Petro&Lula: una alianza para salvar la Amazonía

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No inventaron mecanismos sinuosos para evadir responsabilidades y buscar aplausos de la platea, como lo hicieron sus antecesores.

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La historia de la Amazonía colombiana es un verdadero déjà vu, que nos recuerda las razones por las que perdimos Panamá. Poco han cambiado las cosas desde finales del siglo XIX, comienzos del XX. Entre la arrogancia andina y su desprecio por la perfilería, se suma una corrupta subordinación de la clase gobernante lejana de Bogotá, que ha conducido a las regiones a la pobreza y el abandono de las políticas nacionales.

Las estadísticas de pobreza multidimensional arrojadas por el DANE hablan por sí solas. Vichada, Vaupés, Guainía, Guajira, Choco y Amazonas, encabezan el vergonzoso listado. La mirada tradicional desde los Andes se circunscribe a una apertura indiscriminada a la explotación extractivista de multinacionales de los hidrocarburos y el carbón, sumada a la fracasada implementación de un modelo tradicional de la seguridad. Se olvida que la seguridad del siglo XXI va más allá de la militarización y cuidado de unas fronteras, que por su naturaleza misma son porosas.

Seguramente la mayoría de los colombianos desconocen que, la Amazonía ha sido foco de atención de líderes como Margaret Thatcher, Mijaíl Gorbachov y Ronald Reagan. Se refirieron al “pulmón del mundo”, como un área que debía ser cuidada y protegida por los países desarrollados. En otras palabras, una internacionalización que conduciría a una coadministración de los recursos, con lo cual, se despojarían a los ocho países suramericanos, del territorio geopolíticamente más importante del planeta.

Precisamente ese abandono y desprecio por la Amazonía, fue lo que permitió que, en 2020, se deforestaran más de 109.000 hectáreas de bosque y en 2021, fuese la cuarta zona amazónica con mayor depredación, siendo Brasil la más  atacada por ganaderos y extractivistas que expandieron sus acciones hacía los territorios ancestrales de las comunidades indígenas.

Queda en evidencia que Duque y Bolsonaro, fueron cómplices de un ecocidio sin precedentes históricos. Igualmente, que esa entelequia que presentaron fastuosamente ante los medios, llamada el “pacto de Leticia”, no fue más que una artimaña encaminada a desconocer la importancia de la OTCA (Organización del Tratado de Cooperación Amazónica), como instrumento que propugna desde la década del 90, por salvaguardar la Amazonía.

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Por todo ello, la reciente reunión entre los presidentes Petro y Lula es histórica. No inventaron mecanismos sinuosos para evadir responsabilidades y buscar aplausos de la platea, como lo hicieron sus antecesores. La rueda fue inventada hace siglos. Ya existe la OTCA y será el espacio institucional para que los ochos países converjan en sus intereses amazónicos.

Además de la protección a la biodiversidad y la lucha contra la deforestación, los dos mandatarios, exhortaron a los países más ricos a contribuir con fondos a la preservación de los territorios amazónicos. Si la Amazonía es destruida, se cruzaría un límite del que no habría retorno.

Sin embargo, el impacto mediático y los pronunciamientos de expertos ha sido casi nulo. Desde los centros de pensamiento, importan más los temas de seguridad tradicional y el crecimiento económico basado en la depredación de los recursos que la sobrevivencia de la humanidad.

Es incuestionable, que en materia internacional son diversas las sombras que se ciernen sobre el gobierno Petro. Especialmente, en algunos de las designaciones en el servicios exterior. No obstante, la coherencia en su discurso y acciones medioambientales, evidencia que Colombia se está posicionando en el contexto internacional, ya no, como una pseudo democracia, subordinada a la rapiña económica extractivista internacional. Hoy, abanderamos la lucha por el desarrollo sostenible y comenzamos por nuestra zona geoestratégica más importante: la Amazonía.

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*Héctor Galeano David, analista internacional. @hectorjgaleanod

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