¿Qué nos pasa?

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El sociólogo Stanley Cohen describe siete tipos diferentes de vandalismo:

1- Vandalismo adquisitivo (saqueo y hurto menor).

2- Presión de grupo: los adolescentes pasan más tiempo fuera de casa con sus compañeros, ya sea que actúen de manera constructiva o destructiva, puede depender de los contactos que hagan. “Desobedecer a la autoridad les puede parecer genial”.

3- Vandalismo táctico (para avanzar en un fin que no sea la adquisición de dinero o propiedad, como romper una ventana para ser arrestado y conseguir una cama para pasar la noche en una celda de la policía).

4- Vandalismo ideológico (llevado a cabo para promover una causa ideológica explícita o entregar un mensaje. Ej. Primera Línea).

5- Jugar al vandalismo (daño resultante de los juegos infantiles).

6- Vandalismo malicioso (daño causado por una efusión violenta de frustración difusa y rabia que a menudo ocurre en entornos públicos o eventos masivos).

Stanley Cohen. Sociólogo. (Johannesburgo 1942- Londres 2013).

(Lea también: Filibusterismo y pensiones)

El comportamiento anómalo de algunos ciudadanos (la mayoría colombianos entre ellos) que produjeron desórdenes y vandalismo con ocasión del recién pasado campeonato de Copa América de Fútbol, realizado en USA llama a la reflexión sobre ese tipo de comportamientos que enlodan nuestra imagen de país, pero que a su vez deben ser dimensionados para no caer en autoflagelaciones de “país paria” o merecedores del peor desprecio. El vandalismo es un problema casi que universal en ciertos sectores de la sociedad, que ocurre en muchos países tanto del mundo desarrollado o de capitalismo avanzado y en tantos otros de “menor prosapia”. Con esto no quiero justificar conductas impropias ni condescender o morigerar tales conductas o comportamientos.

El Vandalismo o pésimo comportamiento ciudadano que escala a perjuicios en personas y bienes, se origina como concepto o mejor como designación a una deriva de un pueblo “bárbaro” denominado Vándalo, que invadió Roma hacia el año 425 d. C., y que según algunos historiadores arrasaron con la ciudad destruyendo gran cantidad de monumentos y símbolos culturales de los romanos. Otros historiadores han establecido que esto fue más leyenda que verdad. De todas maneras, quien introdujo el término, para bien o para mal, justo o injusto así quedó consagrado. Vandalizar es actuar con violencia destructiva sobre bienes públicos o privados y aún sobre las personas con ánimo de destrozo y furia irracional. Pero hay varios tipos de vandalismo, como lo estableció el sociólogo Stanley Cohen, que al diferenciar tipos del mismo abre la posibilidad de conductas o políticas distintas o diferenciadas. para su control.

De todas maneras, hay un elemento general carencial: la falta de cultura ciudadana o cívica. Ésta no resulta fácilmente de algunos entornos familiares, para que produzcan la socialización ciudadana, muchos de ellos con carencias económicas básicas, no tienen otra recurrencia que el rebusque que raya en delincuencia. En la formación escolar no hay en los currículos la materia cultura ciudadana o como componente de otras asignaturas. Así se forman espacios anómicos: se refiere a un territorio (locus de relaciones) físico o simbólico en donde se admite el incumplimiento permanente de las normas y /o se rechaza el conjunto o aparte de las normas de la sociedad de la cual se hace parte y que, de alguna manera, se tolera por parte del conjunto de la sociedad o constituye una válvula de escape relativa o pragmáticamente admitida. (Reyes, 2016). O existe un programa intensivo de cultura ciudadana, a cargo de las administraciones municipales o se incorpora como un componente necesario de todo programa de política pública.

El comportamiento ciudadano en el contexto que se dio del campeonato de la Copa América de Futbol realizado recientemente, como ya habíamos dicho, mostró mucho de esas carencias en cultura ciudadana. Mejor dicho, si bien no es generalizado ese comportamiento indeseable y dañino si afecta al conjunto de la sociedad, aupado por consumo excesivo de licor que parece potenciar la agresividad de algunas personas.  La gran cantidad de peleas y conflictos fueron característicos de los días de euforia en torno a los partidos disputados por la Selección Colombia. Su buen performance, el de este conjunto de jugadores de futbol, exacerbó el fervor que derivó en algunos en una emocionalidad incontrolada que en algunos casos produjo daños a personas y bienes. De un lado, la positividad que unos jugadores del futbol profesional logren tan buen desempeño para constituirse en orgullo nacional y por otro una emocionalidad exacerbada que lesiona al conjunto social, que no puede simplemente acudir a la fuerza pública para controlar, cuando el mayor y mejor control es el propio o sea el autocontrol o la sanción social correspondiente.

(Texto relacionado: Los Juegos Del Hambre)

Hay una tendencia a exaltar ciertos comportamientos vandálicos como manifestaciones válidas de protesta social. Una cosa es reconocer la validez de la protesta social y otra cosa es morigerar los casos de conducta vandálica, que especialmente se ensañan contra los bienes públicos. Por ejemplo, el más socorrido para el ejercicio del vandalismo es el transporte público. Un bien público desde luego que nos pertenece a todos y a todos nos corresponde cuidarlo. Es lo más contradictorio de una protesta que exija, por ejemplo, más presupuesto público para la educación y termine en vandalismo contra un bien público, como ha ocurrido tan frecuentemente en Bogotá con el sistema de transporte público Transmilenio, destruyendo sus estaciones.

El vandalismo o el comportamiento socialmente destructivo no hay que mirarlo solamente en el impresionismo de sus lamentables resultados sino en lo que lo origina para acertar en su prevención y control.

La mirada controlista o policial sobre este fenómeno social, si bien es necesario en lo inmediato es ineficaz en el largo plazo. Aquí es necesario recurrir de fondo a lo que aportan las Ciencias Sociales para entender los tipos y causas de este fenómeno disruptivo. La responsabilidad de la cultura ciudadana es compartida entre la Familia, la Escuela y el Estado (en sus diversas estancias especialmente local y nacional). La formación de valores ciudadanos (Solidaridad, respeto, tolerancia, igualdad, libertad, respeto por la naturaleza, Paz…etc.) es una tarea conjunta que arranca en la familia (y ahí los educadores deben a su vez ser educados o reeducados), la escolaridad (maestros, familia y compañeros) y el Estado con campañas de refuerzo educativo, pero principalmente a través del ejemplo.

(Le puede interesar: Autocorrección)

*Víctor Reyes Morris, sociólogo, doctor en sociología jurídica, exconcejal de Bogotá, exrepresentante a la Cámara, profesor pensionado Universidad Nacional de Colombia.

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1 COMENTARIO

  1. Lamentablemente el colombiano tiene una cultura de “el vivo” que yo define como aquel que justifica su actuar para lograr su objetivo, debo llegar a un lugar, me paso el semaforo en rojo, voy por la berma de la vía, no hago una fila para un cruce, etc.

    Esto ocurre a todo nivel, por eso el corrupto no se siente mal al tomar dineros públicos, porque si no lo hace él, lo hace otro y asi ocurre a todo nivel. Mientras no entendamos que debemos respetar a los demás y que no todo vale para lograr los objetivos.

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