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El jueves 11 de junio, en medio de una plenaria del Senado, los colombianos conocimos un secreto de la Vicepresidenta Ramírez: la alta funcionaria pagó la fianza para un hermano condenado por narcotráfico en Estados Unidos más de veinte años atrás. La controversia política estalló entre quienes defendieron el silencio de Ramírez y quienes le reprocharon su falta de transparencia.
Pocas horas después de la revelación y con los legisladores todavía en sesión, Jessica Faieta, la Coordinadora Residente del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD – terció en un asunto de política interna, en violación de las normas más básicas de la diplomacia, así:

Con este trino, Faieta se unió al HT #ApoyoAlaVice lanzado por el Gobierno para defender a la Vicepresidenta así como para desprestigiar a sus contradictores:



Una rápida revisión de #ApoyoalaVice muestra que se trató de una campaña dirigida desde Palacio de Nariño que involucró a todos sus cuadros. Esta estrategia de choque, válida para el Gobierno, ¿cómo se extendió al PNUD? ¿Tanta ha sido la presión del Gobierno?
La imparcialidad de los funcionarios de Naciones Unidas trasnocha al Secretario General Guterres. Foreign Policy publicó la misiva que, hace pocos días, envió a los empleados de la Organización en referencia a las protestas en Nueva York: “La participación en manifestaciones en las circunstancias actuales puede no ser consistente con la independencia e imparcialidad que se nos exige como servidores públicos internacionales”.
En razón a la resistencia que creó la instrucción de mantenerse al margen del movimiento Black Lives Matter, Antonio Guterres debió dar marcha atrás, pero impuso una condición. “No existe prohibición para las expresiones de solidaridad o el involucramiento pacífico, si se emprenden en una capacidad personal”, aclaró.
Allá, los valores de los funcionarios estaban en juego; aquí, una representante puso en entredicho los principios de la Organización.
El sistema de Naciones Unidas continúa exhibiendo su disfuncionalidad: con una mano destruye la credibilidad que gana con la otra.
*Laura Gil, politóloga e internacionalista, directora de La Línea del Medio, @lauraggils