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Lo ocurrido esa fecha deberá llevar a la dirigencia a decidir si se abstiene por razones principistas o participa por pura necesidad política, al riesgo cierto de que los roben.

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El año 2005, con ocasión del resultado del referendo revocatorio y la inmediata declaración de la Coordinadora Democrática atinente a que lo anunciado contrariaba la verdad, asumí que lo conducente era abstenerme de participar como elector en las inmediatas elecciones que se realizaron en Venezuela, fundada dicha conclusión en obvias razones principistas.
Luego, la dirigencia opositora, con vista al hecho que, a su juicio se ejecutaba un fraude en la elección a la Asamblea Nacional de esos años, decidió abstenerse de participar y les acompañé.
Años después, el 2017, por razones principistas pues en la convocatoria a la constituyente de ese año no se habían cumplido, a mi juicio, los extremos constitucionales, decidí por las mismas razones abstenerme, lo que ciertamente hice -de manera forzada- pues llegué a Colombia a solicitar refugio un día antes de la elección de quienes en esa letal pantomima fueron electos.
Posterior a dicha elección, buena parte de la dirigencia política que -como hoy- lidera el país, llamó a la abstención y denigró a través de los medios a su servicio, de quienes resultaron electos como gobernadores y alcaldes ese año 2017 y decidieron comparecer ante la citada constituyente a juramentarse como esta lo había exigido.
Asimismo, el año 2018, ante el llamado a elección presidencial convocado por la referida constituyente, la decisión mayoritariamente acordada fue abstenerse aún cuando -ciertamente- en esa decisión influyeron mucho más motivos personales, de cálculo político y de pragmatismo que principistas por parte de quienes lideraron la decisión.
Finalmente, el año 2020, con vista a un llamado a elección de un parlamento que integrarían un número de diputados muy superior al que permite la Constitución, así como por otras razones nunca públicamente explicadas, nuevamente la abstención fue la decisión adoptada.
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Lo cierto es que quienes adujimos razones de principio en alguna oportunidad para acoger como práctica política la abstención, debemos estar complacidos. Cumplimos con nuestra conciencia, pero debemos preguntarnos a qué nos condujo ello. Permítaseme en tal sentido, hacer un corto inventario:
PRIMERO: Se le regaló al chavismo el control absoluto de la Asamblea Nacional; así y sólo a título de ejemplo designaron – hasta el sol de hoy- a quienes han ejercido como magistrados del TSJ y validan por tanto todas sus actuaciones aún cuando en algunas, por ejemplo la designación de los magistrados del 2017 por la asamblea que anularon judicialmente, debían haberse abstenido de participar por el evidente interés en la decisión emitida.
SEGUNDO: se le facilitó al Gobierno la posibilidad de la enmienda constitucional que creó el monstruo de la reelección indefinida.
TERCERO: se le regaló a Nicolas Maduro 6 años de gobierno a partir de enero del 2019.
CUARTO: se facilitó la destrucción del estado Zulia por la elección sobrevenida que permitió que el señor Prieto llegare al palacio de gobierno de ese estado;
QUINTO: Permitió tener un CNE como el que preside el señor Amoroso.
Bajo ese inventario, los resultados son, éticamente impecables pero políticamente desastrosos para el país.
Una Venezuela en desbandada por el mundo, por una parte y una institucionalidad inexistente por la otra, a pesar de que quienes ocupan el poder, cobran quince y último de cada mes, sin importarles su legitimidad o ilegitimidad. Ese es el indudable inventario.
Este próximo año que en menos de 90 días se inicia será año electoral y nuevamente la discusión principista existe, más aún luego de la manera como el CNE y la judicial sala electoral, resolvieron la elección presidencial del pasado 28 de julio.
Lo ocurrido esa fecha deberá llevar a la dirigencia a decidir si se abstiene por razones principistas o participa por pura necesidad política, al riesgo cierto de que los roben. Así entonces esa finalmente, también será una discusión ética que a los ojos de todos debe darse: regalar la elección o que se la roben. He allí el dilema que los venezolanos habremos de enfrentar.
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*Gonzalo Oliveros Navarro, Abogado. Director de Fundación2Países @barraplural