La declaración

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La noche del 22 de febrero de 2025, un baño de agua fría, muy fría, bañó a muchos venezolanos.

Richard Grenell, el enviado del señor presidente Trump para Venezuela dio una entrevista para un medio de su país y allí afirmó,  que el gobierno de su presidente,  no tiene interés en cambiar al de Venezuela. Así, en pocas y crudas palabras ha puesto las cosas en su sitio.

La referida declaración deja a los venezolanos que desde el 2018 han considerado que otros solucionarían nuestro problema, fuera de juego. Ya para ellos debe quedar claro, como siempre lo estuvo para otros, que el problema es nuestro y debemos resolverlo nosotros, con nuestro ingenio y decisión.

De nada vale aducir contactos con la nueva administración americana; si se tienen muy bien, si no, es lo que hay. Las decisiones respecto de Venezuela en atención a las relaciones de USA con nuestro país, las tomarán los ocupantes de las dos sedes presidenciales, guste o no,  más nadie.

Las preguntas entonces, para quienes no ocupan la caraqueña son varias:  ¿qué hacer?. ¿Cómo resolver esa situación?. ¿Con qué activos se cuenta para ello?.

Adicionalmente a lo expuesto, la declaración evidencia otra realidad incuestionable y válida tanto para las dos administraciones,  como a lo interno venezolano.

Se conversa, negocia y acuerda con quien tiene el poder porque de esa interacción algún beneficio las partes sacarán. De allí que resulte sorprendente que, a lo interno de Venezuela, se le reclame a gobernadores y alcaldes reunirse con Maduro porque implica reconocerlo.

Sucede y acontece que, dentro de los límites patrios, es él quien controla los poderes así como quien designa o quita protectores. Es él quien, independientemente de lo que diga la Constitución, asigna o priva de competencias estatales o municipales, así como quien tiene la llave de las cárceles donde están los presos políticos y los suelta cuando lo cree conducente. Finalmente, es él quien niega, eternamente, los salvoconductos de los solicitantes de refugio, instrumentos estos que en doce años que lleva gobernando no ha entregado ni una sola vez y quien controla todos los poderes públicos y cuenta con el respaldo de las armas.

Esa es una realidad indiscutible que no cambiará solo porque Dios lo quiera pues, hasta a este, hay que ayudarle para que pueda ocurrir.

Desde anoche, por si alguien tenía alguna duda, las cosas están muy claras respecto a Venezuela. Nadie nos resolverá el problema, si nosotros no tomamos medidas para que ello sea posible.

El cambio vendrá de nuestros aciertos y quizás de los errores de otros; contar solo con estos para que aquél se produzca, es otro yerro, de hecho. Uno más de los que se ha cometido hasta hoy y que aquí nos tiene a todos.

*Gonzalo Oliveros Navarro, Abogado. Director de Fundación2Países @barraplural

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