La prudencia del presidente

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No creo que sea una posición fácil en la que quedó el presidente Petro. La galería enardecida ante la evidencia y la certidumbre de lo que parece ser un fraude grotesco y chambón en las elecciones presidenciales en Venezuela pide con firmeza un pronunciamiento por parte del presidente colombiano. Exigen que hable, que diga algo, que trine como es su costumbre hacerlo sobre la situación en el vecino país. Pero lo que quieren no es que hable, sino que les diga lo que ellos quieren escuchar, quieren que se desmarque para igual cobrarle por ventanilla sus años de amistad con su par venezolano y el tiempo que demoró para salirse de la fila.

La situación es compleja para el presidente Petro: con cara pierde y con sello aún peor. Si pasan los días y no se pronuncia en contra de Maduro llamándolo tirano o dictador lo tildarán, como ya lo están haciendo, de cómplice de la debacle; si se desmarca y se le planta con vehemencia, los riesgos ante las represalias por parte del régimen son impredecibles en términos económicos y humanitarios. No es difícil suponer que, ante una arremetida en contra, el régimen de Maduro ordenará el cierre total de la frontera, ante lo cuál no es necesario ni siquiera imaginar las consecuencias, ya que eso lo vivimos sobradamente en el pasado. Ya conocemos la tragedia que significa el cierre de este paso fundamental en la vida y en la economía de todos las poblaciones cercanas a la frontera. Familias separadas, cierres de negocios, una sociedad entera fracturada, un ecosistema social muy complejo que se rompe por decisiones de unos señores que casi nunca se asoman por esos lados. De nuevo todos los afectados se verán obligados a recurrir a las trochas con todo lo que ello implica. Pero la galería está más preocupada por reafirmar sus prejuicios que por lo que pueda sentir la población realmente implicada, porque opinar desde la comodidad de su apartamento en Rosales o en El Poblado, sentado en un cómodo sillón de cuero italiano siempre será la más fácil. Pero la realidad en el terreno es muy distinta y mucho más compleja que salir a romper relaciones con un país con el que se comparten más de dos mil kilómetros de frontera. Por eso, aunque el presidente Petro genere mil motivos para criticarle en sus posiciones frente a diferentes temas de suma importancia, es de ponderar esta actitud prudente y calmada frente a la terrible situación en Venezuela. No queremos repetir la tragedia fronteriza del pasado que tanto daño ocasionó. Para otros países seguramente es más fácil y menos riesgoso emitir comunicados firmes y contundentes ya que ellos no tienen en su puerta las consecuencias de este tipo de decisiones, pero en el caso de Colombia sí es necesario pensarlo bien antes de tomar cualquier posición radical por más evidente que sea el atropello que el régimen vecino está perpetrando.

En este caso debemos entender que la prudencia y la serenidad siempre será nuestro mejor aliado.

*David Mauricio Pérez, columnista de medios digitales y cronista. Asiduo lector de libros de historia. @MauroPerez82

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