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En dos columnas previas, escribí sobre la desigualdad de ingresos y la desigualdad de género en Colombia ([1] La (EL) Desigualdad de Género en Colombia, El vaso de la desigualdad: medio lleno, medio vacío). Muchas veces pensamos que la desigualdad únicamente se refiere a dinero y específicamente a ingresos; sin embargo, el concepto de desigualdad puede ser extendido a una gran cantidad de variables socio-económicas. Una de ellas, importante para el desarrollo de Colombia, es la violencia. Una investigación[1] que adelantamos en este momento en la Universidad de Nagoya está relacionada con dos variables: homicidios y lesiones personales.
La desigualdad de violencia está, como muchas otras desigualdades, estrechamente relacionada con la geografía del país. En el centro del país: en Boyacá, Cundinamarca, Bogotá, los niveles de homicidios fueron bajos en el 2010. Sin embargo, en la periferia, en municipios como Tibú, Hispania y El Tarra, la tasa de homicidios alcanzó unos de los valores más altos del país. Cuantitativamente, por ejemplo, en Bogotá en el 2010, dos de cada 10.000 habitantes fueron víctimas de este crimen, mientras que, en La Apartada en Córdoba, 30 de cada 10.000 habitantes se vieron afectados. Eso quiere decir que el crimen en ciertos municipios de Colombia es un 1500% mayor (15 veces) que en la capital. Estas cifras reflejan la inmensa desigualdad en el país.
El estudio, que adelanto con el Prof. Carlos Méndez https://carlos-mendez.rbind.io/, cubre los dos crímenes mencionados en el título, desde el 2010 hasta el 2018, utilizando los datos publicados por la Policía Nacional de Colombia. En términos generales, los resultados son buenos y malos. Buenos en el sentido que la tasa de homicidios calculada como un promedio de todos los municipios ha disminuido de 2.5 a 2.4 por cada 10.000 habitantes. Sin embargo, la desviación estándar, una medida de que tan dispersos y desiguales los datos son, ha aumentado de 3.1 a 3.3. Los siguientes dos mapas muestran la evolución de las tasas de supervivencia (no-homicidio) a nivel municipal. Esta tasa es simplemente el número de personas que no son asesinadas por cada 10.000 habitantes.
Figura 1. Tasa de supervivencia (“survival”, la tasa opuesta a la tasa de homicidio) en 2010 y 2018
Esos mapas son mapas de desviación estándar donde los datos son agrupados de acuerdo con la desviación estándar de la muestra; véase que el color naranja y rojo son inexistentes en los mapas dado que la tasa máxima de supervivencia es 10.000 por cada 10.000 habitantes.
En cuanto a lesiones personales, los datos son desalentadores. En el 2010, en promedio para todos los municipios, por cada 10.000 habitantes, ocho casos de lesiones personales fueron reportados (acá no estamos evaluando la seriedad del caso, sino únicamente el reporte del mismo) mientras que, en el 2018, 21 casos por cada 10.000 habitantes fueron reportados. Esto equivale a un aumento mayor al 150% a nivel nacional. En cuanto a su dispersión, los datos son igual de aflictivos, dado que la desviación estándar de las tasas de lesiones personales pasó de 10 a 15.
Figura 2. Tasas de “No-lesiones” NPIR (la tasa opuesta a la tasa de lesiones personales, en inglés “Non Personal Injury Rate”) en 2010 y 2018.
El aumento de la desigualdad en términos de las tasas de lesiones personales puede verse claramente por la variedad de colores en la figura 2. En el 2018, dado que el promedio de NPIR disminuyó (mayor crimen), existen 43 municipios que tienen el color naranja, el cual era inexistente en el mapa del 2010.
Un punto más que vale la pena mencionar es la distribución de tasas de crimen en clústeres, lo cual quiere decir que municipios con altas tasas tienden a estar ubicados cerca a municipios con tasas altas y también municipios con bajo crimen tienden a estar localizados cerca a otros municipios con poco crimen. Para ver más detalles en el siguiente link se encuentra un resumen de nuestra investigación (https://quarcs-lab.rbind.io/).
Para concluir, ciertos crímenes en Colombia, así como la tierra, el ingreso, las tasas de mortalidad infantil y violencia de género son inequitativamente distribuidos en el territorio nacional. El progreso ha sido parcialmente visible en la reducción de homicidios, pero parece que menores niveles de violencia, como las lesiones personales, han aumentado considerablemente. Ojalá el gobierno vea lo serio que esto representa para el desarrollo del país. Desigualdad, crimen y desarrollo económico están altamente correlacionados.
*Felipe Santos-Marquez, Físico UNAL 2012. Estudiante de la maestría en Desarrollo internacional en la Universidad de Nagoya, Japón. Coordinador de operaciónes del QuaRCS lab. #HeForShe
[1] El articulo esperamos que sea publicado en los próximos meses.