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Quizás si en lugar de estar pensando en las decisiones que otros adoptan dedicáramos tiempo y esfuerzo a lo que debe ocuparnos internamente, el túnel en el que nos encontramos sería menos largo.

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En eso nos hemos convertido los venezolanos. Cada vez que se celebra una elección en alguna nación en la cual de alguna manera tenemos interés, cual fanáticos nos reunimos alrededor del candidato que consideramos representa nuestro pensamiento. Así, bajo esa novedosa posición, todo lo vemos con el prisma chavismo-antichavismo y creemos que de similar manera lo ven los habitantes de los lugares donde se celebran comicios democráticos.

A esa actitud ha contribuido en mucho la conducta que están desplegando ciertos líderes venezolanos, al visitar distintos países del mundo a fin de manifestarle expreso apoyo a determinado candidato o denostar implícitamente de quienes no son de su afecto y, por qué no decirlo, de quienes hacen lo mismo en conversación pública vía telemática con el aspirante presidencial de su cercanía ideológica.

Así como nosotros criticamos que desde el año 2003 la dirigencia de un país mucho más pequeño que el nuestro tenga tanta primacía en las decisiones venezolanas, seguramente igual lo hará el nacional de la respectiva nación en respuesta a presencia relancina de extranjeros que van a manifestarle a determinada personalidad un apoyo que en poco o nada a ésta le impacta. Los venezolanos no votamos en esos países pero sí podemos resultar afectados si quien resulta ganador del respectivo comicio es el aspirante adversario y con el producto de esa conducta se eliminan todo tipo de relaciones.

Pudiere afirmarse que la presencia o el apoyo telemático de cierta dirigencia es consecuencia de la preocupación que la situación venezolana se repita allende nuestras fronteras y así lo creo. Obviamente esas naciones conocen nuestra situación porque tienen a miles o millones de nosotros dentro de su territorio impactándoles para bien o para mal, de manera que esa explicación es inadmisible y lo es más aún vista nuestra incapacidad de resolver nuestros problemas.

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Los venezolanos elegimos el camino del chavismo por soberbia, por sobrados y quizás bajo engaño como lo afirmó en alguna oportunidad el ex presidente Uribe. Las instituciones  – y los ciudadanos – de países amigos o hermanos que han adoptado el camino chavista han resistido democráticamente y han logrado revertirlo, pero también de esa manera -producto de la incapacidad de su dirigencia de llegar a acuerdos mínimos – han retornado a él. Bolivia es el mejor ejemplo de ello.

Este próximo viernes millones de nosotros pasaremos una nueva navidad fuera de nuestra tierra, muchos impedidos de retornar a la misma mientras el estado de cosas que originó nuestra salida se mantenga. El transcurso del tiempo conspira contra la posibilidad del retorno y que eso nadie lo dude. Eso debería preocupar supremamente a quienes aspiran liderar el país y ello no lo evidencian, dispensando apoyos o manifestando desacuerdos con quienes en otros lares, por decisión de sus ciudadanos, que no de nosotros, habrán de dirigir sus respectivas naciones, corriendo el riesgo de que es posible que los respaldos resulten infructuosos.

Los venezolanos hemos demostrado al día de hoy nuestra incapacidad de prever el futuro. Los hechos, los nuestros, lo evidencian pues son ya 23 años de haber dado un paso al vacío sin que hubiéremos consensuado el motivo por el que  lo hicimos y mucho menos la manera de revertirlo.

Dejemos a cada nación decidir su destino conforme a sus propios intereses y dediquemos denodados esfuerzos a resolver nuestros asuntos. Quizás si en lugar de estar pensando en las decisiones que otros adoptan dedicáramos tiempo y esfuerzo a lo que debe ocuparnos internamente, el túnel en el que nos encontramos sería menos largo. Si ello fuere posible, la posibilidad de que la esperanza interna – hoy extraviada – retorne  sería mayor,  como lo sería asimismo el que se detenga la hemorragia de personas que abandonan el país.

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*Gonzalo Oliveros Navarro, Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia. Director de Fundación2Países @barraplural

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