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“Nadie revuelve el río, si no tiene el aval del gremio de pescadores”.
Uno de los puntos más flacos del “duquismo”, incluso en contraste con el “uribismo”, fue la elección de sus funcionarios. La mayoría de sus ministros es gente de poca experiencia, con carreras sobresalientes en la empresa privada y la academia. Dentro de la tecnocracia suele pensarse que eso es suficiente, pero no lo es.
No se trata solamente de los conflictos de interés, como los que la Ministra de las TIC representa y que configuran lo que se conoce como una “puerta giratoria” a través de la cual los funcionarios de grandes empresas privadas pasan a servir a sus antiguos jefes desde la función pública. Se trata de la inexperiencia de muchos que desconocen el mero ejercicio de lo público o que al menos eso parecen mostrar y también del autoritarismo de quienes, desconociendo el papel y las responsabilidades de un servidor público, empiezan a dar órdenes o a hacer declaraciones de cualquier calibre, como el Ministro de Defensa.

Con el tiempo, se ha hecho tan reiterativo este patrón de declaraciones fuera de lugar, conflictos de interés sin resolver, autoritarismo desmedido, falta de experiencia y de competencia que he optado por entretener en mi cabeza la idea de que tal vez se trate de algo deliberado. Al principio no parece tener sentido y siempre he aconsejado desestimar las teorías conspirativas porque nuestro destino parece estar forjado más a menudo por la incompetencia que por el cálculo. Aun así, el patrón es evidente.
Entonces, si el desgobierno actual no es un error, ni un producto de la ineptitud de muchos, empezando por un presidente que llegó al cargo como un practicante, ¿cuál podría ser el propósito de tanto desgreño? O mejor ¿a quién le conviene más el caos que vivimos? Nadie revuelve el río, si no tiene el aval del gremio de pescadores, si me perdonan la analogía.
¿Quién está revolviendo el río, entonces? Mi teoría, a ver si me la compran, es que no existe un desconocimiento de la diferencia entre el Estado y el gobierno sino que se ha optado por considerarla una contraposición. Es decir, los intereses del Estado se oponen a los del gobierno, y por eso, parece, se está buscando debilitar tanto como sea posible al primero en pro del segundo. Los organismos que garantizan derechos fundamentales se han debilitado (Alto Comisionado para la Paz, Centro Nacional de Memoria Histórica), los proyectos de ley y el Plan Nacional de Desarrollo pasan por encima de intereses nacionales (regalías petroleras, garantías jurídicas a excombatientes, LeyTIC, garantías de no repetición y derechos de las víctimas) y garantizan que algunas empresas van a seguir manteniendo esta economía, que de cualquier manera ha venido desacelerándose.
Suena horrible, pero es la única forma en que el “uribismo” puede conservar el poder en las elecciones por venir, sobre todo después de lo que ha sido hasta ahora el gobierno de Iván Duque. Ojalá esté equivocado, pero es la politización de todo cuanto existe lo que termina por hacerme dudar, la fuente de mi pesimismo. El punto no está en si polarizar es malo o no, ni lo contrario de la polarización extrema (que, en Colombia, es entre más de dos polos, porque el “fajardismo”, con su superioridad moral, es también un agente polarizador) es el silencio temeroso de quienes no hablan de política porque decidieron no incomodarse (y en este caso no estaba hablando solamente de Fajardo, aunque parezca).
De no ser así, si no se trata de una estrategia de cambiazo, en el que pretenden anular el Estado y cambiarlo por el gobierno, las cosas cambian poco, en realidad. Simplemente se dejó el país en manos de gente que no tiene las competencias necesarias, empezando por la cabeza visible del gobierno. Se demuestra una vez más que no existe nada más peligroso que un cobarde, porque cualquiera puede hacer fiesta cuando hay uno en el poder.
¿Qué podemos hacer? Por lo pronto, solamente nos queda la defensa de los pequeños bastiones que nos sea posible conservar. Esta situación nos obliga a hacer una pausa y tratar de observar mejor las conductas de quienes están echando para atrás este país, que no es como que avanzara una barbaridad, pero ahí iba. Ahora es necesario que hagamos toda la contención que sea posible y sigamos proponiendo. Aprendamos que nuestro ejercicio como ciudadanos no empieza y termina en cada elección popular.
*Santiago Rivas, Expresentador de Los Puros Criollos. Autor de “Acaba Colombia”, @Rivas_Santiago