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Tal como estaba previsto, este pasado domingo 3 de diciembre se celebró en Venezuela el referéndum consultivo relativo al tema de El Esequibo.

Según la información oficial transmitida esa misma noche por el presidente del ente comicial del país, en la consulta hubo diez millones y medio de votos. Si, votos, no votantes y la distinción es políticamente importante.
Ni en la mejor época del señor Chávez, este pudo alcanzar 10 millones de votos que equivaldría a igual cantidad de votantes.
Al tener el cuestionario consultado 5 preguntas, la simple aritmética implica que en el referendo dominguero solo participaron algo menos de 2 millones 200 mil votantes.
Como quiera que el evento comicial más cercano que se ha realizado en el país fue la primaria del 23 de octubre pasado, donde dentro y fuera de Venezuela se vio mucha gente en largas colas para votar, lo que no ocurrió este pasado tres, la pregunta es si es posible que hubieren participado 2 millones 100 mil personas en el referendo y la respuesta es sí. Solo basta dividir esa cantidad entre 28027 mesas y les da 74 electores mesa y si a eso se le aplica como factor el número de horas que estuvo abierta cada mesa, nos da 6 personas/hora/mesa.
Hay entonces allí una primera respuesta: el número de votos se compadece con el de votantes/hora/mesa.
La segunda respuesta que a más de uno en el gobierno debe preocupar es la relativa a la evidente reducción de apoyo popular.
Ha sido este, en 25 años de chavismo, donde se ha expresado favorablemente a su posición, el menor número de electores llamados a participar, dejando por tanto desnudo y a la vista de todos, el menguado poderío popular. Lo anterior reduce el margen de maniobra interno de quienes dirigen el país y pone a pensar a quienes uniforme tienen.
La tercera respuesta, que advertimos en nuestra pasada columna sobre este tema, es la atinente a la percepción internacional sobre el resultado.
El gobierno, internamente, podrá utilizar los medios a su alcance para tratar de cambiar la realidad, incluso, a nadie sorprenda que reúna al cuerpo diplomático para ello. Lo cierto es que la asistencia fue menguada y para colmo del gobierno, el ente comicial lo reconoció con su anuncio.
Esa participación en ningún caso, así lo afirmo, debe confundir a nadie. Para los venezolanos, quienes fueron y votaron, los que se abstuvieron por decisión y los impedidos de participar por estar fuera del país, El Esequibo es nuestro y estamos en la obligación de defenderlo, utilizando para ello, los medios jurídicos a nuestro alcance.
La última conclusión que no puedo evadir respecto de lo ocurrido, es la de que sería de lamentar que la pelea judicial en curso y a la cual estamos llamados a comparecer hasta el 8 de abril próximo, la abandonaremos irresponsablemente. Ese proceso judicial es ineludible y como tal debemos asumirlo, estando obligados los que dirigen el gobierno a integrar el equipo jurídico más completo a los efectos de obtener un triunfo inobjetable. Los procesos judiciales se ganan en los estrados, con argumentos, pruebas y eficiente representación.
Seguramente otras respuestas cabrían respecto del comportamiento del CNE en atención al referendo realizado.
Con todo y sus falencias, no me sumaré al coro que ve en su conducta, razones para volver a llamar a la abstención, tal como lo deduzco de comentarios realizados por los mismos de siempre que solo participarán electoralmente en Venezuela cuando el CNE sea dirigido e integrado -exclusivamente- por miembros de la Legión de María. Si de abstención se trata, allí, lo reitero, conmigo, no cuentan.
*Gonzalo Oliveros Navarro, Abogado. Director de Fundación2Países @barraplural