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Existen dos tipos de líderes exitosos a la hora de los cambios: aquellos que los observan y lo monitorean con atención y aquellos que ayudan a realizarlos.
Cuando iniciaba la cuarentena en todo el territorio colombiano, eran momentos con más incertidumbres que certezas. Nos abordaba el desconocimiento de un virus que mataba y del cual no sabíamos nada, solo que todo se debía paralizar. Tal vez fue el momento en el que esperamos de nuestros líderes luces sobre un futuro incierto. Algo que mostró que eso estaba lejano fue el altercado del 12 de abril, a menos de un mes de estar encerrados, en la sesión del Concejo de Cartagena. Vimos por medio de la plataforma Zoom, en sesión oficial, cómo Concejo y Alcalde se agredieron verbalmente como nunca antes. Creo que fue el inicio de la muestra de cómo nuestros líderes manejarían su comunicación y gobierno por estrategia Zoom.
Antes de la pandemia, uno de los principales retos que tenía todo líder era entender a un mundo cada vez más acelerado, volátil, incierto y frágil y muy complejo, sobre todo con una juventud en las calles de toda Latinoamérica y una ciudadanía que develó las falencias de un gobierno incapaz de garantizar derechos y ofrecer servicios. Ya no es suficiente mirar la estructura y funcionalidad de esta ciudad; un ciudadano, de izquierda o de derecha, incluso antes de pandemia, venía exigiendo una nueva normalidad.
El Zoom politikom le llamo a esos que se quedaron en comunicación 1.0, que se entiende como una dinámica en la cual emisor propone un relato a través de sus canales tradicionales y los ciudadanos lo reciben como meros receptores pasivos. Esta forma otrora era efectiva. En gran parte, ello se debía a la falta de fuentes alternativas de información; hoy, en un mundo de zapping e hipercomunicado, estas formas no son para nada efectivas.
Este año la gran mayoría de nuestro líderes y gobernantes tuvo una única propuesta de comunicación – unidireccional -. No existió ni conexión, ni participación ciudadana. El Alcalde acusó a una empresa de comunicaciones de cortar el Internet para impedirle ser visto; el real corte se manifestó en los cientos de comentarios y memes de las redes, donde la gran mayoría se desconectó de una propuesta que había generado muchas expectativas. La oposición que, de igual forma, diseñó su espacio, similar al libro de la administración, propuso una estrategia unidireccional para plantear oposición férrea al gobierno, quizás con algunos buenos resultados para ellos, pero el ciudadano quedó desconectado y ni qué decir del Concejo. Les faltó algo de ingenio para poder aprovechar la oportunidad de atrapar un nuevo público apático a estos espacios que estaba conectado y buscaba respuestas.
El argentino Mario Riorda realizó unos estudios por el 2015 a propósito del tema El gobernauta latinoamericano. Revela que, en la región, se ha institucionalizado un ranking en el uso de herramientas digitales en la administración pública: 1 Facebook, 2 YouTube y 3 Twitter y se cuenta con equipos compuestos en su mayoría por jóvenes, especializados en la comunicación digital. Sin embargo, esta comunicación no ha alcanzado el potencial de interacción que las redes ofrecen. Queda claro con este estudio que los líderes no utilizan las redes para interactuar con el ciudadano, sino como un medio de difusión unidireccional, sin tocar los temas que la gente propone propone a través de las mismas redes.
La mayoría de nuestros politikom quedaron en el Zoom y muchos hasta entendieron que el uso de las nuevas tecnologías reemplazaría el contacto directo. Precisamente era el momento de un diálogo más cercano, más directo y personalizado entre el ciudadano y sus líderes; lo que aún no entienden muchos es que estas tecnologías, más que un fin en sí mismo, son un medio para llegar.
La tarea para estos líderes y lideresas es entender las características antes mencionadas, propias de la posmodernidad, la posverdad en la hipercomunicación y un zapping virtual más inmediato que nunca. Tratar de entender la nueva normalidad que, a ciencia cierta, no sabremos cómo será en su totalidad, nos arroja una posrealidad que trae consigo retos. Reinventarse para comunicar, la ley natural del nuevo mundo, nos presenta un escenario donde el Zoom politikom está condenado a desaparecer, donde prevalecerá aquel que resuelva con mayor efectividad esta fórmula: posmodernidad + posverdad + posnormalidad = posrealidad.
Ante estos escenarios, percibo el surgimiento de nuevos liderazgos, por ejemplo, en el área de la salud; médicos o personal de la salud en general irrumpirán en los escenarios de lo público con más fuerza en sus propuestas, con mayor atención y aquellos líderes y lideresas de la ciencia serán más escuchados, sus propuestas estarán en la agenda pública más que antes y, algo inevitable, llegarán con fuerza los líderes de las redes sociales, algunos de ellos, los llamados influencers.
Mi consejo.
- Para los próximos meses, los líderes políticos deberán entrar en la escucha social, plantear escenarios donde exista un real feedback; el ciudadano ahora más que nunca desea ser escuchado por sus líderes.
- El relato del 2020 fue de muerte, miedo e incertidumbre; para el 2021, se necesita de uno lleno de vida y esperanza.
- Sin miedo, se debe abordar esta nueva realidad. Existen dos tipos de líderes exitosos a la hora de los cambios: aquellos que los observan y los monitorean con atención y aquellos que ayudan a realizar el cambio. No se deben temer las nuevas realidades; por el contrario, son oportunidades infinitas de crecer. El ciudadano que saldrá del Zoom en los próximos meses no será el politikom de antes y consumirá lo público de otras formas.
*Nixon Narváez, estratega y consultor en marketing y comunicación política.