El guiño de los dioses del Olimpo

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Encarándole la torva vista, respondió Héctor, de tremolante casco: «¡Polidamante! No me place lo que propones y podías haber pensado algo mejor. Si realmente hablas con seriedad, los mismos dioses te han hecho perder el juicio; pues me aconsejas que, olvidando las promesas que Júpiter tonante me hizo y ratificó luego……Confiemos en las promesas del gran Júpiter que reina sobre todos, mortales e inmortales. El mejor agüero es este: combatir por la patria. ¿Por qué te dan miedo el combate y la pelea?» Homero. La Ilíada. Fragmento canto XII.

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Las Olimpiadas de Paris 2024, que acaban de pasar, tienen un sabor agridulce para nuestro país sin demeritar a nuestros deportistas que obtuvieron medallas (4) y diplomas olímpicos (14). La expectativa estaba más allá dada los resultados precedentes de Tokio, Rio de Janeiro, Londres y Pekín.  Pero el asunto es el significado que tiene de conseguir medallas en los Juegos Olímpicos. En la época de la Guerra Fría (postguerra de 1945 hasta 1990) los dos grandes potencias y sus respectivos aliados se disputaban la ganancia de medallas. Había un propósito político: cual sistema político obtenía más medallas. En el contexto americano, Cuba hizo un gran esfuerzo para demostrar hasta cierta época que era una potencia del deporte y hacía un gran esfuerzo para ello. En resumen, los países disputan medallas más allá del deporte mismo para demostrar su pujanza e inclusive su importancia en un ranking imaginario de potencias.

Los Juegos Olímpicos recuperados hacia finales del siglo XIX, rehacían una idea de la mitología antigua griega que creía que en el monte Olimpo de la antigua Grecia, moraban los dioses y cada 4 años se celebraban en su honor justas deportivas, esencialmente atléticas. La idea del Barón Pierre de Coubertin de proponer unos juegos universales, en donde todos los países concurrieran en un propósito de paz y sana competencia. Sin embargo, los Juegos Olímpicos no escaparon de los propósitos competitivos políticos. Hitler lo intentó para demostrar la “superioridad de la raza aria” pero no le salió bien del todo la pretensión. Luego el “enfrentamiento deportivo” entre Unión Soviética y Estados Unidos para demostrar cada uno la virtud y grandeza de su propio sistema político. Digamos que hoy en día aun cuando haya esos propósitos políticos de “potencias del pasado”, de todas maneras, ganar medallas en los Olímpicos es motivo de orgullo nacional.

En nuestro país, se está desatando una polémica nacional por hechos que parecen sembrar oscuridad para el futuro de nuestros deportistas, especialmente por un fuerte recorte para el novel Ministerio del Deporte, que le redujeron el presupuesto para 2025 casi en un 70%. Inclusive, el presidente Petro, expresó su propia opinión de la inanidad de la existencia de un Ministerio el Deporte y está reflejando esa posición en el proyecto de presupuesto para 2025.

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Parece que el actual Gobierno está más interesado en la actividad física masiva y así lo expresa en su plan de desarrollo. Que todo el esfuerzo público se dirija hacia principalmente al ejercicio masivo de nuestra población. Los datos señalan que sólo el 11.5% de la población colombiana practica algún deporte o actividad física. La actividad física deportiva, según la encuesta de calidad de vida del DANE, arroja que las mujeres mayores de 18 años el 48.9% no realizan actividad física y de los hombres mayores de 18 años el 38.8% son inactivos. Aunque no conozco la pregunta que se formuló para obtener ese dato, dudo que las tareas de hogar que demandan actividad física permanente no se consideren “actividad física”. Precisamente dentro de los propósitos de creación del Ministerio del Deporte a través de la ley 1967 de 2029 está “democratizar el deporte”. En sí me parece correcto este propósito de masificación, lo que no se entendería sería la despreocupación por el deporte de alta competencia y rendimiento que le interesaría (se supondría) a la potencia de la vida. No se debe colocar un propósito de democratizar el deporte contra el de alto nivel o rendimiento. Están muy relacionados el primero nutre al segundo. Este deporte de alto rendimiento no solo deja réditos de orgullo nacional identitario, sino es un estímulo para el ejercicio deportivo en general.

Hay que tener en cuenta que en el deporte de alto nivel o rendimiento, hay deportes de iniciación temprana, como lo demostró el gimnasta Ángel Barajas (17 años, medalla de plata olímpica) y su entrenador el consagrado en ese oficio y apóstol de la actividad gimnástica, Jairo Ruiz de Cúcuta; deportes de maduración media (como el futbol y el voleibol y deporte de maduración tardía (como la prueba de maratón). Esto dicen los expertos.  Pero indudablemente, en general son preparaciones de deportistas de alto nivel.

Después de escuchar las declaraciones de los medallistas a los medios de comunicación, posterior a sus triunfos hay elementos comunes a todos ellos: un origen humilde que a pesar de estas falencias logran superar, situaciones tan limitantes y difíciles. Esto no significa que este origen tan vulnerable tenga que ser la condición, admirable sí, pero no indispensable. Por otro lado, la queja común es la restricción de apoyo gubernamental a sus compromisos, algunos señalan que sólo en el último año se dio, o sea el previo a los Olímpicos que son cada cuatro años. Lo que puede concluirse como un sino trágico, sin exagerar, es que consiguen medallas a pesar de toda la Institucionalidad y la Sociedad. Y sin embargo les exigimos, sin darle mucho a cambio.  Como Sociedad y Estado tenemos seriamente que pensar que, si queremos destacados resultados olímpicos, no puede ser el “super-esfuerzo” de unos pocos que contra viento y marea lo logran.

Las universidades públicas y privadas, especialmente las públicas podrían ayudar mucho en este propósito del alto rendimiento o nivel deportivo, como lo hacen los norteamericanos, becando deportistas. Esta podría ser una propuesta que hay que estructurar para buscar programas más sólidos y que no dependan del pasajero entusiasmo del momento, al cual somos muy dados los colombianos.  No se resuelve simplemente con el guiño de los dioses del Olimpo. El “milagrito” hay que producirlo y no simplemente esperarlo.

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*Víctor Reyes Morris, sociólogo, doctor en sociología jurídica, exconcejal de Bogotá, exrepresentante a la Cámara, profesor pensionado Universidad Nacional de Colombia.

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