Tremebundos

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Sudan frío, el mismo frío que corrió por la piel de los jóvenes soachunos cuando sintieron el gélido fusil en su nuca segundos antes de la explosión ensordecedora. Sienten miedo, idéntico al que erizó el pellejo de las madres al escuchar en boca de un tipejo fungiendo de ministro que sus hijos -a los que la sociedad les negó todo- fueron llamados “máquinas de guerra”. Sus piernas son de gelatina, tan tembleques como las de mujeres y hombres que el 28 de marzo de 2022 y mientras departían en un bazar en la comunidad Alto Remanso en Puerto Leguizamo, Putumayo, fueron masacrados por el Ejército Nacional. Exhalan terror al oler el peso de la ley, de la misma ley que aplicaron con dureza irreflexiva a Sandra del Pilar, para citar un solo ejemplo entre cientos y miles, condenada a 13 años y ochos meses de cárcel por robarse un pollo asado para alimentar a sus hijos en la ciudad de Bogotá. Están a un punto de salir corriendo, así como lo hizo despavorida la comunidad de Machuca cuando el ELN, su socio petrolero y azuzado por la codicia, quemó el oleoducto: muchos huyeron envueltos en llamas aquel 10 de octubre de 1998. Están a un centímetro de perder la cabeza, así como la del afrodescendiente Marino López cuando el 25 de febrero de 1997 lo decapitaron y jugaron fútbol con ella en el caserío Bijao de Rio Sucio, Chocó, el autor de imperdonable atrocidad fue el Bloque paramilitar Élmer Cárdenas de las AUC, los mismos paramilitares que años después fueron invitados y recibidos con vítores en el salón elíptico del congreso de Colombia y durante el mandato de Álvaro Uribe Vélez. Acusan taquicardia al enterarse que la ONU enviará a una delegada que colaborará en la implementación de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad. Ambicionan que todo vuelva a la “normalidad”, la misma normalidad con la que hurtaron sin escrúpulos el erario, el dinero de los computadores para los niños, las cuantías destinadas para alimentar a la niñez. Desean impunidad, idéntica a la que les ha permitido arropar a los asesinos de los líderes sociales y mantener indemnes a sus hijos, amigos y compinches si bien las probadas pruebas que los comprometen. Están tremebundos por vez primera y es ahí cuando se tornan más peligrosos, difamadores, incendiarios y asesinos que nunca. Si bien Roma no se construyó en un día, ardió en una sola noche: ya sabemos quiénes serán los pirómanos de Colombia.

*Roque Monteiro. comunicador social – periodista retirado, fotógrafo sin cámara, autor de varias novelas, cultivador de yuca y viajero incansable. Miembro del colectivo Psicolombianos de Diván.

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