¿Quien les paga a los asesinos?

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¿Quién realmente les paga a los asesinos de policías? ¿Los llamados autores intelectuales? ¿Los jefes del narcotráfico? ¿Los consumidores de cocaína? ¿Los políticos que prohíben la cocaína?

Milton Friedman, el gran planificador y promotor del neoliberalismo, profesor de economía en la Universidad de Chicago, asesor de Reagan, contestó esa pregunta en una entrevista realizada en 1991. Afirmó allí que desde la declaración de la guerra contra la droga en promedio habían sido  asesinadas anualmente por los narcos 10.000 personas y recordó que los únicos que habían ganado eran carteles como  el de Medellín, le preguntaron si ese era un problema económico y contestó que era un problema moral porque  los gobiernos no deberían coartar la libertad de los consumidores y luego predijo que si no legalizaban  las drogas las ciudades de Estados Unidos  y países como Colombia eran los que iban a sufrir. En ese año habían sido asesinadas 10.000 personas por los narcotraficantes y Friedman recomendó legalizar rápidamente todas las drogas para que no fuera “Uncle Sam” el responsable por lo que estaba sucediendo. Desafortunadamente para Colombia esa recomendación del economista neoliberal más importante no ha sido aceptada por ningún presidente de Estados Unidos y el año pasado no fueron 10.000 sino más de 200.000 los asesinados, no digo por quien.

El mes pasado Francisco de Roux, a quien nadie puede acusar de neoliberal, en las Naciones Unidas explicó cómo la guerra contra las drogas iniciadas por el presidente Nixon en 1971 bahía sido la causante principal de los más de cincuenta años de violencia en Colombia y solicito terminación de esa guerra que hoy es global y la entrega a la justicia de todos los que se benefician de esa situación atroz.

No es la primera vez que alguien importante pide esa paz y siempre ha sido respondida con un no rotundo sostenido por millares de voces de gentes e instituciones y políticos también importantes que dicen que eso significaría legalizar el envenenamiento de las juventudes, la conversión en adictos de millones de personas en todo el planeta. Pocos responden que eso es precisamente lo que está sucediendo y que – como Friedman lo había sostenido – eso sucede cuando se prohíbe el consumo de un producto en una situación de libre mercado. Aumenta su precio y se enriquecen los que infringen la norma. ¿Qué hacer entonces para detener la destrucción de los países productores y la degradación de aquellos que desean salirse de su propia realidad?

¿No sería mejor analizar más profundamente otras soluciones? ¿Tratar de entender mejor porque en los países ricos algunos se arriesgan a envenenar sus cerebros o a empobrecerse o a irse a la cárcel o a los manicomios antes de dejar de consumir drogas psicoactivas? ¿Cómo evitarlo sin hacer todavía mas grave la situación de esos desgraciados?

En la realidad esas soluciones existen, aunque son poco divulgadas. Son multitudes los casos en que las familias actúan rápidamente y logran desviar la adicción de alguno de sus miembros. Son también numerosos a lo largo de la historia los casos de grandes pensadores que consumieron drogas psicoactivas solo durante parte de sus vidas. También se conocen casos aislados de gentes importantes en lo profesional, en los negocios o en las artes, en la poesía y en las novelas que han tenido más éxitos que otros no consumidores cuando logran salirse de sus propias realidades. Dentro de los más pobres en los países más ricos las drogas siguen siendo una solución a sus desgracias y en las fiestas elegantes todavía se distribuye la marihuana o las nuevas drogas para hacerlas más felices. ¿Qué hacer?

El gobierno de Petro ha propuesto una Paz Total mediante acuerdos con todos los violentos, pero ¿qué hacer si las decenas de millones de dólares ilegales van a continuar llegando a Colombia? Petro también ha dicho que tendrá que ser una solución internacional y creo que eso podría ser posible pero solo convenciendo al partido republicano de los Estados Unidos y que la clave esta en el concepto de libertad económica alegado por Friedman hace 31 años. ¿Por qué no devolverle la libertad a los adictos que desean o necesitan salirse de su propia realidad? ¿Por qué no devolverles a las familias la libertad, la responsabilidad y el poder de hacer felices a sus hijos para que ellos no compren cocaína? ¿Por qué no suavizar las políticas monetarias para construir nuevamente estados de bienestar para todos los que no logran enriquecerse y deciden entregarse a las drogas? Ojalá Biden decida aceptar la propuesta de esos grandes pensadores y no vaya a dejar que sea Trump quien resuelva ese problema global.

*Julio Carrizosa Umaña, ingeniero, ambientalista, miembro honorario de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

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