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Cuatro y treinta de la mañana. Suena el despertador cual dinamita y yo me apresuro a sofocarlo. Parece que, para la reunión de ayer, erré por completo al programar la alarma. «A.m. por p.m.», me equivoqué. Por fortuna, la mujer que me acompaña en las cobijas, no tiene el sueño tan frágil como el mío. Ya no dormiré.
Me levanto y salgo en silencio de la cama y me dirijo a la cocina.
En la sala, ni mi perra se levanta. El mundo en el desierto luce en calma en mi balcón. Agua para el café y, muy bajitas, pongo las noticias. Y parece que ellos también se equivocaron, pero de siglo:
«Vuelve la guerra a Europa. Aviones militares bombardean Kiev».
El sueño de la paz sí que es quebradizo.
Y, ahora, los infames critican con parlantes que otros hagan lo que, hasta hace meses, ellos mismos repetían. Y los hombres y mujeres de esas tierras se despiertan nuevamente en pesadilla. Mientras tanto en nuestras casas, puedo ver a los memeros, atiborrarse de cartuchos. Cada iluso en su quimera. Hasta que un error de cálculo en batalla nos destruya la burbuja en que dormimos y nos inunden sin sevicia los hedores de la guerra.
*Germán Barrera Toro. Un nómada compulsivo que no deja de buscarse, pero con una brújula, la literatura. Periodista, con especialización en producción hipertextual y máster en narrativa. @GermanBarreraT1