La respuesta del profesor Medófilo Medina

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Ésta es la respuesta del profesor Medófilo Medina al comentario del magistrado venezolano Gonzalo Oliveros. El profesor Medófilo Medina publicó Venezuela Ayer y Hoy el 23 de agosto y el magistrado Oliveros replicó en Voz venezolana: el escenario completo dos días después.

El doctor Gonzalo Oliveros tiene el propósito de señalar los “errores” y las “omisiones” en los que yo habría incurrido en mi columna Venezuela Ayer y Hoy. Quiero referirme a ellos.

¿Chávez contra la Constitución Bolivariana?

Plantea que la aprobación de las 49 Leyes que llevó a cabo el presidente Chávez en 2001 lo habría hecho sin tener en cuenta todo lo establecido al respecto por la Constitución. En ésta, hay dos lugares que establecen los requisitos para usar la figura de la ley habilitante, que es el nombre que se da en Venezuela a las facultades extraordinarias. En el artículo 203, de la Sección cuarta se define: “Son leyes habilitantes las sancionadas por la Asamblea Nacional por las tres quintas partes de sus integrantes, a fin de establecer las directrices, propósitos y marco de las materias que se delegan al Presidente o Presidenta de la República con rango y valor de Ley” En el artículo 236 de la Sección Segunda sobre atribuciones del presidente o presidenta, en el numeral 8, se lee: “Dictar, previa autorización, por una ley habilitante, decretos con fuerza de Ley”.

Las 49 leyes se expidieron con arreglo a lo establecido por la Constitución Bolivariana. Pedro Carmona, Fedecámaras, algunos terratenientes y ganaderos, Carlos Ortega y la cúpula de la Confederación de Trabajadores de Venezuela no se manifestaron ásperamente contra las leyes habilitantes de 2001 porque presentaran vicios de inconstitucionalidad sino porque las estimaron contrarias a sus privilegios. A la resistencia contra esas leyes y en particular a la adjudicación de tierras llevada a cabo por el Instituto Agrario Nacional – IAN – se refirió en su momento Margarita López Maya: “La adjudicación de estas tierras por parte del Ejecutivo Nacional, dentro de un plan de reforma agraria, despertó un conflicto virulento, pues las organizaciones de estos productores (Fedenagas, Fedeagro, Fedelago, entre otras) alegaron que muchas de las tierras eran privadas y estaban en producción. Lo cierto es que muchas de esas tierras son del Estado, pero fueron apropiadas por agentes privados hace varias décadas y éstos consideran que tienen derechos adquiridos sobre ellas” (Citado en Chávez:  una revolución sin libreto, Medófilo Medina, Margarita López Maya, Luis Lander, Bogotá: Ediciones Aurora, 2007, pág. 53).

No se puede nacionalizar lo que ya está nacionalizado

Para seguir el orden de la identificación de mis “errores”, el doctor Oliveros señala, ensayando la ironía fácil, que no se puede nacionalizar lo que ya estaba nacionalizado dado que Carlos Andrés Pérez en su primer mandato había nacionalizado el petróleo. El autor de la réplica atribuye a mi desconocimiento este “error”.  Hace 20 años yo escribí lo siguiente: “En enero de 1976, victoriosamente , el presidente Carlos Andrés Pérez proclamó la reserva de la industria petrolera al Estado. Si bien la formalización de las decisiones  tiene fechas precisas, el proceso de su preparación se prolongó por años e implicó controversias, negociación con los concesionarios extranjeros…” ( Medófilo Medina, El elegido presidente Chávez. Un nuevo sistema político, Bogotá: Ediciones Aurora, pág.53).

Me cuidé en la columna al analizar la Ley de Hidrocarburos Líquidos de 2001 de usar la expresión: nacionalización efectiva. En verdad, la decisión de Carlos Andrés Pérez no había eliminado la influencia decisiva en PDVSA del poder de las transnacionales del petróleo, ni condujo a la recuperación real de la industria para el Estado venezolano. Bajo la promoción de una ideología meritocrática de manera creciente, la alta gerencia de PDVSA aliada a las transnacionales del petróleo convirtió a la empresa en un Estado dentro del Estado. La participación fiscal de las utilidades de la industria del petróleo al Estado pasó del 74.7% en 1976 al 44.51% en 1990 y al 23.7% en 2000. (Cifras del Ministerio de Energía y Minas).  ¿Cabe preguntarse qué tipo de nacionalización se había efectuado para que se produjera ese resultado?

