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“Como Dios en la tierra no tiene amigos……
Tanto le pido y le pido ¡Ay hombe!
Siempre me manda mis males”.
Alicia Adorada. Vallenato. Alejo Durán

Hace unos tres años escribí un artículo sobre esta pieza literaria de la Antigüedad, el Diálogo de los Melios. Recuerdo, como le señalé en ese escrito, que se trataba de un texto del historiador griego Tucídides (460 A. C.-¿396ª.C.?), incluido en su famosa obra Historia de las Guerras del Peloponeso. Resalto este precioso Diálogo y lo insisto porque en opinión de muchos es un antecedente formidable del derecho internacional y del establecimiento de reglas de poder y justicia entre los pueblos. Es un diálogo entre los poderosos Atenienses y los débiles habitantes de una isla (Melos, hoy Milos, que hace parte del archipiélago de la Cíclades en el centro de mar Egeo). Aunque el episodio termina mal (los atenienses atacan y destrozan a los Melios), los argumentos expuestos por unos y otros (sobre todo por los Melios) son realmente una pieza argumental de lo que podríamos considerar filosofía política. Que a mi manera de ver cobra plena vigencia en esta nueva época oscura de la recomposición de las relaciones internacionales.
¿Por qué digo Época Oscura? La metáfora oscuridad la empleo (y no soy ni el único ni el primero) para referir lo que puede ser una nueva era de incertidumbre y de recomposición de alianzas y supuestas amistades. Preocupa volver a imponerse la ley del más fuerte y el derecho internacional y los organismos internacionales (Naciones Unidas) parecen tambalear en su capacidad de ejercicio de control de poderes y de justicia y caer en la inanidad. Sin embargo, es simplemente el avizoramiento de tendencias que parecen retrotraernos a épocas de “bárbaras naciones” (expresión del catedrático español Francisco de Vitoria (1483-1546), al referirse a las naciones no europeas y por llevar a ellas la “civilización a las mismas por parte de los colonizadores europeos”.) Pero todavía son hipótesis, o sea posibilidades de certeza, sin que todavía lo sean.
El anuncio del presidente de USA, Donald Trump, de querer apoderarse de Groenlandia (territorio autónomo dentro del reino de Dinamarca), del Canal de Panamá (de nuevo), de unir Canadá como un estado de USA, de desconocer organismos internacionales (OMS, Acuerdo de París, etc.). De reconocer el derecho de Rusia a atacar a Ucrania. De imponer sanciones comerciales a muchos países, con el propósito de sustituir importaciones y reindustrializar a USA, y muchos otros avisos. Hay muchas interpretaciones detrás de esos anuncios (algunos ya convertidos en Órdenes Ejecutivas). Una de ellas es contener el impulso chino como potencia mundial (que ya llega a ser la segunda economía mundial, después de USA). Algunos analistas indican que hay más sentido impresionista en estos anuncios que acciones a llevar a cabo. Para éstos, es lo que se llama copar el espacio de sorpresa continua mediática, para insuflar la megalomanía del nuevo Presidente. Otros advierten que se trata de un Fascismo de Nueva Generación. Recuerdan como la parálisis inicial de las naciones democráticas europeas ante la invasión de Hitler a Checoslovaquia (y antes la anexión de Austria), los dejo perplejos y como se dice popularmente “con los calzones abajo” y se demoraron bastante en reaccionar y en el entretanto Hitler tomó todas las ventajas e invadió a buena parte de Europa. Esos mismos analistas hablan de un fascismo nuevo de algoritmos.
De todas maneras, el panorama internacional es preocupante, en donde no está claro quiénes son los posibles países aliados y la tendencia gira más a la dispersión, el sálvese quien pueda. A estas alturas un organismo como la OEA, por ejemplo, que puede ser un instrumento de diálogo interamericano no parece funcionar con algún sentido, si los Estados Unidos está dispuesto a un diálogo que no sea impositivo o que permita escuchar posiciones distintas al dictum estadounidense, sin amenazar con sanciones al que no se pliegue (Atenas amenazando a los Melios). La unidad latinoamericana también está fracturada en por lo menos en tres tendencias: la de derecha (no sé si será extrema), representada por Argentina, Salvador y Paraguay; la de centro y centro izquierda representada por Brasil, Colombia, México, Costa Rica, Guatemala, Uruguay, Panamá, Perú, Ecuador, Chile; y la izquierda autoritaria representada por Nicaragua, Venezuela y Cuba. Esa variopinta fragmentación no augura una posición promisoria hacia una actuación de bloque y peso internacional. Europa está perpleja ante la actitud de USA y lo señalado por el enviado de ese país (vicepresidente Vance) en la conferencia de Múnich, con la notificación de que USA no va más con Europa como estaba antes. La posición ante Ucrania, ha sorprendido a los europeos, lo que parece ser un aval para Rusia y su expansionismo.
Todos los indicadores parecen señalar un cambio importante en las posiciones internacionales y se perfila con acentuación la disputa China- USA, que no se sabe que pueda ser positivo o negativo. Si por ejemplo China se sienta con derecho a invadir y someter a Taiwán, después de la bendición a Rusia por invadir a Ucrania, con el argumento del posible ingreso a la OTAN por parte de Ucrania (Ver artículo nominado HOLODOMOR, publicado el 9 de enero de 2025 en La Línea del Medio). Todo parece estar alborotado.
¿Que hacer frente a este panorama internacional? Actuar con cautela para no quedar de pronto en la condición de “paria”, por declaraciones altisonantes y pensar más en el propio desarrollo que en un ángel o mesías inversor que va a venir a traer la felicidad a Colombia. De pronto nos encontramos en el andar con nuevos amigos que nos traten como iguales y podamos emprender proyectos juntos.
El tema de los migrantes (la diáspora colombiana) merece un mecanismo institucional para asumirla en toda su dimensión y ojalá los colombianas y colombianos no tengan que seguir fincando su futuro en una oportunidad en el exterior.
¡Por una luz en la Oscuridad!
*Víctor Reyes Morris, sociólogo, doctor en sociología jurídica, exconcejal de Bogotá, exrepresentante a la Cámara, profesor pensionado Universidad Nacional de Colombia.