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El virus ha puesto al descubierto una vez más el carácter anti-popular y corrupto del uribismo.
Al igual que en muchos países del mundo, el coronavirus es el tema y el desafío de moda en Colombia. En Colombia ha servido, adicionalmente, para poner al descubierto, una vez más y de la forma más cínica posible el carácter anti-popular del uribismo. El uribismo, en todas sus facetas partidistas que, durante el primer gobierno uribista se denominaba “Partido de la U” y ahora se hace llamar “Centro Democrático”, se ha visto plagado de escándalos de corrupción y de vínculos criminales. En Colombia, muchos dicen o insinúan que dichos vínculos son solamente una mala jugada del destino que ha puesto a personas corruptas en medio de una organización política honrada y justa. Otros tantos, como los mismos uribistas (en el caso más reciente de compra de votos, al parecer impulsado por el senador Uribe), señalan que, aunque haya casos de corrupción por doquier en su partido, el partido se mantiene puro y casto, porque su máximo líder también es puro y casto. ¡Qué buen chiste!
El uribismo es un partido anti-popular y corrupto. ¿Qué significa eso? Significa que el uribismo vive de y encarna la corrupción a su máximo nivel. El uribismo, en tanto formación partidista representa una derecha medieval, actúa sólo en función de sus intereses y en defensa de los intereses de clase, que en el caso colombiano significa principalmente en favor del sistema financiero. Los uribistas en el poder utilizan la tragedia popular para llenar más sus cuentas, con casos de corrupción y, una vez descubiertos, se presentan como defensores de la democracia. Los casos de corrupción serían sólo casos aislados. La realidad es una: el uribismo es un partido anti-democrático.
En los últimos días salió a la luz pública lo que parece ser ‘la cereza del pastel’ -aunque claro, con el uribismo, nunca se sabe-: el fraude colosal auspiciado por el Centro Democrático: Ingreso Solidario. En principio, la idea de un ingreso solidario parece adecuada para la situación que hoy vive Colombia, un país en el que, con cerca de un 60% de su población trabajando en la informalidad, resulta prácticamente imposible llevar a buen puerto el mentado ‘aislamiento obligatorio’. El colombiano promedio debe salir cada día de su casa y batallar sin parar por conseguir el sustento diario. Cada día es una lucha por la supervivencia.
En ese contexto, se siente como ‘pez en el agua’ el partido de gobierno. En ese contexto es donde los uribistas aprovechan para prometer ayudas y sacar su tajada, para desfalcar, para ejercer la corrupción, para llevarse jóvenes deseosos de un futuro para el monte, matarlos y presentarlos como caídos en combate. El contexto de la crisis actual lo pretendieron aprovechar para apropiarse de los dineros públicos destinados a apoyar al pueblo colombiano. Cédulas y nombres inexistentes fueron descubiertas por la ciudadanía y puestas a disposición de la opinión pública. Una maniobra para desfalcar los recursos públicos que, necesariamente, presupone la participación de varias instituciones del Estado y de altos cargos uribistas, pues sin su activa participación resultaría imposible registrar cédulas con los inverosímiles nombres que hemos conocido.
¿Es suficiente para pensar que el uribismo funciona como una organización criminal? No, por lo que nombraré algunos de los más sonados escándalos de criminalidad en las filas uribistas.
La lista de casos en los que el uribismo y sus facetas partidistas se han visto envueltos. Aquí, solamente, algunos ejemplos: Compra de votos del José ‘Ñeñe’ Elías, Finca-laboratorio del embajador en Uruguay, Memo Fantasma y vicepresidenta, Bonos de agua del ministro de hacienda, Agro-ingreso Seguro del Ministerio de Agricultura, Falsos positivos, Odebrecht, Yídis-política, Caso Santoyo, Chuzadas DAS, Operación Orión y las consiguientes desapariciones. Más allá de ser relevante si el uribismo puede ser jurídicamente catalogado como una organización criminal o no, es necesario evidenciar y poner sobre el papel constantemente el carácter antipopular y antidemocrático del uribismo. El uribismo representa la destrucción de la democracia y la pauperización de la calidad de vida de los colombianos.
*Juan Camillo Castillo, M. A. Philosophie.Ph. D. Student Universität Leipzig, @bi_bitte