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Los jóvenes no queremos nada regalado, solo buscamos la oportunidad de trabajar, tener un empleo digno acorde a nuestros gustos y formación y desarrollarnos profesionalmente y como personas.
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Cuando comencé a escribir regularmente en medios de comunicación como este, hace ya 3 años y medio, lo hice con la intención, no solo de organizar y expresar mis ideas, sino también de que el conocimiento que adquiría en mi pregrado tuviera un resultado tangible que hiciera de mi CV un poco más atractivo que el de mis eventuales competidores en un proceso de selección.
Cuando hace 2 años y medio me uní al tanque de Pensamiento AlCentro, que por entonces apenas se estaba constituyendo, lo hice con el fin de aprender algo del oficio del investigador. Obtenido algo de ese conocimiento y dando como resultado un documento que se denominó “Contrato Colombia”, decidí abandonar el tanque de pensamiento. Esperaba que, sumado a lo anterior, también estos 2 años haciendo investigación hiciera de mí CV algo interesante para un reclutador de personal.
Claro que todo lo anterior es experiencia no remunerada. Pero siempre lo hice por gusto y, en mi pensar cristiano, como un sacrificio que me traería recompensas. Al parecer estaba totalmente equivocado.
He aplicado a cuanta oferta he visto en cuanta página me han dicho. CompuTrabajo, ElEmpleo, Magneto 365, la bolsa de empleo de Colsubsidio, la de la alcaldía de Bogotá, ya tienen mi hoja de vida. He hablado con familiares, amigos y conocidos para ver si me pueden ayudar. Entrego hojas de vida a todo el que me la acepte, pero con el pasar de los días sé que no me van a llamar. Con el tiempo veo la esperanza irse junto a cualquier oportunidad de trabajar en lo que me gusta y me forme.
Hoy, con más de dos años de experiencia en investigación, más de tres en redacción de textos periodísticos y un pregrado de la mejor universidad del país ad-portas de ser culminado, de todas las ofertas que he aplicado, en el mejor de los casos, solo me queda la opción de trabajar en un call center.
Entonces me pregunto: ¿Dónde estuvo mi error? ¿Mi problema es que no nací en una familia privilegiada? ¿Estudie lo que no debía?, pero ¿Cómo iba a saber que estudie algo sin demanda? Yo solo me decidí por lo que quería. ¿Será que debí estudiar algo que aborrezco para poder trabajar toda la vida en ello? ¿Será mi culpa? No sé, pero las consecuencias las estoy pagando.
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No soy solo yo quien vive esta situación. Según el DANE, el desempleo juvenil, es decir en personas de entre 14 y 28 años, está en 21,5%, o sea casi 1 ⁄ 4 de los jóvenes colombianos hoy buscan empleo. Pero estas cifras no nos dicen datos que son, tal vez, más relevantes. Por ejemplo, ¿cuántos de los jóvenes empleados ejercen directa o indirectamente lo que estudiaron? ¿Cuántos jóvenes trabajan de manera informal y perciben menos de un salario mínimo mensual? Si respondiéramos estas preguntas seguramente daríamos indicios para explicar por qué el 40% de los suicidios en Colombia se presentan en jóvenes precisamente entre los 15 y los 29 años, tal como expuse en mi columna anterior.
En mi caso, seguramente al final termine aceptando el call center, pues siempre termina siendo más fuerte la necesidad que el orgullo. De todos modos, no quiero acabar esta súplica, que hago a modo de columna, sin aclarar algo. Los jóvenes no queremos nada regalado, solo buscamos la oportunidad de trabajar, tener un empleo digno acorde a nuestros gustos y formación y desarrollarnos profesionalmente y como personas de la manera como mejor lo consideremos, sin que nos limite un sistema que parece estar diseñado para crear jóvenes frustrados y no personas felices.
Para finalizar, reitero: estoy buscando empleo, si usted, querido lector, tiene o conoce alguna oferta laboral justa, por favor hágamela llegar.
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*Camilo Andrés Delgado Gómez, estudiante de ciencia política, Universidad Nacional de Colombia/sede Bogotá, @CamiloADelgadoG