Propuesta para algunos diálogos nacionales

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“Para dialogar se necesitan dos que quieran hablar”. Comentario coloquial callejero.

  1. Primera sugerencia de diálogo.

A raíz de los acontecimientos ocurridos en Haití, todavía sin descifrar del todo, alrededor del execrable magnicidio del presidente de ese país, Jovenel Moïs, en el cual participaron exmilitares colombianos, y sin precisar todavía el grado de compromiso de tal involucramiento, viene una necesaria reflexión sobre lo que ocurre con una situación que se denomina asignación de retiro y que tiene que ver con las fuerzas armadas y de policía y que equivaldría a un régimen pensional de excepción.  

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Como una concesión por la tarea delicada y riesgosa que cumplen quienes hacen parte de esos cuerpos armados, éstos tienen derecho a los 20 años de servicio, algunos a los 18 y otros a los 25, según sea solicitado por la institución o de manera personal. No considero hacer una relación causal entre ese régimen de retiro asimilable a lo pensional y lo ocurrido con la participación de exmilitares colombianos en los hechos en Haití, pero sí plantear algunos efectos de ese temprano retiro. 

Una persona que ingresa a esas fuerzas con 18 o 20 años tendría derecho a retirarse pensionado con 20 años de servicio (Decreto 4433 de 2004) o sea con 38 o 40 años, es decir, tendríamos a esa persona en un buen momento productivo de su vida, en situación pensional o de retiro. En la práctica, con todas las asignaciones prestacionales, la persona queda con el mismo sueldo que tenía en el servicio activo. Una persona que ha sido preparada para cumplir profesionalmente con tareas que podríamos llamar genéricamente de seguridad, queda cesante y, si bien las asignaciones de retiro no son voluminosas individualmente, sí lo son en conjunto y ocupan una buena parte del presupuesto de defensa, alrededor del 24 % del mismo. 

Aquí vienen unas consideraciones sobre ese tema. ¿Una persona en plenas capacidades que debe dejar su oficio para el cual fue capacitado, qué opciones tiene de ocupación una vez se retire? Usualmente se ocupa de tareas de seguridad privada, lo cual ha venido en aumento como actividad reemplazando las tareas propias del Estado. Otros buscan trabajo en el exterior y han encontrado alguna ocupación en labores de seguridad de países petroleros, especialmente en los Emiratos Árabes. 

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La pregunta aquí: ¿no es el momento de revisar esta situación, onerosa para el Estado y que lleva “in extremis” a situaciones indeseables, como en algunos casos al mercenarismo? ¿Sería el momento, cuando las arcas estatales necesitan de gran racionalidad, instaurar un diálogo sereno con las fuerzas militares y de policía, para establecer cambios en esta política de retiro? 

Éste no es un tema de “castigo” hacia la Fuerza Pública, no me ubico ni entre los que halagan o ensalzan a estos cuerpos, quizás con la intención de ubicarlos en su haber político, ni entre los que los vituperan. Sobre este asunto ha operado una especie de “no meneallo” como diría Don Quijote (no tocarlo, o no menearlo… deje así) o como dicen los alemanes: schlafende Hunde (soll man) nicht wecken (no alborotar el avispero),para evitar incomodar al estamento militar. Inclusive podría tener que ver con la solicitud de reforma de la Policía y de su ubicación institucional para reflejar cabalmente el mandato constitucional de cuerpo civil y no como señalaba eufemísticamente el ministro de Defensa como un cuerpo “polifuncional”. Es un ejercicio de Estado, así como se hacen otros.

Por eso hablo de diálogos nacionales y éste podría ser alguno de ellos.

