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En síntesis, no estamos obteniendo resultados sociales porque no estamos creciendo lo suficiente, y porque las políticas sociales no parecen lo suficientemente bien diseñadas e implementadas. ¿Qué podemos esperar hacia el futuro?
En los últimos meses, se ha venido consolidando una tendencia preocupante: mientras que la actividad económica, medida por el PIB se ha venido recuperando (el crecimiento en 2018 fue de 2,8%, contra 1,3% en 2017 y se espera un repunte aún mayor para 2019), los datos de empleo, de pobreza y de distribución del ingreso, según el DANE, se han venido deteriorando.
Con respecto al empleo, en marzo la tasa de desempleo fue de 10,8%, contra 9,4% en el mismo mes de 2018. Con respecto a la pobreza, la monetaria se situó en 2018 en 27%, contra 26,9% de 2017. Por su parte, la multidimensional se situó en 19,6%, dato que no se puede comparar con el del año anterior, porque “desapareció” (por increíble que pueda sonar). El dato en 2016 fue de 17,8%. O sea, hubo un deterioro grave de la pobreza multidimensional en dos años. Por último, el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad del ingreso, pasó de 0,51 en 2017 a 0,52 en 2018. De manera preocupante, el incremento en el ingreso real per cápita estuvo correlacionado con los quintiles de ingreso: entre más ricos, más les creció el ingreso. A los más pobres el ingreso incluso les cayó.
En breve, mientras que los indicadores económicos están mejorando, los indicadores sociales se están deteriorando. ¿Por qué pasa esto? Puede haber dos razones: una es que el crecimiento no es suficiente. Si bien el crecimiento sí aumentó en 2018, el resultado del año pasado sigue siendo decepcionante: un crecimiento de 2,8% es muy bajo y no alcanza para lograr objetivos sociales. La verdad es que, con 2018, se cumplen cuatro años seguidos de crecimiento insatisfactorio, inferior al 3%. O Colombia crece más, o no habrá espacio para la mejora de los indicadores sociales.
Pero la segunda razón es que el crecimiento, por sí solo, no produce resultados sociales satisfactorios. Para esto es necesario que haya una política social explícita y efectiva. Y tal vez esto no existe.
En síntesis, no estamos obteniendo resultados sociales porque no estamos creciendo lo suficiente, y porque las políticas sociales no parecen lo suficientemente bien diseñadas e implementadas. ¿Qué podemos esperar hacia el futuro?
En el discurso del actual gobierno, la equidad es muy importante. Tanto que su Plan Nacional de Desarrollo (PND) se denomina Pacto por Colombia, pacto por la equidad. Esto es curioso, porque la equidad es más un valor de izquierda que de derecha, y la inclinación de derecha de este gobierno es innegable. La pregunta es si el discurso del gobierno es solo eso, un discurso, o si tiene sustento en la realidad. Hay dos formas de ver el tema: una, por la consistencia lógica interna del discurso sobre la equidad; otra, por los recursos que se prevé invertir.
Si bien el Plan prevé invertir en equidad cuantiosas sumas (no es que el Estado no gaste en esos temas), la consistencia lógica del discurso sobre la equidad deja mucho qué desear. La “fórmula” del PND sostiene que “emprendimiento + legalidad = equidad”, y la equidad para el Plan está definida como igualdad de oportunidades.
El emprendimiento es muy importante para generar riqueza, y la riqueza es muy importante para reducir el desempleo y la pobreza (de hecho, la riqueza es la verdadera antítesis de la pobreza).
Pero, como dijimos antes, la generación de riqueza no produce por sí sola una sociedad más equitativa. Se necesita algo más. No se ve cómo la legalidad complementa al emprendimiento en el sentido de la equidad. Tal vez por la vía de la formalización en el pago de impuestos y en el mercado laboral, pero no más. La fórmula de emprendimiento y legalidad tiene muchos méritos, pero no el de producir equidad.
Además, la equidad, entendida como igualdad de oportunidades, es un concepto insuficiente: necesario, pero no suficiente. La igualdad de oportunidades supone que la vida es como una carrera que es automáticamente justa si todos tienen la misma línea de largada. Es obvio que esta condición no se satisface en una sociedad desigual. Además, lo que pasa en la carrera después de la partida también es relevante para la equidad. No estoy proponiendo sustituir el concepto de igualdad de oportunidades por uno de total igualdad de resultados: eso sería demasiado “mamerto”. Pero sí es importante que un concepto adecuado de equidad maneje los conceptos de exclusión, explotación y poder. La equidad de la derecha se contenta con garantizar que cada cual pueda disfrutar lo que produce: que haya “meritocracia”. La verdadera equidad consiste en acabar la exclusión y la explotación, y en distribuir igualitariamente el poder. Es decir, es un tema estructural. La igualdad de oportunidades no es un concepto de equidad suficiente para una sociedad como la colombiana.