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En la sesión del pasado martes, la Asamblea Nacional que preside Juan Guaidó advirtió que para este 2021 existe la posibilidad de que la crisis de la migración venezolana sea superior a la Siria, con lo cual nada nuevo nos recuerda.
Decía el doctor Tejera París, al referirse al índice de inflación que mensualmente se anunciaba en Venezuela, que a la gente no le importaba eso. Que para ella lo fundamental era que cada vez que iba al mercado compraba menos. Que lo que correspondía hacer era resolver la causa que origina el aumento de precios. Pienso que igual pasa con la migración.
El señor Maduro y quienes le acompañan nada dicen respecto de quienes fuera del país estamos obligados por las circunstancias. Casi que ni existimos y, además, dado que se trata de una política de Estado tendente a obligar a que ello ocurra, pues no es de extrañar. Pero, cuando quienes le adversan limitan su hacer a anunciar lo que es de todos conocidos, sí importa.
La Asamblea Nacional, en conocimiento como está de la situación de la migración venezolana, tiene dos líneas de acción. La primera es interna, mediante la cual está obligada a implementar acciones políticas tendentes a revertir el origen de la misma, para lo que se requiere que los actores que adversan el actuar del señor Maduro, consensuen estrategias y medidas con ese objetivo, lo que hasta ahora no ha sido posible, a pesar de pedimentos de toda índole al respecto.
La segunda línea es en el ámbito internacional. Los venezolanos que del país salen son recibidos, en buena parte de los países de acogida, con reticencia. Para ellos, quienes representan en el exterior a la gestión Guaidó, pueden proponer, haciéndolo público a los países donde se encuentran, medidas que faciliten la integración al respectivo aparato productivo, ofreciendo como contraprestación a ello que – cuando retorne la democracia a Venezuela – similares decisiones que se adopten en beneficio de venezolanos les serán aplicadas en nuestro país a los nativos de aquel que tomó dicha medida, dado que muchos brazos requeriremos para nuestra reconstrucción.
Ese acuerdo descrito en el precedente párrafo todavía es posible, en virtud del reconocimiento que algunos países de acogida le mantienen a Juan Guaidó y la Asamblea Nacional elegida en diciembre del 2015. Pongamos manos a la obra.
Las últimas mediciones que en Venezuela se han realizado nos informan que la gran mayoría del país – 60% del mismo – está ajeno al conflicto político, mas lo cierto es que buena parte de los hogares venezolanos tienen cuando menos un familiar en el exterior que no solo está alejado de su tierra y sus afectos sino, adicionalmente, se encuentra por lo general en extrema condición de vulnerabilidad, escuchando de quienes ocupan posiciones políticas, bien el estridente silencio del madurismo o tan solo las noticias repetidas de sus adversarios.
El liderazgo del país tiene una responsabilidad suprema en la actual situación del mismo por acción u omisión. Por sus aciertos y por sus errores. Los venezolanos, los que adentro se encuentran y quienes afuera estamos, requerimos resultados de gestión, tan solo eso.
*Gonzalo Oliveros Navarro, Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia. @barraplural
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