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Una de las cosas que la migración origina en quienes salimos del país, es que nos recuerda costumbres que por lo general en el nuestro, sobre todo en los últimos años, algunos habían perdido. Una de ellas es el respeto a la ley.
La circunstancia de ser uno meteco obliga a ajustar su conducta al ordenamiento jurídico del país de acogida. Así, en el caso colombiano, de los más de un millón setecientos mil venezolanos que aquí nos encontramos, las cifras indican que el porcentaje de quienes han cometido hechos punibles es mínimo. Por el contrario, la mayoría somos respetuosos de la ley.
De nada nos vale en Colombia aducir que estamos relacionados con tal o cual persona para evadir el cumplimiento de la norma. Nos atenemos a ella y la cumplimos, así de simple. Eso que algunos han aprendido fuera de las fronteras patrias y que otros reafirmaron es una ganancia futura para Venezuela.
Soy de quienes cree que a Venezuela retornará un mejor ciudadano que el que salió. Uno que sabe el costo de las cosas y los servicios, ése que se mantuvo afuera cumpliendo la ley por más dura que fuera. Uno que se las debió ingeniar para mantener a su familia y, de ser posible, enviar remesas al país a través de un trabajo digno generalmente ajeno a sus aptitudes o capacidades. Ese venezolano – que algunos que están dentro del país ven de reojo por la circunstancia de haber salido – seguro estoy que no será una carga para Venezuela y su familia, sino un aporte para ambos.
Así las cosas, el exilio, el destierro, la huída del país, que en principio uno observa como una pérdida nacional, si se ve desde el punto de vista que señalo, será un beneficio para todos.
Ciertamente que esa no debió ser la vía como debimos aprender esa lección, pero fue la que a todos nos tocó y de ella lo que corresponde es obtener el beneficio respectivo. Ese venezolano que regresará probablemente será una persona más comprometida con el prójimo que el que salió, puesto que fue participante privilegiado de la crisis que nos afecta.
He sostenido que la migración no es un problema sino una oportunidad. Bajo esa perspectiva también lo será para nuestro país cuando podamos retornar a él y practicar allí las costumbres que nos vimos precisados a aprender, reafirmar y respetar fuera de nuestra tierra.
La experiencia de la lejanía territorial, de nuestra familia y afectos ha sido para la gran mayoría, dolorosa. De nosotros depende cuando retornemos convertirla en productiva.
*Gonzalo Oliveros Navarro, Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia. @barraplural