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En un momento de la economía mundial tan complicado como el actual cuando los recursos más que nunca escasean producto del coronavirus, en una conferencia de donantes celebrada en Europa, se levantaron fondos para destinarlos a la diáspora venezolana por más de dos mil quinientos millones de dólares, tal como lo afirmó la televisión española en su noticiero.
Seguramente la mayor parte de esos recursos se destinarán a la atención humanitaria de los migrantes. Sin embargo, estimo oportuna la circunstancia para reiterar dos propuestas que, ayudando al migrante, impacten también positivamente a la economía del país de acogida. La primera consiste en la creación de un fondo de emprendimiento para empresas binacionales y la segunda, en otro de crédito para el migrante.
El primero tiene por objeto facilitar la integración paritaria entre nacionales del país de acogida y venezolanos, que permita incorporar al mercado productivo a personas que, en la actualidad, por las circunstancias del país receptor, la han dificultado. Los recursos provenientes del mismo deberían otorgarse a tasas de interés casi proporcionales al costo que el mismo tendría para la banca, todo ello en virtud del origen y destino del mismo.
El segundo fondo que propongo busca destinar una pequeña parte de los recursos recibidos para otorgar microcréditos al migrante.
Si algo ha demostrado la situación crediticia en Colombia, es que para el migrante es sumamente difícil acceder tanto a la bancarización como al crédito. Aún cuando la normativa interna permite que el venezolano con Permiso Especial de Permanencia pueda incorporarse al sistema bancario, la circunstancia que las instituciones del mismo estén facultadas para negar tal incorporación a su red de cualquier persona, aún colombianos, lo dificulta. Igual situación ocurre respecto del crédito. La circunstancia de que el PEP no garantice permanencia, distinto a la visa de residente, genera la misma situación respecto del tema crediticio.
El dinero que se destine a este fondo facilitaría nuestra incorporación a la banca dado que el mismo, tal como lo he afirmado en otras oportunidades, debe entregársele a ésta en garantía y con cargo al mismo ella presta pequeñas cantidades que facilitarían nuestra vida en el país receptor, con el subsiguiente pago del interés correspondiente en los mismos términos que lo señalé anteriormente.
La posición fijada por el Banco Mundial a fines del 2018 relativa al impacto positivo que en la economía colombiana tendría la migración venezolana, así como el informe técnico que en febrero de este año presentó en Bogotá la misión técnica del Fondo Monetario Internacional relativo a este país, evidencian las ventajas para Colombia como receptor migratorio. Ellas se potencian en tanto y cuanto los migrantes seamos productivos.
Esperemos que parte de los recursos que se dispondrán a partir de lo aprobado se destinen a que facilitar nuestra participación como actores económicos.
*Gonzalo Oliveros Navarro, Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia. @barraplural