Chiste sobre las misiones sociales

Me referí a las misiones sociales creadas luego de la derrota infligida a la huelga insurreccional petrolera que se extendió entre finales de diciembre de 2002 y febrero de 2003, como efectivo mecanismo de incorporación social, económica y política de sectores muy grandes de la población. El doctor Oliveros, entrando ya al terreno del humor, declaró que esas misiones habían sido creadas con otro nombre en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez y que habrían sido continuadas por el gobierno de Rafael Caldera. El gobierno de Carlos Andrés Pérez introdujo el paquete de medidas neoliberales prescritas por el Fondo Monetario Internacional. Recuérdese el Caracazo con el que en febrero de 1989 las masas populares respondieron al paquete y recuérdese también la cruenta represión con la que el gobierno aplastó ese levantamiento popular espontáneo.

En lo restante de su administración, el presidente no pudo poner en marchas políticas sociales de algún calado, si es que tuvo voluntad para hacerlo. En 1993, la Corte Suprema decidió enjuiciar a Pérez y lo suspendió del cargo.  El expresidente Caldera que, en 1992, era un cadáver político revivió como figura nacional gracias a un discurso que pronunció en torno al Intento del golpe de Estado fracasado llevado a cabo por un grupo de militares encabezados por el teniente coronel Hugo Chávez en febrero de ese año. Inicialmente, Caldera, triunfador en las elecciones de 1993, intentó una política antineoliberal pero bien pronto se embarcó en el torrente neoliberal con su Agenda Venezuela. Es claro que, si se hubiera puesto en marcha una política social redistributiva, el movimiento bolivariano no hubiera derrotado en 1998 en las urnas a las cúpulas adeco-copeyanas y a las corrientes nuevas que se improvisaron a última hora.

Mi contradictor menciona como ejemplo de política educativa el plan de becas Gran Mariscal de Ayacucho. Yo lo estudié. No es homologable a las misiones en el proceso bolivariano. Creado a mediados de 1974, en su mejor momento a finales del decenio, llegó a tener 11.000 becarios distribuidos en Venezuela y en el exterior. Por cierto, para los latinoamericanos que cursábamos estudios de posgrado en Europa, los bien abastecidos becarios venezolanos eran objeto de cierta envidia. Fue un programa interesante pero cuantitativamente muy restringido. En todo caso, fue un plan positivo. Las misiones del proceso bolivariano no se cuantificaron en miles de personas sino en millones: el plan masivo de alfabetización (misión Robinson I y II), los distintos planes educativos (Escuelas bolivarianas, Misión  Sucre, Misión Ribas, Universidad Bolivariana) presentaron esa característica.

A propósito del tema, me parece pertinente señalar que no estoy de acuerdo con quienes desde el campo bolivariano ven bajo colores muy sombríos los regímenes políticos que se extendieron entre el Pacto de Punto fijo en 1958 y el ascenso al poder de Chávez en 1999. Me esforcé por entender las razones que explican el cambio político profundo que se produjo en Venezuela en 1999 y para ello se mostraba imprescindible el identificar las claves de la historia venezolana y en particular de la época anterior a la de Chávez. El lector puede encontrar una síntesis de esa búsqueda en los capítulos III y IV de mi libro ya citado El elegido presidente Chávez. Aquí solo presento la orientadora periodización consignada en ese libro.

  1. 1959 – 1973: afianzamiento del sistema político.
  2. 1973 -1982:   prosperidad y crecimiento
  3. 1982 – 1998: decadencia de los partidos Acción Democrática y Copei, corrupción generalizada, crisis institucional.

¡No confunda, doctor!

Aludí en mi artículo a la necesidad que había madurado hacia 2007 de introducir desde el Estado una serie de reformas económicas que aseguraran la sostenibilidad del proceso bolivariano. De manera inapelable, el autor de la réplica define: “La afirmación es incorrecta”. Señala que Chávez convocó a la reforma pero la perdió. En efecto, el dos de diciembre  de 2007, se realizó un referendo constitucional que versaba sobre la reforma a un número alto de artículos de la Constitución. Por razones de extensión, di solo un ejemplo: la necesidad de desmontar el control de cambios que había facilitado la corrupción a gran escala de la burguesía importadora venezolana (compras ficticias, sobrefacturación) Ahora agrego: el manejo del dólar diferencial también implicó la corrupción en el oficialismo, como en algún momento lo reconoció el presidente Maduro cuando exclamó “Se pudrió el Bicentenario”.  No está demás acotar que el resultado entre el sí y el no en los dos bloques de preguntas no alcanzó el 1% del total de la votación.

Las propuestas llevadas por Chávez al referendo no tenían nada que ver con las materias a las que yo asociaba las reformas necesarias. Si el voto por el sí hubiera ganado, eso no hubiera afectado el curso de las políticas económicas que, a mi juicio, había necesidad de someter a reforma. En los días del referendo constitucional, intercambiamos ideas con el constitucionalista de la Universidad de Valencia (España) que había sido asesor en el proceso de la Constitución Bolivariana, Martínez Dalmau y coincidimos en nuestra apreciación de que el referendo no era necesario.

