Viva las universidades y similares motivos

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A pesar de todos sus esfuerzos en estos más de veintidós años de ejercicio de gobierno del chavismo-madurismo, éste no ha podido ganar un solo evento en elecciones estudiantiles, profesorales o administrativas, lo que pone de presente su fracaso.

“Por ser escenario de movilización social, generadoras de conocimiento, buscadoras de la verdad y parte fundamental de la conciencia crítica del país”. Así explica el bogotano diario EL TIEMPO en su edición del domingo 29 de agosto la violencia de la que fueron objeto las universidades colombianas entre 1962 y el año 2011, producto del conflicto armado que se desarrolló en este país. Las explicaciones allí referidas también pudieren aplicarse a la Venezuela del socialismo del siglo 21.

Los motivos allí explanados son similares a los que pudieren arguirse respecto de la conducta que las administraciones Chávez y Maduro han desplegado contra nuestras universidades, lo que queda plasmado en el congelamiento del presupuesto de las mismas, por una parte y, por la otra, el apoyo a “instituciones universitarias” creadas a partir del 2 de febrero de 1999, fecha de inicio de esta tragedia, en la cual se ha privilegiado el dogma político sobre el conocimiento.

Las universidades venezolanas, todas las creadas antes de esa fecha del 99, públicas y privadas, están sometidas a un cerco institucional en virtud de decisiones económicas que han afectado su funcionamiento y que no son ajenas a las políticas públicas desplegadas en esa área por quienes han diseñado la misma para el país, a pesar de lo cual – justo es reconocerlo – esas instituciones siguen trabajando para mantener su calidad. En rankings universitarios de distinta índole, algunas como la Central de Venezuela, los Andes, la Católica Andrés Bello o la Metropolitana, figuran en posición destacada en Latinoamérica.

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La actitud gubernamental contra las universidades tiene una explicación política. A pesar de todos sus esfuerzos en estos más de veintidós años de ejercicio de gobierno del chavismo-madurismo, éste no ha podido ganar un solo evento en elecciones estudiantiles, profesorales o administrativas, lo que pone de presente su fracaso. Además, la primera derrota que el “proceso revolucionario” recibió, con ocasión del referendo por la reforma constitucional propuesta por el señor Chávez en el año 2007, vino liderada por los estudiantes universitarios, quienes, para su sorpresa, en silencio se organizaron y coadyuvaron extraordinariamente en ese resultado.

La violencia contra las universidades venezolanas se evidencia, no solo en el acoso económico a las cuales se les ha sometido, que afecta no solo su planta física, sino también y, sobre todo, la de su personal pues quienes ayer llegaron a recibir el equivalente a miles de dólares como docentes en virtud de su preparación, hoy reciben migajas por ésta, buscando con ello su rendición personal a lo cual – cierto es reconocerlo – se resisten. Pero también ella se pone de presente en el tema inseguridad, de lo cual ha sido víctima directa y permanente, por ejemplo, la Universidad de Oriente, que presta servicios para esa región del país y es una creación de la democracia venezolana, y quizás de allí su odio hacia ella. La destrucción de sus instalaciones, bibliotecas, aulas y laboratorios por bandas que nadie duda están vinculadas a quienes dirigen los destinos del país – y, por ende, nada se hace para investigarlos y sancionarlos – es un ejemplo de ello.

Quienes acompañaron al señor Chávez en su gestión y hoy lo hacen con el señor Maduro en su actuar tienen una característica personal, cual es que la mayoría de ellos proviene de universidades públicas y allí se formaron. A sus aulas asistieron y en sus comedores comieron. Esos mismos que fueron beneficiarios de esa política de la democracia han liderado su destrucción.

(Texto relacionado: Propuestas venezolanas)

El lector más desprevenido pudiere terminar deprimido por lo descrito, pues a él y a todo el que me lea le digo que no. Si se está claro que, en los regímenes como el que actualmente dirige los destinos venezolanos, la universidad es un enemigo que hay que derrotar, el conocimiento y la resistencia de las autoridades que dirigen nuestras casas de estudio superior y, sobre todo, de docentes, son muy superiores al esfuerzo denodado que los destructores realizan para acabarlas. Aún de sus cenizas, las mismas resurgirán, con más fuerza que ahora. De eso, no tengo duda alguna.

A fin de evitar que algún lector señale que en la democracia venezolana también se intervinieron universidades, ciertamente el Presidente Caldera lo hizo con la Universidad Central de Venezuela en 1969, pero actuó ejerciendo competencias – no por mampuesto pretendiendo ahogarla – respetando a posteriori que sus autoridades electas por los votos de la comunidad fueran personas no afines a su posición política, en tanto que, en ejecución del respectivo decreto de creación del año 1967 firmado por su antecesor, inauguró en 1970 una de las que más prestigio ostentó hasta 1999, la Universidad Simón Bolívar, nada de lo cual ha ocurrido en este penoso período venezolano.

Termino estas líneas con la expresión palpable de rechazo a las prácticas de barbarie que contra la inteligencia despliegan quienes dirigen los destinos venezolanos: Viva la U/ viva la U/ viva la Universidad.

(Le puede interesar: La señora alcaldesa y los venezolanos)

*Gonzalo Oliveros Navarro, Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia. @barraplural

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