.
Estas elecciones han sido un verdadero fracaso, el Registrador obedeciendo a órdenes superiores, inicialmente solicitó al Consejo Nacional Electoral – CNE – el reconteo de todos los votos, pero el Consejo de Estado en varios pronunciamientos ha dicho que el CNE no tiene competencia para ordenar reconteos, información que el Registrador debía conocer, pero su incapacidad no se lo permite. Afortunadamente, alguien le dijo que la figura del reconteo no existe en la legislación electoral y lo salvó de una mayor vergüenza y, por supuesto, él echó para atrás ese adefesio.
Este señor despidió a tantos y tantos funcionarios para complacer a los poderosos, de todos los pelambres, que no le importó hacer las elecciones con muchísimos funcionarios sin experiencia. Por eso, no se capacitaron adecuadamente a los jurados de votación y a esto le sumamos que sacó a los profesores, por órdenes superiores, y puso en su reemplazo a estudiantes poco entrenados como jurados. Además de toda esa desorientación, sacó arbitrariamente a los funcionarios de la Registraduría que contaban con experiencia. De contera, creó un documento E-14 para senado mal diseñado y, conociendo su condición, me inclino a pensar que no fue de buena fe. Por eso, en 29.000 mesas no aparecieron los votos de un movimiento político y, a través de un debido proceso electoral, fueron rescatados y contabilizados, con lo que las comisiones escrutadoras pusieron a salvo las elecciones. Aun así, irresponsablemente les dio a los oportunistas los argumentos necesarios para incendiar con mentiras al país, lo que pudo ocasionar una gran tragedia. La madurez de los partidos les permitió reconocer que no hubo fraude. Por esta proeza, por casi convertir en una hoguera al país, se siente un ganador, al estilo Nerón que disfrutaba ver en llamas a la gran Roma.
Para el colmo de los males, con su espíritu politiquero, destituyó a los que conocían el proceso electoral, violando, sin sonrojarse, la Constitución y la ley. A estos los reemplazó por recomendados del mundo de la política, de la justicia, del periodismo, en fin, para complacer a todos aquellos que le sirvieran a sus oscuros propósitos. No contento con esto, faltando pocos días, les pidió la renuncia a todos los Delegados Departamentales, a todos los Registradores Especiales y a todos los Registradores Auxiliares. Gracias al periodismo independiente tuvimos la oportunidad de denunciar a tiempo esta tropelía, que seguramente frenó esta desgracia: de lo contrario, el desastre posiblemente hubiera sido espantoso.
Para la inscripción de cédulas el artículo 78 del Código Electoral exige la presencia del inscriptor y la toma de su huella dactilar. Sin embargo, se inventó la autenticación de ese acto mediante biometría facial, pero él no sabía que ese tipo de biometría es un trabajo que no está concluido en la Registraduría. No a todos los ciudadanos se les puede hacer biometría facial, porque hay deficiencias en los archivos fotográficos de la institución, lo que ocasionó que muchísimos potenciales votantes no pudieran hacerlo, por no haberse autenticado su inscripción. Así violó el derecho al voto de muchísimos ciudadanos, pero sin vergüenza, por ese acto “heroico” se siente un ganador.
El día de las elecciones no funcionó el aplicativo Infovotantes, que es el que le permite al ciudadano identificar fácilmente el sitio de su votación, lo que ocasionó que muchos no votaran por falta de información. Sin embargo, sigue pensando que es un ganador.
Aproximadamente 800 mesas de votación no aparecieron en la divipol y hubo votos que aparecían en el E-14 y, cuando los cargaban en el E-24, aparecían en ceros. El Registrador, complaciendo a los partidos a última hora y a la carrera nombró a los jurados de votación y esto ocasionó muchos traumatismos. El cargue de los testigos electorales tuvo muchas contingencias y al final les dieron la orden a los partidos que ellos mismos cargaran a la plataforma los testigos, cuando le correspondía al CNE y a la Registraduría. El pre-conteo fue uno de los más lentos de los últimos años. En fin, fueron tantas y tantas las anomalías, del proceso electoral, pero el Registrador no deja de sentirse ganador.
Finalmente, cuando en diciembre de 2020 lo denuncié penalmente por la comisión de varios delitos, con unas pruebas documentales, fehacientes concluyentes y definitivas, un fiscal delegado ante la corte Suprema de Justicia, mediante un auto vergonzoso, evidentemente prevaricador y contraevidente (milagro que me permite pensar que se logró por las generosas dádivas entregadas a los poderosos ya que no le encuentro otra explicación) ordenó archivar ese proceso, orden de archivo que en la ley no tiene ni recurso de reposición ni recurso de apelación. Con este auto que evidentemente demuestra la poca autoridad moral de la fiscalía, pensó el Registrador que yo quedaba noqueado y en la leona, porque hasta allí llegaba mi perseverancia. Se equivoca: para eso están las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y las acciones de tutela, herramienta jurídica de la que ya hice uso. Solo estoy esperando el fallo.
Después de observar la condición de ALEXANDER VEGA ROCHA que nos devela la verdadera cara de este opaco personaje y después de saber lo que dice la Revista Cambio – que el Registrador tiene un edificio entero en el barrio Los Rosales de Bogotá y que tiene un apartamento en un sitio exclusivo en Madrid – España, posiblemente conseguido cuando era magistrado del CNE -, no puedo dejar de pensar sobre los grandes dividendos que le puede dar a un individuo sin escrúpulos, cuando maneja contratos por mucho más de un millón de millones de pesos, amparado en el manejo que debe dársele a los asuntos sometidos al exclusivo ámbito de la reserva, del orden público y de la seguridad nacional, como son los contratos en la Registraduría en época de elecciones. Bajo este punto de vista entiendo por qué el Registrador se siente un ganador.
Hasta ahora su estrategia de complacer a todos los que puedan cuestionarlo, juzgarlo, investigarlo, complacerlo con la aprobación de un código electoral y respaldarlo a nivel nacional en lo que él necesite le ha funcionado. Hasta ahora ha logrado el imperio inexpugnable que se propuso después de haber sido elegido con muchos cuestionamientos. Pero tenemos una gran ventaja: la verdad y las pruebas. En cualquier momento, se le desbaratara su imperio. Yo cuento con la fe, con la esperanza, con la razón y con las pruebas que demuestran su verdadera condición.
Con la evidente falta de confianza que despierta ALEXANDER VEGA ROCHA, los presidentes de las altas cortes que nos metieron en este berenjenal, y que son los únicos funcionarios competentes para nombrar al Registrador Nacional, deben reunirse de urgencia y nombrar a un registrador ad-hoc, antes que las elecciones por venir conviertan al país, ahora sí, en la Roma que deseaba Nerón.
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*Oscar Maya Guerrero. Abogado, Ex-Delegado del Registrador Nacional en diez departamentos , con una experiencia en el ente electoral de más de 11 años.