Sorteo, deliberación, democracia y el Metro de Bogotá

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La democracia ha funcionado con éxito en la convención ciudadana por el clima en Francia, las asambleas ciudadanas en Islandia e Irlanda, la conferencia de consenso en Dinamarca  o los juicios ciudadanos en Uruguay.

La Veeduría Distrital acaba de lanzar la convocatoria para elegir, por sorteo, a 22 ciudadanos y ciudadanas de Bogotá. Estos ciudadanos participarán en una iniciativa de control social al proyecto de infraestructura más importante para la ciudad: la construcción de la primera línea del metro.

Al comienzo, la idea de hacer un proceso por sorteo, entendiendo la complejidad que representa lograr objetivos con mesas de trabajo gigantes, le pareció extraña algunos. Más de 300 bogotanos, en menos de una semana, manifestaron el interés de hacer parte de este propósito.

No obstante, además de las dificultades de lograr un control efectivo vinculando a tanta gente, varias razones nos llevaron a acoger la figura del sorteo. En  primer lugar, en los espacios de participación de la ciudad, institucionales o no, suelen estar presentes las mismas personas. Se trata de bogotanos y bogotanas interesadas en lo público, que se rotan en los espacios de planeación, encuentros ciudadanos, juntas de acción comunal y que ya conocen tanto y tan bien los temas urbanos, que a estas alturas aportarían más como expertos – lo cual es válido -, pero no como habitantes desprevenidos, que es lo que en este ejercicio buscamos.

En segundo lugar, temas como el tipo de metro que debe tener la ciudad, recientemente han sido motivo de la radicalización política. El Proyecto Metro y otros como las soluciones viales de la Séptima y la 68, los usos del suelo en el norte de Bogotá y el manejo de los humedales, despiertan pasiones que se desatan en las redes sociales cada vez que se mencionan. Si bien el debate es saludable, para tratar de evitar discusiones politizadas e ideológicas, el sorteo es una buena opción. Las preferencias ideológicas de quienes serán elegidos para conformar la Consejería Ciudadana sobre el Metro serán un asunto irrelevante y cobrarán importancia sus visiones cotidianas frente a la movilidad en la capital.

Las ideologías son necesarias, pero a veces, en la planeación urbana, se requieren planteamientos desprevenidos desde la perspectiva de quienes usan la ciudad en el día a día. La visión política y la de los usuarios de la infraestructura urbana no necesariamente es coincidente. Además, el mandato legal de la Veeduría es el de realizar control preventivo y no posterior; por lo tanto, nuestro deber es actuar de manera preventiva sobre la ejecución del contrato suscrito a finales del año 2019 por la administración Peñalosa y no detenernos en los argumentos de quienes, en su momento, señalaron la inconveniencia del mismo, sin querer con ello decir que no puedan llegar a tener validez. Sobre esas materias, les corresponde pronunciarse a otras autoridades.

Acudir a la democracia por sorteo en esta iniciativa sirve para prevenir suspicacias acerca de la manera de escoger el número limitado de consejeros ciudadanos. La Veeduría, en su propósito  de ser los ojos de la ciudadanía, debe ser neutral en esta escogencia. No hay mejor forma de legitimar dicha neutralidad que con un sorteo.

La democracia por sorteo está siendo usada en otras latitudes. Ha funcionado con éxito en la convención ciudadana por el clima en Francia, las asambleas ciudadanas en Islandia e Irlanda, la conferencia de consenso en Dinamarca  o los juicios ciudadanos en Uruguay.

También hay que decir que este ejercicio de democracia por sorteo será el paso previo de uno de democracia deliberativa. La deliberación ha sido históricamente un concepto ligado al ambiente parlamentario; sin embargo, las democracias liberales contemporáneas lo han extendido al ámbito ciudadano para facilitar los consensos y los controles de la sociedad civil a los asuntos públicos más sensibles. De hecho, hoy asistimos a una crisis de la democracia representativa que se refleja en esa cotidiana expresión ciudadana en las calles. Por lo tanto, facilitar espacios de deliberación de la sociedad civil es una buena manera de dar respuestas institucionales a las realidades del presente.

En el caso que proponemos, la Consejería Ciudadana propuesta tendrá representación posterior en una ‘mesa multiactor’ en la cual la voz de los ciudadanos contará igual que la de los expertos y llegará cargada de la legitimidad que le ha dado la deliberación previa.

De tiempo atrás, he manifestado sintonía con aquellas preocupaciones en torno a los valores democráticos en época de pandemia y de pospandemia. Ante Estados cada vez más controladores y vigilantes por cuenta de la tragedia sanitaria, se hace necesario empoderar más al ciudadano, más aún cuando están en marcha proyectos que contemplan una inversión de gran tamaño. Según un informe de la Contraloría, a mayo de 2019, la inversión en la primera línea del metro ascendió a 14.3 billones de pesos, que serán pagados en un 70% por la nación y en un 30% por el Distrito.

Ante esas realidades, el innovador ejercicio de la democracia por sorteo y de la democracia deliberativa serán el facilitador para que millones de bogotanos tengan voz e incidencia en aras de que, por fin, se le dé vida a la eterna promesa de la primera línea del metro.


Nota: Las condiciones de inscripción a la Consejería Ciudadana sobre el Metro están publicadas en la página web de la Veeduría Distrital : https://www.veeduriadistrital.gov.co/

*Guillermo Rivera, veedor distrital. @riveraguillermo

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