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La crisis del coronavirus ha abierto muchos puntos de reflexión respecto de la permanencia de los venezolanos en Colombia. Una de ellas, que nos es muy sensible, es la relativa al tema de formación de las instituciones venezolanas.
Se tiene la creencia que, como consecuencia de las prácticas en materia de educación desarrolladas los últimos veinte años, esa materia en Venezuela declinó grandemente.
Algunas personas de buena fe, repiten lo que en efecto creen cierto: que ello es así. Errónea percepción. A pesar del esfuerzo realizado desde el alto gobierno, la resistencia ha sido exitosa y, en materia universitaria, sobre todo por las instituciones fundadas antes del 2 de febrero de 1999, ha evitado declinar su calidad.
Deben saber quienes me leen que, si alguna organización ha dado una férrea lucha en defensa de la educación de calidad, ha sido en mi país la Asociación de Rectores, cuyos integrantes tienen a su vez representación en el Consejo Nacional de Universidades, a través del cual el gobierno diseña las políticas públicas a ejecutar a ese nivel.
En esas dos instituciones, los rectores han dado una pelea sobresaliente dirigida a mantener la calidad de nuestra educación, a pesar del ahogo presupuestario al cual, adrede, el gobierno tiene sometida a instituciones públicas públicas y privadas, restringiéndole a las primeras los aportes que les corresponden y manteniéndole inalterables a las segundas el monto de las matrículas, a pesar del fenómeno inflacionario que en el país campea.
Así, sin distinción de instituciones, el tema de la calidad de nuestra educación ha sido el argumento utilizado fuera de Venezuela – sotto vocce – para dificultar la convalidación de nuestros estudios. Sin embargo, la realidad puede mucho más que los deseos.
Escudriñando la página web me encontré el Ranking Web Universities correspondiente al año 2020.
Por curiosidad, revisé allí la ubicación de tres universidades venezolanas en las cuales se graduaren médicos venezolanos. Allí me encontré que, respecto de la totalidad de universidades latinoamericanas, la Universidad Central de Venezuela está en el puesto 76 en tanto que la merideña Universidad de Los Andes se encuentra en el 77.
Por el contrario, la costeña Universidad del Norte, el ICESI y La Sabana, de las cuales egresan muy calificados médicos en Colombia, se encuentran ubicadas en los puestos 82, 94 y 160 en la referida clasificación.
Al ahondar un poco, la también venezolana Universidad de Carabobo, de la cual también egresan médicos venezolanos, se encuentra ubicada en el puesto 205 en la referida clasificación, en tanto que las colombianas Universidad Pontificia Bolivariana y la Universidad El Bosque – donde también se forman médicos de calidad en Colombia -, se encuentran situadas en los puestos 211 y 213.
Ante esas cifras, que dudo carezcan de credibilidad, el argumento según el cual la educación venezolana en general desmejoró su calidad y, por ello, es menester, sin decirlo explícitamente, entrabar la convalidación de los títulos de los venezolanos, no es cierta. Otra será la razón.
En época de coronavirus, todos estamos en emergencia. Que interesadas interpretaciones no sirvan para complicarla.
*Gonzalo Oliveros Navarro, Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, Presidente de AsoVenezuela, @barraplural