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Abogados y periodistas. Son dos de las profesiones más peligrosas en la Venezuela del socialismo del siglo 21, quizás por las connotaciones que las mismas tienen. A un régimen como el que impera en el país, que existan defensores contra las tropelías del mismo o voceros que pongan aquellas en evidencia en su ejercicio profesional preocupa en demasía.
Ha resuelto el señor Maduro que las carreras de Comunicación Social y Derecho en la nueva Venezuela que él dirige son innecesarias y carentes de interés y, al respecto, no le falta razón.
Por lo que se refiere a la primera, obvio es señalar que en la misma se busca que los estudiantes cumplan con la exigencia constitucional de información oportuna y es lo cierto que, aún desde Chávez, pero mucho más en los largos casi nueve años que el señor Maduro ocupa el Palacio de Miraflores, uno de sus objetivos ha sido el de censurar a los medios y establecer un monopolio comunicacional salvado en parte por la existencia de las redes sociales, las cuales, por cierto, a veces lo que hacen es confundir en lugar de informar.
Si nos referimos a la carrera de Derecho, la misma ya venía siendo muy golpeada por la formación novedosa de abogados a los cuales no se les permitió conocer fundamentos básicos de la profesión y a quienes, por cierto, se ha privilegiado en los últimos años en el acceso al poder judicial.
La decisión adoptada es, entonces, coherente con la práctica política desarrollada en Venezuela en esta triste época que nos ha tocado vivir y a nadie debe extrañar. Sorprendente sería lo contrario.
Cada quién debe estudiar aquello para lo cual tenga aptitud. De nada sirve por ejemplo tener abogados que, en palabras del recordado padre Olaso, terminan siendo electricistas del derecho, así como tampoco nada suma a un país el tener electricistas que son leguleyos de su incapacidad.
Soy de quienes cree que la universidad debe ser libre y plural, pero también selectiva, sobre todo cuando de la pública – que pagamos todos – se trata. A ésta deben acceder y permanecer por un tiempo razonable de estudio quienes demuestren competencia para ello. La vagancia indirectamente remunerada en una nueva Venezuela debe ser inadmisible; en eso la democracia falló grandemente.
La medida que ejecuta el madurismo seguramente se revertirá cuando las circunstancias lo permitan y para ello quienes aspiramos a hacerlo debemos poner todo nuestro esfuerzo y razón.
*Gonzalo Oliveros Navarro, Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia. @barraplural