La pesadilla nostálgica que nos espera cuando Charly García se muera (porque se va a morir ¿no?)

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Lo que me preocupa no es la muerte de García per se, sino los 4 larguísimos meses posteriores que nos esperan después de su fallecimiento y su  ola de insoportable nostalgia.

Empecemos por aclarar lo básico: No me interesa, no deseo que Charly García se muera, a mí  ya se me murieron muchos de mis ídolos (Cerati, Layne Staley de Alice in Chains, Anthony Bourdain, Chris Cornell de Soundgarden entre otros)  y García no era uno de ellos,  por consiguiente no es que me vaya a dar muy duro la noticia, no digo que no me afectó la muerte de los arriba mencionados, pero no inicié (como seguramente ocurrirá ) una petición a Netflix vía Change.org “exigiéndoles” una serie biopic o tan siquiera un documental, nada, oí unos discos de ellos, vi un capítulo de Bourdain se me arrugó el corazón un par de días y ya. Charly no sé qué hace ahora, pero las noticias de sus cada vez más frecuentes hospitalizaciones ya dejan ver el ocaso de su salud, y entonces a todos los cuarentones-cincuentones les pasa un sudor frio por el espinazo cuando leen esas noticias. Pero les pido sinceridad, ¿ustedes vieron en Rock al Parque 2012 a Charly? Era una masa de 120 kilos jadeante por la altura de Bogotá con una pantalla a su lado que le recordaba las letras de las canciones, la gente se frotaba los ojos a ver si era de verdad lo que veían y pensaban: Si, es Charly, y aun canta¡¡ y el solo alzaba la mano saludando, como su compatriota Bergoglio cuando estuvo en Bogotá y repartía bendiciones a duras penas también afectado por el soroche. Que cuadro.  

Dicho esto, lo que me preocupa no es la muerte de García per se, sino los 4 larguísimos meses posteriores que nos esperan después de su fallecimiento y su  ola de insoportable nostalgia en medios y redes sociales, los cincuentones al borde del suicidio colectivo volverán a esnifar cocaína porque “así lo hubiera querido Charly” y recordaran cuando hicieron eso mismo pero con el músico en persona en el baño de Gótica Club en 1999 y otros más recordaran cuando estuvieron en Buenos Aires de intercambio o simplemente unos meses sobreviviendo como meseros, meses que “les cambiaron la vida” porque probaron un choripán, tomaron mate y como no,  fueron a un concierto de Charly y llegan de vuelta a Colombia hablando con acento Argentino y usando palabras de allá tales como “el laburo” (el trabajo), “mina” (mujer) o guita (dinero) y renegando de su propia raza porque acá “todos son feos(as) y allá todos son lindos(as)”. No me digan que no tuvieron un amigo así.

Y los medios harán lo suyo obviamente, no les importará que Charly tuviera oído absoluto, que fuera un tremendo compositor y tecladista,  no, lo importante será su “vida marcada por los excesos” y harán cientos de notas con material de archivo del músico drogado hasta las cejas arrojándose desde un quinto piso hasta una piscina, o desbaratando habitaciones de hotel y cualquier otro video parecido para reforzar la tesis de que si Charly no hubiera sido tan drogadicto hubiera hecho más música, y para terminar, una entrevista con cualquier médico metiendo miedo sobre el peligro de las drogas y su legalización. 

Las redes se inundarán de videos de YouTube y listas de reproducción de Spotify, se amenazarán de muerte en Twitter porque uno dijo que tal disco no es tan bueno y que este otro es mejor. Tik tokers harán miles de comparaciones entre Charly y Cerati solo para echarle más leña al fuego, no importa, el caso es que los vean; Netflix o Amazon no le harán mucho caso a las miles de firmas de Change.org pero si se fijarán en el negocio de hacer una serie, entonces la anunciarán y con solo el primer tráiler empezarán los agarrones  por la escogencia del actor que haga de Charly el cual será lapidado porque: Es muy  flaco, es muy alto, que no canta igual, y claro, por el argumento de la serie: Que por qué tan poquitas drogas, que por qué tantas drogas, que yo no lo recuerdo así  y que para cuando la nueva temporada.

Los de la mediana edad somos un manojo de recuerdos encerrados en un cuerpo cada vez más achacoso, nos venden nostalgia y la compramos al precio que sea, pero nunca estamos contentos porque no coincide con las imágenes exactas de nuestros recuerdos, pero ¿qué nos ofrece el presente? Reguetón, Reguetón y más Reguetón, entonces relajémonos, seamos un poco más objetivos y menos pasionales y tengamos en cuenta que es solo música… que es solo Charly García, el cual siempre estará dos peldaños abajo de Cerati; y los atiendo de a uno. 

*Mateo Duarte del Castillo. Columnista, realizador audiovisual de UNITEC con énfasis en documental con especialización en televisión periodística de la Universidad Javeriana. facebook.com/chibchanisquatsi

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