El color de los privilegios

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Artículo 1 DE LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. (1948).

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El 26 de agosto de 1789 la Revolución Francesa expidió la Declaración de los Derechos del Hombre (posteriormente proclamados en 1948 como Declaración Universal de los Derechos Humanos por Naciones Unidas) a pesar de llevar más de doscientos años de esa proclamación que pretendía eliminar todos los privilegios que desde la cuna marcaban a unos sectores de la sociedad, no ha sido tan fácil eliminarlos para lograr una igualdad de derechos de todos los seres humanos. La Declaración (ambas) no pretende señalar que todas las personas seamos iguales, lo que pretende establecer es que todos tenemos los mismos derechos, lo que nos iguala en términos de oportunidades. ¿Por qué comienzo por este recordatorio doctrinal?, porque la lucha contra privilegios sencillamente no se ha terminado, al menos en nuestro país. A veces no son los casos más severos, pero si los que pueden tener más impacto sobre todo cuando son protagonizados, por los que más ejemplo deben dar. Y aquí puede haber una discusión de fondo, porque pareciera ser que el asunto de los privilegios derivados del ejercicio de altos cargos, se resuelven por la vía de un cambio de color en quien los sigue usando como tal, como privilegios. Me refiero a la información que circuló con ocasión del viaje de la Vicepresidenta a África, en cuanto uno de sus acompañantes era su compañero sentimental o pareja. La respuesta del presidente Petro, al referirse a que en la pasada administración presidencial de Iván Duque no solo viajaba la esposa del presidente sino su hermano, que no tenía ninguna función pública, que si ellos lo hicieron qué de malo tendría que ahora también se haga. La respuesta me parece equivoca a pesar de que en primer plano se considerara una “normalidad”, o se apelara a tal condición.

El asunto de los “privilegios” que se desprenden de altos cargos, no es que cambien de color para justificarlos, de “blancos a negros”, si no que se sigan empleando como tales, aun tratándose de pasar de quienes siempre los han tenido a quienes no los han “gozado”. Ahí es donde veo una incongruencia, porque un Gobierno que se reclama del Cambio, debe cambiar precisamente esas prácticas vinculadas al ejercicio más tradicional del poder. El asunto es creo ELIMINAR privilegios y dar ejemplo de ello y no debe ser que simplemente los beneficiarios de privilegios no sean los mismos sino otros.

¡El “naturalizar” tales privilegios tampoco excusa su empleo, de “malas” los que no los tienen!

(Texto relacionado: Desafío: el elogio de la desigualdad)

Algunos insistirán en que el Poder se ganó legítimamente y que entonces se ganó al derecho a usar todo lo que se deriva de él. No comparto esa apreciación, si se trata precisamente de una fuerza política opuestas a las prácticas tradicionales de ejercicio del poder. Ni siquiera en condición de una reivindicación de quienes han sido excluidos siempre del poder. Por el contrario, un nuevo poder, de origen popular tiene que tener un actuar distinto, en donde la austeridad, por ejemplo, debe ser la norma del nuevo ejercicio. Lo contrario es ser otros, pero con las mismas de siempre.

Me preocupa más que todo el significado del propósito Cambio y el énfasis en que se trata de un Gobierno del Cambio. Porque como concepto el “cambio” no se puede asociar a un cambio de personajes o autores. El Cambio debe ser real y lleva a un “modo distinto de gobernar”. Para que no ocurra la decepción o la desesperanza de quienes desean un cambio de verdad, que es también un cambio en el comportamiento gubernamental dando ejemplo, desde luego de austeridad, total transparencia y cero arrogancias. Para que no ocurra esa decepción, esa devaluación de la palabra cambio. Como ha ocurrido de cierta manera en Chile recientemente, con ocasión de las elecciones para constituyentes. El diario EL PAIS de España, en su edición internacional analiza el caso de una comuna tradicionalmente de izquierda ubicada en la región de Valparaíso, llamada Cabildo, que siempre ha votado de izquierda y que en la última elección ha depositado sus votos de manera sorpresiva mayoritariamente por el partido republicano de extrema derecha del excandidato presidencial José Antonio Kast. Manifiestan algunos de los votantes entrevistados a raíz de esta elección del 7 de mayo pasados, su enorme decepción con el Gobierno de Boric. Digo esto no con el deseo que suceda, ni creer que va a suceder, pero evidentemente hay ese riesgo, para quienes nos identificamos con el logro de cambios importantes en nuestro país desde distintas orillas políticas, es motivo de atención y desde luego de preocupación.

En un plano distinto al que venimos ubicándonos, el ético–político, podemos decir también que el uso de privilegios puede constituir un abuso de poder, que por tanto implicaría un desvío del ejercicio de la función pública.

Cambiar el color de los privilegios no cambia los privilegios.

CODA. Se informa por parte de autoridades ambientales la llegada de un fenómeno natural llamado del Niño, cuyos efectos para nuestra ubicación geográfica como país, especialmente en la región Pacífica pueden significar dificultades climáticas, como pasar de las lluvias que tanto no han azotado y provocando inundaciones y tanto daño a cultivos y viviendas a situaciones opuestas. El último fenómeno del Niño en Colombia duró alrededor de 5 meses entre 2015 y 2016. Pero además de contrarrestar todos sus efectos naturales (sequías, incendios forestales, altas temperaturas, etc.) no podría pensarse también en una oportunidad de trabajar intensamente en infraestructura, especialmente en aquellas regiones más afectadas por graves inundaciones, como la región de la Mojana. ¿Romper ese ciclo “histórico” donde siempre ocurre lo mismo y poco se hace?

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*Víctor Reyes Morris, sociólogo, doctor en sociología jurídica, exconcejal de Bogotá, exrepresentante a la Cámara, profesor pensionado Universidad Nacional de Colombia.

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1 COMENTARIO

  1. La conclusión de este artículo es evidente: si un cambio gubernamental es de verdad un cambio no se trata de que al ejercicio gubernamental accedan caras nuevas sino nuevas formas de gobernar. En este sentido reproducir maneras antidemocráticas (tal los privilegios externos a los requeridos para ejercer la función estatal) por parte de los recién llegados no significa ningún cambio, antes bien es la consolidación de pràcticas viejas y que no deberían estar en un orden democrático.

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