Voz venezolana: Capital humano

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Uno de los efectos más funestos de la diáspora venezolana es la pérdida de capital humano.

La democracia venezolana hizo una extraordinaria inversión en educación de calidad. Pública y privada.

Colegios, liceos y universidades fueron ejemplo de ello y no solo en Caracas. En todo el país. Pero también ella puso sumo interés en la formación de los profesores y maestros. Quizás el mejor ejemplo de toda esa práctica fue el Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho.

Quienes fuera del país me leen -ya lo he escrito y lo recuerdo- dicho plan fue creado en el primer gobierno del Presidente Carlos Andrés Pérez. A través de él, se permitió que cualquier venezolano, sin importar su estrato social, pudiera estudiar en las mejores universidades del país y del mundo pagados por el Estado, con el único compromiso de que, al terminar sus estudios, pusiera el conocimiento adquirido en beneficio de sus conciudadanos.

SI alguna característica tuvo ese programa, fue que a ninguno de los que fueron sus beneficiarios se les exigió pertenecer al partido de gobierno. A ninguno.

Hoy, por el mundo estamos más de cinco millones de venezolanos, buena parte con estudios universitarios, los cuales -la gran mayoría- no pueden poner a disposición del país que nos ha recibido por las trabas que éstos nos han colocado, a pesar de la existencia, en el caso latinoamericano, de convenios vigentes que lo facilitarían.

Ese capital humano que de Venezuela salió es una pérdida para éste. Lo aprendido en nuestro país gracias a las políticas desplegadas por el período revolucionario no se lo podemos aportar.

Mientras eso ocurre, los institutos de educación en nuestra tierra hacen extraordinarios esfuerzos para mantener su calidad. Puede más la mística de profesores y miembros de sus comunidades que las políticas restrictivas desplegadas desde el alto poder.

Solo diré que visto los costos que observo fuera de nuestras fronteras, a pesar de todo, estudiar en Venezuela es, para el que decide hacerlo, el mejor negocio. Se preparará en su entorno y si Dios lo permite en él ejercerá para reconstruirlo. A esto último colaboraremos quienes allá retornaremos.

*Gonzalo Oliveros Navarro, Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia. @barraplural

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