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El tiempo -ese que todo lo cura- puede obrar milagros, inclusive lograr que un adversario acérrimo, reivindique la actuación del otro.
Carlos Andrés Pérez fue dos veces presidente de mi país. Pudiera afirmar que fue el más internacional de nuestros primeros mandatarios. Sus adversarios lo vencieron y las actuaciones de éstos lo han reivindicado.
Durante su segundo gobierno – que debía desarrollarse entre 1989 y 1994-, aplicó él unas políticas económicas que hoy son reconocidas como beneficiosas pero que la élite política, económica, intelectual, empresarial y judicial del país enfrentó, generando con ello la inestabilidad que produjo los dos golpes fallidos del 92 y su posterior enjuiciamiento político, disfrazado de proceso judicial. Es difícil para cualquier mandatario enfrentar una confabulación y si ella está apoyada por una campaña diaria -y maliciosa- de los medios de comunicación, más. Pérez fue vencido en mayo del 93 y, con él, todos los venezolanos de bien.
Esta semana vi en video una entrevista que un célebre periodista venezolano hizo al embajador Calderón Berti. Fue él en los años 90 uno de los adversarios mediáticos más emblemáticos del segundo gobierno de Pérez. No hubo decisión alguna que no fuere acerbamente criticada. Sus palabras en sus programas de TV –todas contrarias a Pérez y su gobierno y luego favorables a Chávez- eran reconocidas, apreciadas y valoradas favorablemente. Era el ambiente de la época.
En la entrevista, valiosa tanto por las respuestas del entrevistado como por las preguntas y afirmaciones del entrevistador, éste reconoció –expresamente- las bondades de las políticas públicas desarrolladas por CAP II y la preparación de sus ministros. Llegó inclusive a admitir –ante una afirmación del entrevistado- que en nuestra democracia hubo ministros de hacienda que fueron técnicos competentes a pesar de sus simpatías políticas.
El entrevistador, 25 años después, reivindicó al Presidente Pérez. Solo lamentó que no lo hubiere reconocido expresamente, pero más lamentó que lo hizo tarde.
Lo ocurrido en nuestro país puede pasarle a cualquiera. Basta que las élites enloquezcan y los ciudadanos en su propio afán, siguiendo lo que aquellas dispongan, decidan suicidarse.
*Gonzalo Oliveros Navarro, magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, presidente de AsoVenezuela, @barraplural