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Las instituciones educativas públicas aquí y en toda América se enfrentan a diario a la desigualdad y al egoísmo de sus gobiernos porque su único objetivo no es generar oportunidades sino capitalizarlas.
Finlandia es uno de los países más exitosos en el ámbito educativo según la encuesta internacional PISA sobre los sistemas educativos de la OCDE. Esto no fue siempre así. El modelo educacional finlandés se desarrolló gracias a su economía creciente; esto implicó que el presupuesto disponible para la educación fuera grande. ¿La voluminosa inversión fue la responsable de su éxito educativo? La financiación formativa en la sociedad finlandesa es solo una fracción del triunfo de su sistema.
El informe de la consultora McKinsey, basándose en el estudio benchmarking para la identificación de los factores clave de los países con buenos resultados educativos y de los países que están mejorando sus resultados, sostiene que, “cuando un país se enfrenta a bajos resultados en las pruebas PISA, su primera reacción es aumentar la inversión educativa; sin embargo, no hay una relación directa con este hecho”.
McKinsey muestra que el factor clave no es la inversión en infraestructura o en materiales, que es lo que generalmente se cree, sino en la excelente preparación de los maestros. Finlandia escoge a sus futuros profesores entre los mejores estudiantes que salen de la enseñanza media. En su preparación universitaria, ellos disponen de los mejores maestros y, cuando se gradúan, también se les garantiza el puesto de trabajo, sumado al seguimiento profesional dentro de su ejercicio laboral, además del salario para los nuevos docentes igual al de otros profesionales de nivel del país.
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El informe McKinsey advierte que, al invertir más dinero en la educación de forma general, el otorgamiento de autonomía a las instituciones educativas sin cambio de los métodos pedagógicos, la disminución del número de alumnos por grupo y el aumento de los salarios de los profesores sin percatarse de su formación son medidas ineficaces para el progreso. El problema debe ser estudiado y entendido desde su raíz y la raíz es la preparación y la calidad del profesor para el éxito educativo.
Cabe destacar además que todas las instituciones educativas en Finlandia son públicas y que no existe la privatización de la formación que fomente la segregación escolar, una segregación que afecta el aprendizaje de los alumnos, sus expectativas y sus auto-conceptos.
La Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva de Santiago de Chile argumenta que el mercado educativo, la competencia entre escuelas, los mecanismos de selección y la inexistencia de políticas públicas educativas en favor de la equidad a través de mecanismos de compensación de las desigualdades hace que la segregación aumente y que la calidad educativa disminuya considerablemente. El documental de Michael Moore sobre “el éxito educativo de Finlandia” afirma que la educación no debería ser un negocio.
El privilegio del sistema finlandés no radica en la cantidad de dinero que dispone el país para la infraestructura o en la inversión masificada de materiales de trabajo, sino en la identificación del problema dentro de su modelo educativo e invirtiendo en la preparación de maestros de calidad y políticas públicas educativas, las cuales son el motor para que el modelo educacional funcione con todos sus elementos, considerando, además, la filosofía de la educación, no como un negocio, sino como la base del progreso económico y social en sí mismo.
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El caso de Estados Unidos con su modelo educativo es el mismo que Finlandia rechaza. Estados Unidos se sustenta bajo una economía de primer mundo, en donde podría pensarse que dispone de economía suficiente para permitir un amplio presupuesto para la inversión en educación. Sin embargo, su modelo educativo es un negocio.
Las escuelas y universidades de prestigio se financian a través de sus propios medios, como lo señala la ONG Humanium en un artículo sobre “la educación en Estados Unidos: un acceso desigual”. En el barrio de la Canada Flintridge de los Ángeles, los ingresos medios de una familia son de 154.947 dólares; en ese sentido, sí tenemos un sistema educativo privilegiado, pero solo porque se cuentan con los medios suficientes para serlo. En cambio, en uno de los barrios más pobres como Huntington Park, el ingreso medio por familia es de 36.620 dólares, es decir, que sus residentes cuentan con menos oportunidades para acceder a una educación competente.
En este sentido, “el sistema educativo en Estados Unidos está pensado para ver a los estudiantes como recursos económicos” porque se apoya en las deudas que los estudiantes y padres norteamericanos adquieren para entrar y permanecer en una universidad o colegio que les brinde una formación de alta calidad.
A diferencia de Finlandia en donde la buena educación tiene como resultado profesionales capaces de aportar al desarrollo de su nación, en Estados Unidos la educación es usada como otro propulsor más de su economía.
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¿Les suena familiar? El sistema educativo en Estados Unidos se asemeja al nuestro, un sistema egoísta. Ambos se basan en la privatización de la educación, fomentan la segregación escolar, incentivan deudas interminables para acceder a la universidad con un fin netamente económico y dejan como resultado la diferencia de la calidad entre instituciones por falta de recursos. Acumulan otros errores como la inversión general sin cambiar las estrategias pedagógicas.
Es posible que en Colombia el problema educativo no radique solamente en la falta de recursos, sino en la necesidad de erradicar patrones de error que le replicamos a las potencias económicas mundiales con la esperanza final de ser una nación desarrollada también.
Las instituciones educativas públicas aquí y en toda América se enfrentan a diario a la desigualdad y al egoísmo de sus gobiernos porque su único objetivo no es generar oportunidades sino capitalizarlas.
*Angie Alexandra Bustos, estudiante de Universidad Pedagógica Nacional