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  • Segunda sugerencia de diálogo

En la fallida reforma tributaria del exministro Carrasquilla, se había planteado un tributo para las altas pensiones del Estado, aun cuando ya se había puesto un límite a las pensiones. Ese límite es de 25 salarios mínimos, casi 23 millones de pesos actuales. Las organizaciones de pensionados pusieron el grito en el cielo y de una manera muy hábil hicieron creer que estaban defendiendo la pensión, cuando lo que se trataba en plata blanca es que los pensionados más pobres estaban defendiendo a los pensionados más ricos. Era como si los sindicatos salieran a atacar que haya más impuestos para los que más tienen. Verdadera paradoja. Quizás en la argumentación de las organizaciones pensionales se defendía un principio de la “intocabilidad tributaria de las pensiones” y ahí tenían cierta razón, pero terminaron defendiendo a los más pudientes. Indudablemente asumir el reto de una reforma pensional para equilibrar las cargas es necesario, pero también es cierto que a los pensionados les toca pagar de su mesada toda la cuota de salud que antes de pensionarse se compartía con el patrón, (en un 8.5% y un 4% para el trabajador).  Esta conversación hay que realizarla entre Estado, patrones y trabajadores y pensionados. 

  • Tercera sugerencia de diálogo

Esta versa sobre bienes públicos. Se trata de instaurar un diálogo que tiene varias instancias. Quizás la más urgente es con quienes se han organizado en la protesta social y utilizan el término bélico de Primera Línea. Es importante precisar que los bienes públicos nos pertenecen a todos, que dañarlos no es golpear al Gobierno o a las instituciones públicas. Es golpearnos a nosotros mismos, a los ciudadanos, a los de a pie y a los otros. Desde luego que hay que hablar de válidas problemáticas sociales y reivindicaciones correspondientes, especialmente con la situación crítica de los jóvenes de los estratos más golpeados de nuestra sociedad. Pero agravar más la situación, ya grave, con daños al patrimonio público es lo más contradictorio de cualquier solicitud de reivindicación.  Se calcula que, en Bogotá, por ejemplo, el daño causado al patrimonio público dentro de las protestas pasadas tiene un costo de algo más de $35.000 millones de pesos, lo que equivaldría a la renta básica de 35.000 familias en un mes. En esto hay que tener claridad, la necesidad de “hacerse sentir” no pasa por dañar los medios de transporte público, o sus estaciones o atacar sedes de servicios gubernamentales.

Esto también pasa por la necesidad de que la escuela o la educación intervenga en la formación de una conciencia de cuidar, respetar y defender el patrimonio de todos, los bienes públicos.

Coda: Quiero recordar unas palabras del gran pedagogo brasileño Paulo Freire sobre el diálogo.

“Los hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión. 

Más si decir la palabra verdadera que es trabajo, que es praxis, es transformar el mundo, decirla no es privilegio de algunos hombres, sino derecho de todos los hombres.

Precisamente por esto, nadie puede decir la palabra verdadera solo, o decirla para los otros, en un acto de prescripción con el cual quita a los demás el derecho de decirla. Decir la palabra, referida al mundo que se ha de transformar, implica un encuentro de los hombres, para esta transformación.

El diálogo es este encuentro de los hombres, mediatizados por el mundo, para pronunciarlo no agotándose, por lo tanto, en la mera relación yo-tu.

(Pedagogía del Oprimido)

*Víctor Reyes Morris, sociólogo, doctor en sociología jurídica, exconcejal de Bogotá, exrepresentante a la Cámara, profesor pensionado Universidad Nacional de Colombia.

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1 COMENTARIO

  1. Mi comentario sobre este texto se borro. Intento una reconstrucción sintética. Diálogo es el tema dominante en la actualidad en los medios nacionales. Bienvenida la concreción de los temas, esa concreción ayuda a reducir la complejidad y en consecuencia a precisar grandes líneas de trabajo. La asignación de retiro (pensión) de los militares, la pensión de los civiles y el cuidado de los bienes públicos son sin duda elementos de primer orden. hay otros, sin duda. Hay mucho otros temas y vendrán más. Explicitarlos es fundamental.

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