Una propuesta

0
32

About The Author

El planteamiento que presento a consideración supone que las nuevas autoridades que se designen deben representar a  todo el país político.

(Lea también: Incapacidad)

Tal como ocurre normalmente en Venezuela cuando de eventos electorales se trata y en los factores de oposición hay divergencia de opiniones, se produce nuevamente en nuestro país, la discusión sobre si participar o no en las elecciones que se celebrarán este año 2025 en las cuales se decidirá quienes ocuparan cargos en posiciones legislativas nacionales, así como en gobernaciones, alcaldías, consejos legislativos y concejos municipales.

Por una parte, el pasado fin de semana María Corina Machado, sin consulta alguna a los partidos que integran la Plataforma Unitaria, anunció que a esos comicios no se asistiría hasta que se reconociere el triunfo electoral del 28 de julio pasado; a su vez, otros factores y personalidades han anunciado que, cualquiera sea la elección que se realice, debe tener presencia opositora pues solo así se tiene posibilidad de obtener representación.

Obviamente que la segunda posición ha recibido los disparos de siempre de los afectos a la contraria. La calidad de los denuestos varía independientemente de que los mismos sean emitidos por gente del común o por personas que uno considera tienen algún liderazgo y todo ello sin sopesar las consecuencias de las palabras emitidas máxime que, en algunos casos, quienes de alguna manera han manifestado disposición de participar, son los que tienen tarjeta electoral para ello.

A su vez, resulta sorprendente que quienes han decidido participar, no le expliquen a la ciudadanía la forma y manera como enfrentarán la posibilidad de que un eventual triunfo de su parte, sea desconocido por la institucionalidad venezolana a la que le corresponde definir quien resultó ganador, lo que afecta, sin ninguna duda, la posición que públicamente han asumido.

Las posiciones hasta ahora conocidas tienen, a mi juicio, dos características comunes, su respetabilidad y su utopía.

Lo primero porque quiero pensar que ambas se hacen de buena fe y lo segundo porque quienes promueven la primera tienen la certeza de que, hasta que no se produzca un quiebre interno en la coalición gobernante -que a la vista está no fueron capaces de generar antes del 10 de enero pasado-  no será posible lograr el objetivo que se han planteado. Los segundos porque, a sabiendas de que es posible que, vista la actual conformación de la institucionalidad venezolana, la respuesta que reciban a su participación sea la misma que observamos respecto del 28 de julio cuando, sin actas de escrutinio y totalización,  se proclamó ganador de dichos comicios al señor Maduro. Sin embargo, ante esa situación, algo hay que hacer o proponer.

En las próximas elecciones no estará en juego la presidencia de la república, vale decir, para algunos, la joya de la corona. Eso a mi juicio permitiría -de existir voluntad política y desprendimiento general- tratar de construir un consenso entre la totalidad de las fuerzas que adversan la actual actuación gubernamental venezolana, para así tratar de iniciar la reinstitucionalización del país.

(Texto relacionado: Tres posibilidades)

Así, si todos los factores políticos pusieren su interés, relaciones y contactos en la búsqueda de esa solución. Pudiere plantearse al gobierno la designación de un nuevo Consejo Nacional Electoral integrado de manera consensuada por la representación de todos los que en Venezuela hacen vida, haciendo similar operación respecto del Tribunal Supremo de Justicia hoy integrado, casi en su totalidad, por una única representación partidista.

En Venezuela, esos órganos, de la manera como están constituidos, no le sirven a nadie, ni al gobierno porque las decisiones que expiden y le involucra nadie cree, aun cuando por efecto del poder de las armas las hagan cumplir y mucho menos al resto del país, víctima de sus decisiones.

Bajo esos supuestos, no se crea que propongo construir esa institucionalidad una vez se realicen nuevas elecciones, ni más faltaba, es antes, ahora, ya.

El planteamiento que presento a consideración supone que las nuevas autoridades que se designen deben representar a  todo el país político, tanto del chavismo que hace vida en la actual Asamblea Nacional, como de los otros factores que integran esta y también de aquellos que participaron en la elección presidencial del pasado julio. Hablo, en tal sentido, de que ninguno de los actores tenga primacía en  los dos  órganos en cuestión, sino que, por el contrario, cada uno tenga una cuota similar en el mismo y la diferencial sea elegida entre ellos unánimemente.

Seguramente algún purista del derecho me dirá que la propuesta va en contravía de la Constitución y desde ya le digo que sí, que tiene razón. Pero argumento en función de mi proposición, que las disposiciones de la misma están derogadas de hecho para buena parte del país y a esta lo único que queda, son los artículos  333 y 350 que permiten cualquier actuación para restablecer su vigencia y esta que presento -ironías de la vida- entra entonces bajo el paraguas de aquella.

Soy tan utópico como quien decidió por muchos -sin consulta a compañeros de ruta- no presentarse por las razones previamente señaladas y como aquellos que quieren hacerlo bajo cualquier circunstancia. La diferencia en todo caso, así lo creo, es que, si en respaldo de la nuestra se logra incorporar a factores nacionales e internacionales que tienen interés en la solución pacífica de nuestro conflicto, las posibilidades de éxito para Venezuela, son mayores que las dos anteriores.

Estoy plenamente consciente de lo complicada de la propuesta que presentamos pues la misma requerirá de todos; por una parte, de los venezolanos -de todos nosotros independientemente de nuestro pensamiento político- y por la otra de la comunidad internacional que quiere que se produzca una solución a nuestro conflicto. Derivando dicha complejidad no solo de la multiplicidad de actores sino también del hecho que a la larga, la propuesta implica consensuar posiciones, eliminar sanciones y otorgar contraprestaciones. Me queda en todo caso como consuelo, que ello, en todo caso, es lo que diariamente hacen los políticos en cualquier parte del mundo.

Finalmente, si algo he aprendido en estos noventa meses de exilio, es que no nos podemos quedar en el problema esperando que otro produzca la solución. Ellas hay que construirlas y presentarlas para la discusión. Eso hago hoy.

(Le puede interesar: Contradictoria decisión)

*Gonzalo Oliveros Navarro, Abogado. Director de Fundación2Países @barraplural

Autor

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.