Ni para un Acuerdo Nacional por la educación somos capaces

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Porque es insostenible para un país que quiere crecer en muchos aspectos, seguir ubicándose por debajo de los primeros 20 países de la OCDE.

Si en algo debiéramos llegar a un Acuerdo Nacional todas las vertientes ideológicas y visiones de la sociedad colombiana, es la necesidad de cumplir con el derecho fundamental a la educación. No solo por las obvias razones que un Estado democrático requiere ciudadanos pensantes, sino que también representa una lucha histórica contra la desigualdad social que se ve reflejada en términos numéricos de personas que no hacen las trayectorias educativas completas.

Sin embargo, como todo en la vida no es como uno quiere, el escenario de la política está ahí para reafirmarlo. El último intento por una Reforma a la Educación quedó archivado ante la mezquindad política de los sectores que ven en el derecho a la educación una oportunidad de hacer negocio o seguir permitiendo que los dineros públicos mayoritariamente vayan a cubrir la demanda en universidades privadas y por otro lado, la reacción apresurada y distorsionada de Fecode que tiene que entender que, aunque no nos guste, los dineros públicos contribuyen a un sector que lo hace bien y eso no se puede desconocer.

Entonces uno pensaría que, entendiendo esa dicotomía, lo que nos debería unir en un Acuerdo Nacional es la necesidad de integrar al sistema educativo a ese medio millón de niños que están por fuera de la enseñanza inicial y 3,3 millones de jóvenes sin acceso a la formación media y ni hablar de la educación superior. Lo que permite decir sin titubeos: el modelo educativo actual ha fracasado, las pruebas lo demuestran, la niñez y la juventud no alcanza un nivel aceptable de competencias básicas (leer, pensar de manera lógica y crítica y vivir en sociedad). Esto hace que sea inaplazable transformar el paradigma. ¿No?

Porque es insostenible para un país que quiere crecer en muchos aspectos, seguir ubicándose por debajo de los primeros 20 países de la OCDE. Nuestro último resultado en las pruebas PISA, no solo significó no estar en ese top, sino también estar por debajo del promedio mínimo de la OCDE en la la capacidad de los alumnos de 15 años de edad para utilizar sus conocimientos y habilidades de lectura, matemáticas y ciencias. Toda una tragedia.

Pero si vamos más a la minucia, las pruebas SABER 11 también son un termómetro de como está la educación en el país. A pesar de que las cifras del ICFES demuestran una mejoría en el puntaje global a años anteriores, el puntaje global de más de 600 mil evaluados solo alcanza el porcentaje de 257 puntos sobre 500 posibles. Asimismo, sigue preocupando la brecha entre la educación pública y privada, rurales y urbanas, e incluso por género, entre hombres y mujeres. Asimismo, el alto porcentaje de estudiantes de grado undécimo que no logran comprender textos y discursos básicos.

Por lo que uno esperaría que, con este panorama, los sectores políticos que al final representan todas las visiones de la sociedad dejen de lado sus discusiones inocuas y parcializadas para primar el bien colectivo. Esto, porque es una realidad que los cambios que necesita Colombia en educación deben ser duraderos y sostenidos en el tiempo y tras hundirse la reforma estatutaria a la educación, lo único que logramos es atrasar el inicio de la transformación educativa que podemos construir entre todos.

Finalmente, con la convicción sincera de que la educación es el motor de la transformación social, lograr que la educación sea reconocida por el Estado como un derecho desde la inicial a la superior debería ser una causa de toda la juventud colombiana y de la academia, pues la iniciativa del Gobierno busca ampliar y profundizar en la regulación de la educación en todos sus niveles, incluyendo la educación inicial, básica, media y superior, y establecer la educación como un derecho fundamental para todos los colombianos y residentes del país, eso a mi parecer, nos debería convencer y unir a todos, pero ni para eso somos capaces.

*Camilo Cotes, @CamiloCotesP

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