Las negociaciones gobierno-oposición

Sobre el tema de las conversaciones entre gobierno y oposición, mi aspiración o deseo es que del  amplio espectro de fuerzas políticas que se puede advertir en la escena venezolana se incorporen medios chavistas y de la oposición que realmente buscan negociaciones efectivas. Mientras los diálogos quieran restringirse únicamente a quienes representan a Maduro y a Guaidó, el estancamiento sin término será la variable más probable. El diálogo con sentido solo podrá ser llevado a cabo si el punto de gravedad se sitúa entre los venezolanos y venezolanas. En mi columna Venezuela Ayer y Hoy, mostré algunos episodios esperanzadores protagonizados por personas y partidos en días recientes.

Desde luego, no creo que alguien hable de buena fé de construcción democrática en Venezuela o en cualquier parte si quiere ir de la mano en ese empeño con Mike Pence, Mike Pompeo, John Bolton, Elliot Abrams, el senador Marco Rubio. Algunos de estos halcones han sido señalados en Estados Unidos por respaldar y encubrir violaciones a los derechos humanos y masacres en países de América Latina. Desde luego, no creo que China o Rusia actúen como plataformas altruistas sin expectativas dictadas por sus intereses.

Discusiones con sentido

Creo que las controversias políticas no pueden atenderse de manera fecunda si se abordan como lo hace el doctor Gonzalo Oliveros como el contraste entre la verdad y el error, ni como la diferencia entre el conocimiento y el desconocimiento de hechos y procesos. Es una manera del maniqueísmo religioso. Creo que operan órdenes de argumentación que se alimentan de visiones, proyectos políticos e ideológicos diversos.  Al comienzo de su respuesta, encontró apropiado recordar que: (…) una de las misiones que me propuse al salir al exilio era informar sobre lo que nos pasó a nosotros para que otros no lo repitan”. En verdad, la discusión política no se enriquece a partir de decisiones apostólicas llevadas mediante mensajes de Chasqui. Guaidó prefiere hacerlo mediante sus enunciados sobre el castrocomunismo o el castrochavismo, que son, en Colombia, claramente acogidos por los adversarios del Acuerdos de Paz y partidarios de prolongar las coordenadas de la guerra como formas de reproducción del sistema político.

Mis opiniones sobre la crisis actual de Venezuela buscan ante todo promover la discusión en Colombia para que, en su obsecuencia a la política hemisférica de los Estados Unidos, el gobierno colombiano no continúe el apoyo insensato a los sectores más delirantes de la oposición venezolana con el peligro que ello implica para la paz regional. Recientemente, dijo en escenario internacional el presidente Duque: “No faltan los estafetas del neochavismo que quieren sembrar el caos”. En verdad, sí se está sembrando en Colombia el caos. Lo están haciendo los autores intelectuales de las masacres, los propiciadores del asesinato de los líderes sociales y de los excombatientes.

*Medófilo Medina, Ph.D en Historia, profesor emérito y honorario de la Universidad Nacional.

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3 COMENTARIOS

  1. Excelentísima respuesta Profesor, no solo porque los comentarios del magistrado se van a puntos que desvirtúan el eje estructurante de su artículo, si no, porque nos recuerda sus escritos anteriores y que el mismo, no sale de una idea suelta si no del estudio minucioso de los hechos históricos en nuestro vecino país. Sin duda una gran lección de responsabilidad al escribir.
    Por otro lado, me parece pertinente, en la actual situación donde cada Colombiano ha tenido contacto con la migración Venezolana, se conozca la verdad de fondo y sobre todo que Colombia, siempre ha sido la plataforma ideal para el intervencionismo de los Estados Unidos. Vivimos una época oscura y triste en nuestro país y esta claro que nos son hecho aislados.

  2. Gracias al magistrado Gonzalo Oliveros,
    que se lanzó al ruedo,
    de manera ligera,
    y un tanto inconsulta,

    Y sin conocer al historiador,
    al profesor Medófilo Medina,
    nos permitió a los lectores,
    asistir a una faena;
    hasta la réplica,
    casi de tauromaquia,

    El epilogo,
    después de la contra réplica,
    se salió del ruedo,
    semejó un corral de sabana,
    una pelea de tigre,
    con burro amarrado!

  3. Excelente Replica profesor! Como siempre, resultado de una labor ardua de entendimiento académico de nuestras realidades, la nuestra y la de nuestro vecino. Frente a estos argumentos, los del retractor resultan subjetivos, ya que se argumenta desde “vivir en carne propia” y todos sabemos, lo que esto significa, por ejemplo, en nuestro país vivimos en “carne propia” la guerra, y seguimos eligiendo a los mismos, al verdugo, al promotor de la guerra… “vivir en carne propia” no garantiza objetividad ni un entendimiento profundo de las realidades.

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