“Somos superiores estéticamente”

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Colombia no es ajena a ese espectro de rencor y desprecio por los pobres, afros, indígenas y en general por quien ve el mundo desde una óptica diferente a la derecha.

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Javier Milei, representa lo más despreciable de la política mundial. Es un vulgar mentiroso, misógino, racista, xenófobo, homófobo y destila una recalcitrante aporofobia que le brota por los poros. Desprecia al mundo musulmán y árabe. Sin pudor alguno, se proclama como un ser superior, concepto en el cual enmarca a sus socios de la extrema derecha global. Claro, para el bufón de la Casa Rosada, los que piensan diferente a su macabra y enfermiza mente, son unos “zurdos de mierda” y por ello inferiores.

Sin embargo, el hombre que tiene sumida a la Argentina en una catástrofe social y económica es el más claro reflejo de la política mundial. Una política cimentada en el odio, las expresiones ofensivas y el desprecio hacía el contendor político.

Basta solo con recordar la imagen de Trump gritando “White power”, dejando claro que en el “país de las libertades”, el racismo sigue presente.  En Europa, Josep Borrel, representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, catalogó a su continente como un jardín. Dicho de otra manera, el resto del planeta incluyendo a los latinoamericanos, africanos y parte de Asía, somos una selva inhóspita y peligrosa.

Movimientos supremacistas como Vox, Fidesz, Ley y Justicia, Agrupación Nacional entre otros, desprecian al migrante y lo erigen como la fuente de todos los males de sus sociedades. Para estos grupos de extrema derecha, la globalización es un discurso. El intercambio cultural, la cooperación y el respeto, no están incluidos.

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El ejemplo más dramático de un patológico delirio de superioridad, lo tiene esa parte de la sociedad israelí, que realmente está convencida de ser “los elegidos”. Por ello, tienen el derecho de ejecutar un genocidio, el más oprobioso apartheid y una limpieza étnica contra el pueblo palestino. Los asesinatos de más de quince mil niños inocentes solo reflejan la ideología de los partidos ultraortodoxos Shaa y Judaísmo Unificado de la Torá, cuyos miembros califican a los palestinos como subhumanos, otorgándoles una Patente de Corso para torturar, asesinar y utilizar todo tipo de armas prohibidas por el derecho internacional.

Colombia no es ajena a ese espectro de rencor y desprecio por los pobres, afros, indígenas y en general por quien ve el mundo desde una óptica diferente a la derecha. Gritan histéricos “fuera Petro”, a una menor de edad en un estadio. Vociferan “Lo que hay es plomo”, “te quitas esa camiseta o te pelamos”, “esta llamada la están escuchando esos hijueputas”, lo que ratifica que esa parte de la sociedad se perciben como superiores y por ello, la ley no puede tocarlos.

El mundo ha normalizado la vulgaridad y la mentira. Un escenario en el cual los periodistas adscritos al establecimiento, se posicionaron como el vehículo que transporta  esa hiel venenosa que nutre el rencor y abre la caja de Pandora que normalizó la violencia contra quienes son vistos como “los nadie”. Claro, en un mundo dividido entre seres superiores e inferiores, los primeros pueden humillar, amenazar, torturar y asesinar a su contradictor. Son conscientes que la platea nunca los criticará, por el contrario, aplaudirá de pie sus aberraciones.

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Adenda: lamentable lo sucedido en Miami, más repudiable el papel de los medios colombianos que no dudaron en salir a defender al presidente de la federación de futbol, luego de cometer el delito de agresión a un funcionario de seguridad. Sin duda, es una apología a la violencia.

*Héctor Galeano David, analista internacional. @hectorjgaleanod 

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