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Era una tarde de viernes. Veía uno de los tantos partidos malos que jugaba el Real Cartagena y estaba más atento a mis redes que al mal juego mostrado, cuando encontré uno de los videos del alcalde de Cartagena con una afirmación que me llamó la atención: “es que la clase política no estaba preparada para enfrentar a un hombre como yo”. Dijo una gran verdad. Los medios no estaban preparados para cubrir un mandatario como él, los funcionarios públicos no estaban preparados para tener un jefe como Dau y los analistas no estan preparados para entender, explicar y predecir a un mandatario tan disruptivo.
El efecto Dau
La política cartagenera después de William Dau no volverá a ser igual. El efecto Dau, su estilo políticamente incorrecto, saliéndose de todo molde, ha puesto en jaque sus detractores como nunca antes. El mandatario ha utilizado una de las mejores tácticas a través de la historia: “lleva a los rivales a tu terreno”, donde ningún dirigente, comunicador e incluso ciudadano tiene manual para enfrentarlo. A pesar de no tener una idea de gobierno clara, sin un norte o proyecto de ciudad, sus detractores no han sabido sacarlo de su zona de confort. Además, se ha logrado conectar con una parte de la población que se sentía lejana a muchos de esos dirigentes.
Los cambios esperados se podrían manifestar en sentido que el ciudadano entendió: que puede elegir a un excéntrico sin partido, sin casas políticas quien le financie o respalde, sin exposición mediática importante. Se decía de William Dau que no podía ser ganador por adolecer de estos requisitos tradicionales, que incluso mandatarios muy populares como Campo Elías, Manolo Duque y María Mulata llegaron a necesitar para salir vencedores. De ahora en adelante, todo será posible.
Esto amenaza seriamente esa forma tradicional de hacer política, donde el carisma se entendía aquel dirigente que llegaba con besos, abrazos, acompañados de regalos, donde lo importante era la cantidad de publicidad y no la calidad del mensaje. En un futuro cercano, ese dirigente necesitará más empatía para entender con más profundidad el círculo vital en cada ciudadano.
El estilo de Dau ha sido de confrontaciones con casi todos los sectores y gremios de la ciudad, algo amenazante para una parte de la población, que exige ahora más que nunca un mandatario con voluntad de gobierno en equipo e inclusión de las fuerzas y representantes del poder. La mayoría hace parte de sus detractores, a los que públicamente ha descalificado y hasta se ha levantado de mesas de trabajo solo por su presencia, pero ellos tienen cómo ayudar.
La relación con el ciudadano de a pie hoy también es conflictiva y lejana. Una oportunidad valiosísima para iniciar un matrimonio del gobierno con el ciudadano fue el momento en que, ante denuncias de posible fraude, hubo una movilización en su respaldo. En campaña, no existió tal contacto físico; ganó a pura red social y la campaña de Salvemos a Cartagena registró solo un par de reuniones masivas. Debería entender que, más que una elección por él, fue una elección contra la clase política, que se había alejado del ciudadano del pie de la popa para allá y sentía que la corrupción estaba acabando con sus posibilidades de salir adelante. Ese día no salieron a defender el voto de William Dau sino su derecho a una nueva oportunidad. Parece que William Dau, en un arrebato narcisista, no lo entendió así y, en sus primeros meses de mandato, hubo más desencuentros con líderes que acercamiento, como aquel día que insultó a la líder de los damnificados de San Francisco porque lo tocó.
Debemos entender que la nueva normalidad traerá consigo un ciudadano que consume la política de manera distinta a la de hace algunos años. Este outsider ha mostrado caminos distintos a los formales y tradicionales, que otrora eran los únicos y válidos, y ha logrado imponer en la agenda un lenguaje disruptivo que conecta con unas bases antes olvidadas y maltratadas, que ha envalentonado y motivado. Esta forma de ejercer la política nos propone, más que amenazas, retos e interrogantes que debemos responder como ciudad en el futuro inmediato.
*Nixon Narváez, estratega y consultor en marketing y comunicación política.