Los intereses de los países

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Intereses. Eso tienen los países. No tienen amigos.

Esta semana, el bogotano diario El Tiempo informó sobre la publicación del libro “Luis Almagro no pide perdón”. En el artículo respectivo, se hacen públicas las peripecias del gobierno del Presidente Santos para lograr la convocatoria en agosto del 2015 de una reunión extraordinaria de la OEA a los efectos de realizar una junta de cancilleres que abordare la situación entre Colombia y Venezuela derivada del cierre fronterizo decretado por Maduro y la expulsión de colombianos desde Venezuela.

Según la crónica, tres minutos antes de la votación, Panamá cambió su voto. Inicialmente estaba dispuesto a votar a favor y luego retrocedió, consecuencia de una llamada del señor Maduro al Presidente de ese país donde ofrecía pagar la deuda del Estado venezolano con la principal línea aérea panameña.

Seguramente un lector venezolano de esta columna se indignará por lo ocurrido, más lo cierto es que muy probablemente esa no sea la reacción del panameño. Para éste, lo primero es su país y eso seguramente pensó quien ocupaba el palacio presidencial de esa nación en aquella oportunidad, lo que justificaría su decisión – total, no se trataba de un problema fronterizo panameño, ni los expulsados fueron coterráneos y, adicionalmente, una de las empresas que en su tierra paga impuestos recibiría un dinero que se les adeudaba -.

Los países adoptan decisiones en función de sus intereses nacionales. Es en aras de ello que el señor Presidente de Colombia acaba de anunciar un Estatuto de Protección Temporal para el Migrante Venezolano. El mismo, ciertamente, beneficia a nuestros connacionales que serán por él amparados, pero seguro estoy que en la decisión sobretodo privaron los intereses de Colombia.

Su gobierno, vista las circunstancias de la política venezolana -y la evaluación de su evolución- opta por la regularización, identificación y estabilización de los migrantes, pudiendo con ello determinar competencias y habilidades, antes que continuar con la política de restricción que a la fecha había implementado. Es, como hemos escrito, un cambio radical pero que se fundamenta –por sobre todo y nadie lo dude- en el interés superior de Colombia, lo cual es absolutamente comprensible y respetable.

Los venezolanos debemos internalizar que fuimos nosotros los causantes de lo que nos está ocurriendo dentro de nuestras fronteras y allende las mismas con la migración. Eso nos obliga, más que a nadie, a adoptar las decisiones internas convenientes para revertir lo que ocurre. Nadie más lo hará por nosotros y, con vista a ello, debemos obrar en consecuencia.

La comunidad internacional -dadas las limitaciones jurídicas que tiene- ha adoptado todas las medidas que ha considerado pertinente a los fines de revertir lo que ocurre en nuestro país. Aún cuando públicamente se aduzca lo contrario, sus decisiones están fundamentadas sobre todo en sus propios intereses. Nos corresponde a los venezolanos adoptar las nuestras bajo similar premisa.

Los países no tienen amigos, tan solo intereses. Eso que crudamente queda expuesto es una realidad con la que todos debemos convivir.

*Gonzalo Oliveros Navarro, Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia. @barraplural

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