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Uno de los mayores problemas que quienes rigen los destinos de los venezolanos le han producido al país tiene que ver con el sistema educativo. Casi lo han destruido, adrede.
Con el objetivo de hacer al ciudadano cada vez más dependiente del Estado, limitan la competencia del alumnado en la búsqueda del adoctrinamiento.
Si bien es cierto que, desde 1969, en mi país la educación que preparaba para el trabajo -educación técnica – sufrió grandemente por políticas erróneas diseñadas desde el alto gobierno que con el tiempo trataron de revertirse, fue con el chavismo que respecto de llegamos al paroxismo. Lo fundamental es la ideologización.
A pesar del esfuerzo gubernamental tendente a ahogarlas, en universidades públicas y privadas fundadas antes de 1999, sus autoridades -denodadamente- forman venezolanos para la vida. Muchos se quedan en el país, otros migran, produciéndose con esto el fenómeno de la fuga de cerebros.
Son venezolanos de todo tipo -médicos, abogados, ingenieros, odontólogos, economistas, contadores, técnicos en computación, aire acondicionado, electricidad y mas, muchos mas- los que han salido fuera de sus fronteras patrias a buscar el progreso familiar que el chavismo les negó.
Ellos llegan al país que los recibe dispuestos a contribuir con el progreso de este. Tienen experiencia en una vida de miseria y, por eso, no quieren repetir la experiencia donde llegan.
El país de acogida recibe así talento humano en el cual no ha invertido un céntimo. Gente que le puede aportar a su crecimiento económico y que lo hará en la medida en la cual se le facilite su integración.
Pocos son quienes migran por gusto. La mayoría lo hicimos por necesidad. Los países que nos reciben tienen un potencial humano agregado que está dispuesto a ponerse a su servicio. Les corresponde adoptar las medidas que faciliten nuestra integración.
*Gonzalo Oliveros Navarro, magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, presidente de AsoVenezuela, @barraplural
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