A propósito de la Rectoría de la Universidad Nacional

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Cuando 8.4% es mayor que 34.4%

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La decisión formalizada en la reunión del Consejo Superior de la Universidad Nacional del 21 de marzo de 2024 sobre la designación de Rector va a tener una decisiva influencia en los destinos de la institución. José Ismael Peña que siendo vicerrector de sede había obtenido en la consulta realizada el 12 de marzo a estudiantes, profesores y egresados el 8.4% fue impuesto como rector. Se descartó a Leopoldo Múnera quien había obtenido el 34.4 % en la misma consulta.

Conocidos los resultados de la consulta desde el mismo 12 de marzo, el grupo que ha venido en la sombra ejerciendo el poder en la UN desde hace un decenio, se movió con diligencia para impedir que, en la designación de Rector, la voluntad de la mayoría expresada en respaldo al profesor Leopoldo Múnera, fuera determinante.

¿Una formula amañada?

El Estatuto general de la Universidad en su artículo 72 establece que en la designación de Rector o de Decanos de las Facultades se requerirá por parte del Consejo Superior la observancia de la norma del voto favorable de la mitad más uno de sus miembros. Este procedimiento resulta al tiempo sencillo, taxativo y claro. Por ello el exrector Ignacio Mantilla seguramente agotó su talento matemático en la elaboración de una fórmula de votación que concertó con algunos miembros del Consejo Superior en reunión extrainstitucional, conspirativa. Fórmula destinada a desconocer el resultado de la consulta y que combinaba el mecanismo de rondas con candidatos múltiples, rondas con ponderación que luego en la reunión estatutaria del Consejo Superior se acompañaron del voto secreto y estricta confidencialidad. Todo calculado para la eliminación del profesor Leopoldo Múnera ganador de la consulta realizada a estudiantes, profesores y egresados, el 12 de marzo.  La reunión del Consejo Superior se prolongó por nueve horas. ¡Imponer una maniobra toma su tiempo!

Desafío abierto en defensa de intereses oscuros

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Son diversos los componentes que configuran la crisis que precipitó el desconocimiento de la victoria que la consulta configuró. Primero, la consulta tuvo unos alcances de amplia participación que no se habían registrado en anteriores eventos de esa naturaleza. El desconocimiento fue arteramente preparado. Es contrario a la tradición universitaria el desconocimiento de la consulta por parte de los representantes de los estudiantes y de los profesores. El ignorar la voluntad de la mayoría de la UN, así como del gobierno Nacional de respetar la consulta como lo pusieron en evidencia tanto la declaración explícita del presidente Petro como los votos de la Ministra de Educación y de las dos representantes del Presidente en la reunión del Consejo Superior. Así quienes impusieron la votación en ese organismo han ofrecido un desafío abierto que muestra la magnitud de los intereses que defienden.

No fue una ocurrencia inopinada

El grupo que manipuló la decisión del Consejo Superior es representación del sector que utilizando como mecanismo estratégico la extensión remunerada mediante contratos de consultoría y proyectos de investigación, abre en el UN camino rápido a la privatización y a la satisfacción de intereses privados de grupo. No se pregunta por los retornos académicos de tales proyectos sino por sus características financieras. En buena parte se cubren dichos procedimientos bajo la presentación de que los recursos van al incremento de los “recursos propios” en el presupuesto de la UN. Es inocultable que en tal gestión se han constituido fórmulas de gobierno en las distintas Facultades y desde hace unos diez años en forma de gobierno de la Universidad desde la Rectoría.

Para nada sorprende que el desconocimiento de la consulta que acogió el nombre del profesor Leopoldo Múnera haya sido recibida con manifestaciones de rechazo contundente por parte de los estudiantes y de pronunciamientos enfáticos de profesores en el mismo sentido. La Semana Santa ha pospuesto el movimiento, pero en modo alguno ha llevado a la conformidad. El proceso abierto con la decisión del Consejo Superior del 21 de marzo será decisivo para la recuperación de la Universidad de la operación privatizadora a la que ha sido sometida por oscuros designios.

La perspectiva

La UN está no ante una coyuntura de menor significación. Los hechos han convocado a toda la comunidad Universitaria a un encuentro consigo misma y con el pasado el presente y el futuro de la Universidad Nacional. La UN se ha constituido en una institución benemérita del país y no se puede transigir con quienes quieren convertirla en coto de animales pequeños. Es un reto que requiere compromiso en la acción, pero al tiempo racionalidad y sensatez en cada uno de los pasos que se den y las decisiones que se tomen.

La renuncia que el profesor José Ismael Peña debería hacer del cargo para el que fue designado sería un acto de honestidad, pero también una decisión democrática. Más allá de las convicciones, el simple realismo sobre la ingobernabilidad a la que inevitablemente tendría que someterse aconsejaría su renuncia. Pero lo que verdaderamente importa es el movimiento que viene. Es un momento en el que la Universidad Nacional de Colombia puede ser conducida a la recuperación de su condición de ser la principal institución de educación superior en Colombia.

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*Medófilo Medina, Ph.D en Historia, profesor emérito y honorario de la Universidad Nacional.

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