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“El que no se siente de verdad perdido se pierde inexorablemente; es decir no se encuentra jamás, no topa nunca con la propia realidad”. (José Ortega y Gasset. Filósofo español. 1883-1955).
“Si la realidad social se mostrara completa en lo inmediatamente perceptible no habría necesidad de las ciencias sociales para descifrarla. Bastaría con buenos fotógrafos para conocerla”. Jaime Osorio. Fundamento del Análisis social. FCE-UAM. México

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Una radiografía es una técnica diagnóstica que permite ver más allá de lo inmediatamente visible una realidad corporal y en un sentido metafórico, mirar la sociedad en una forma más compleja y quizás entender su organización dada y sus procesos. Quizás ha sido García Márquez, quien desde la literatura y la crónica mejor ha develado muchos aspectos de nuestra sociedad colombiana, sin quitarle mérito a nuestros colegas sociólogos/as, quienes han hecho contribuciones muy importantes en este sentido al conocimiento de nosotros mismos.
García Márquez, por ejemplo, en su Relato de un náufrago, nos revela mucho de ese ser colombiano, cuando describe la odisea de un marino colombiano sobreviviente de un naufragio, de una nave de la Armada, cargada de contrabando de electrodomésticos (y por eso se hundió) que al ser rescatado fue “heroificado”, besado por las reinas de belleza, desfilado en carro de bomberos y luego olvidado. La crónica nos hace caer en cuenta de ese comportamiento nuestro de sobrevalorar (aunque se trate de verdaderas hazañas) ciertos comportamientos que terminan siendo “flor de un día”, héroes de euforia y olvidados de siempre.
En otro relato más ficcional pero basado en un hecho real, la Crónica de una muerte anunciada, García Márquez recrea magistralmente el comportamiento machista y la violencia como única salida social a la supuesta afrenta, causada al honor de la familia. Esa violencia que nos signa tanto y que pareciera ser el camino de la derrota y la condena permanentes de estas estirpes colombianas.
El machismo y su correlato más perverso el feminicidio sigue colocando muchos casos criminales, en donde más allá de las estadísticas (más de 3000 asesinatos en los últimos 5 años, según el diario El Espectador) lo que hay culturalmente es esa idea machista de “posesión de la mujer”: “si no es para mí, es para nadie”. Las escenas de celos finalizadas en tragedias, en donde la pareja mujer lleva la peor parte (golpes, heridas y hasta la muerte), no puede conducirnos simplemente al acostumbramiento (son cosas que pasan) y desde las autoridades y la misma sociedad, estar alertas ojalá tempranamente para evitar estos desenlaces fatales. Todo lo que se haga será poco, si no repudiamos con vehemencia estos hechos. Y todos debemos convertirnos en agentes de estas alertas aun a riesgo de lo que se nos impuso como calificativo y se popularizó: “no ser sapos”, es la convocatoria general a la complicidad con lo ilegal.
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Claro nuestro país ha cambiado, aunque vivimos una simbiosis de esa vieja escala valorativa de una sociedad patriarcal y de una nueva sociedad que habla de derechos que pretenden hacerlos reales.
En otra obra, un cuento de García Márquez, Algo muy grave va a pasar en este pueblo, el rumor hace de las suyas (en este pueblo va a pasar algo…) y lo que hace es auto-cumplir la profecía: lo único que pasa es que todos se van del pueblo, porque algo iba a pasar….y todos se fueron.
Ahora han vuelto a aparecer con brío las llamadas “bodeguitas”, que son las fábricas de rumores que tanto funcionaron en la campaña presidencial de 2022. Se especializan en esparcir rumores que usualmente son noticias falsas. Hay pro-gubernamentales y oposicionistas. Apelan frecuentemente a crear odios o a alimentarlos con insistencia en política. Para no dar motivo u ocasión especialmente en los círculos gubernamentales lo mejor es “no dar papaya”, o sea no prestarse para lo que es rumor pueda confirmarse. Hay que dar lecciones de austeridad en un Gobierno que pretende configurarse como del “cambio”. Recojo las palabras del Papa Francisco, que en reciente alocución señaló que el mejor remedio contra la corrupción es la austeridad. El Gobierno acaba de expedir un decreto en donde dicta normas de gasto austero. Pero ser consecuente con la austeridad debe corresponder más que a decisiones normativas a buenas conductas ejemplarizantes. Por ello no encuentro correctas las respuestas de la señora Vicepresidenta, cuando la cuestionaron por el uso permanente de un helicóptero para sus traslados, que calificó “de malas” a los que no pueden usar ese medio de transporte. Esa respuesta es la típica de quienes desde posiciones privilegiadas juzgan a los ciudadanos/as de a píe. Creo que la señora Vicepresidenta debe pedir disculpas por tan desatinada respuesta. Vuelvo al Papa Francisco quien dice que la mejor enseñanza es la del ejemplo. Desde luego, el buen ejemplo.
No sé si García Márquez habrá escrito una crónica o relato ficcional sobre la corrupción o el asalto al tesoro público, seguramente que sí pero no tengo la referencia. Quiero entonces, aludir a lo que alguien llamó la “teoría del cuartico de hora”, que es la forma eufemística como alguien llamó al ejercicio del poder en su efímera circunstancia y por tanto a hacer el aprovechamiento personal de los bienes públicos, ante la incertidumbre de que se vuelva a tener ese poder. Lo peor es que esta situación es bastante frecuente y desde luego en plata blanca es corrupción. No hago esta consideración para estimular la conducta negativa de que “no hay por quien votar, pues todos son unos ladrones”. Eso solo conduce a la anarquía o al autocratismo que en su sentido más perverso es la negación de todo derecho y el aprovechamiento de unos cuantos de tal situación. No hay que rendirse, porque los corruptos si tienen quienes le voten. Estamos muy lejos de la “utopía anómica”, o sea el mundo distópico donde todo mundo sabe que hacer y, por tanto, no hay necesidad de autoridad, porque todos respetan y cumplen sin recurso a la vigilancia. Por ello hay que elegir gobernantes probos y conscientes de lo sagrado que es lo público y que no nombren gatos en la alacena para guardar el queso. No dejarse provocar de las “bodeguitas”, o sea de las fábricas de rumores, porque turban el buen criterio sobre todo a la hora de escoger.
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*Víctor Reyes Morris, sociólogo, doctor en sociología jurídica, exconcejal de Bogotá, exrepresentante a la Cámara, profesor pensionado Universidad Nacional de Colombia.